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Crónicas
Miércoles 16 marzo, 2016

Secuestraron a mi hijo y "me quitaron parte de mi vida"

Dorian Javier Rivera Zurita, de 30 años, tení­a el futuro asegurado en el negocio de bienes raí­ces en Córdoba
•Iba con un amigo cuando se lo llevaron el 11 de octubre de 2012
•Tres años y medio después, la impunidad como hermana gemela de la inseguridad en el Veracruz de Arturo Bermúdez y Luis íngel Bravo Contreras
•Una crónica de Ignacio Carvajal


Dorian Javier Rivera Zurita tení­a 30 años y un futuro asegurado en el negocio de bienes raí­ces cuando desapareció el 11 de octubre de 2012, en Córdoba. Marcela Zurita Rosas, su mamá, cuenta que por esos dí­as, Dorian estaba afinando los últimos detalles para iniciar su primer programa de vivienda.
El dí­a que desapareció estaba acompañado de un amigo, Vicente. Marcela supo por la madre de Vicente, quien la fue a ver el dí­a 12 para preguntar si su hijo estaba en casa,...

Ignacio Carvajal, Paso del Macho/En misión especial

  • Doriam Javier Rivera Zurita desapareció en octubre de 2012, en Córdoba, Veracruz

  • Doriam Javier Rivera Zurita desapareció en octubre de 2012, en Córdoba, Veracruz

ya que el dí­a anterior, presuntamente, los dos habí­an quedado para vender una casa que habí­a conseguido Vicente.

Con la visita de la mamá de Vicente, Marcela se percató de que Dorian no habí­a pasado la noche en casa. "Mi hijo no estaba y tampoco su coche. Me fui a buscarlo por todos lados, a hospitales, a la Cruz Roja, en esos momentos pensaba en un accidente, pues los frenos de su cochecito no andaban bien.

"El coche apareció en un corralón, lo habí­a dejado allí­ la policí­a con reporte de abandonado" relató.

Este es uno de los detalles que no cuadra dentro de la investigación 1388/2102, MP sector Norte, de Córdoba: "Mi hijo salió de casa ese dí­a pasado el mediodí­a, el coche, según la bitácora del corralón, fue ingresado pasadas las dos de la tarde, o sea, unas cuantas horas fueron suficientes para que la policí­a lo determinara como abandonado. No. Eso es cuando ya pasaron dí­as, meses".

El vehí­culo fue incautado por la autoridad en una gasolinera de Córdoba, allí­ se presume que ocurrió algo que derivó en la desaparición de los dos agentes de bienes raí­ces.

En base a las investigaciones que ella misma ha realizado, los dos chicos al parecer fueron ví­ctimas de desaparición forzada por elementos de la Secretarí­a de Marina Armada de México (SEMAR).

Marcela Zurita Rosas así­ lo ha asentado en la denuncia ante el MP del fuero común y ante la Procuradurí­a General de la República (PGR), que ofrece una recompensa de millón y medio de pesos por datos que ayuden a dar con los dos jóvenes.

"Mi hijo es mi amigo incondicional, mi confidente, mi compañero de trabajo, el que siempre me presumí­a donde quiera andaba yo con él. Somos tan iguales, nos gustaba ir a bailar, las compras, el cine, y juntos siempre al gym" recuerda Marce.

Actualmente, Dorian Javier Rivera Zurita tiene 34 años de edad. Cuando "pasó", se encontraba cursando el tercer semestre de la carrera de Derecho, divorciado, sin hijos, se habí­a entregado por completo a aprender todo lo relacionado con el negocio de su mamá, a quien volvió su cómplice:

"Los dos amantes del ejercicio, todos sus amigos lo aprecian y las chicas más…de buen carácter, no era de problemas, pero sobre todo, un buen hijo a pesar de que somos tan amigos respetaba mucho mis órdenes; siempre sabí­a dónde andaba cuando no salí­a yo con él al antro".

Más de dos años la carpeta con la investigación de Dorian y su amigo Vicente quedó en el olvido en alguna oficina ministerial en Córdoba.

"Durante ese tiempo no hicieron nada, ni sábanas de llamadas ni las imágenes de las cámaras en la gasolinera en donde pasó todo. Nadie quiso hablar", lamenta.

Después de eso, con las ilusiones rotas y sin ganas por la ausencia del amigo, "dejé de hacer ejercicio, me olvidé mucho de mí­ y de mi vida. Nada valí­a la pena, pero de apoco me tuve que levantar y seguir adelante, me puse a estudiar de leyes, a saber de derecho y sobre criminalí­stica".

Marcela Zurita Rosas se tuvo que organizar en un colectivo de madres en la zona centro del estado pues la autoridad no escuchaba el dolor de quienes parieron a los ausentes. "Ahora tengo muchos más hijos que tampoco encuentro, hijos de mis demás hermanas, hermanas en dolor. Ya el dolor vive conmigo".

"Quiero que sepan que no hay arte de magia porque no existe, nadie desaparece a mi hijo, está allí­ en algún lugar".

Actualmente es una de las madres más aguerridas en las tareas de los colectivos y seguirá en su lucha por dar con Dorian o con alguno de los demás muchachos que están reportados como ausentes.

"Ya regresé al gimnasio, me cuido y hago todo lo posible por estar bien. Es algo que le debo a mi hijo… necesito estar bien cuando lo encuentre que me vea bien como siempre le gustó".



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