La policía acreditable de Arturo Bermúdez; pero sin patrullas
•Gendarmes municipales en Villa Azueta, que egresaron con honores de la academia, andan a pie porque el alcalde no tiene dinero
•Cuando bien les va, les dan un aventón o les prestan una unidad en Protección Civil, pero es pura chatarra y delincuentes se burlan en sus huidas
•Con salarios bajos, deben pagar de su bolsa el equipo, no hay para chalecos ni balas; menos para reparar las patrullas obsoletas
•Alcalde presume que Javier Duarte lo felicitó por traerlos caminando; pues se acerca a la idea de Xalapa y Veracruz de que anden a pie y en bicicletas
La gente en Villa Azueta se percata de la proximidad de la patrulla no por el sonido de la sirena, sino por el ruido estridente de su motor viejo y los fierros oxidados de su carrocería.
Ignacio Carvajal/Villa Azueta, Veracruz/En Misión Especial
"Ni siquiera es patrulla; es una camioneta que a veces nos prestan los de Protección Civil", dice el policía al mando de la comandancia local de este municipio de más de 23 mil habitantes, y que se queja de la carencia de recursos para hacer frente a la delincuencia.
Villa Azueta está ubicada en una de las regiones más violentas de Veracruz: los llanos del sotavento. La conforman las localidades asentadas entre Cosamaloapan y Loma Bonita, pasando por Azueta, Juan Rodríguez Clara, Isla y San Juan Evangelista.
Ejecutados, asaltos, robo de ganado y tráfico de migrantes son a diario lo que comentan los pobladores de esta región productora de piña y de sanguinarios sicarios y secuestradores, y en donde su policía no tiene vehículos ni para trepar a los borrachitos que alteran el orden público.
"A veces nos ha tocado irnos a los auxilios caminando o de aventón", cuenta el oficial quien no duda en señalar la falta de respaldo del alcalde priista Pedro Arrioja Pérez.
En febrero de 2015, en el poblado de El Maguey, pistoleros sustrajeron de sus viviendas a Andrés Aguilar Naranjo, de 40 años de edad, y a Hugo Aguilar Casarín, de 16 años de edad, su nieto.
Los maleantes se marcharon en varios vehículos con rumbo a unos maizales, y minutos después regresaron y lanzaron al chico de 16 años al patio de donde se lo habían levantado hacía un rato. Los sujetos comenzaron a reclamar la presencia del padre del menor, pues era a él y al abuelo a quien en realidad querían.
Pero el sujeto no se presentó, y en cuanto pudo, lleno de golpes y sangrante, el chico se escapó. Los desconocidos se molestaron y rociaron gasolina en las viviendas de las víctimas y después les prendieron fuego antes de marcharse. Del abuelo ya no se supo más. Habían dicho que lo ejecutaron y había aparecido por Loma Bonita. Pero nada se confirmó. Se perdió en rumores y dichos de boca en boca como suele en los municipios ubicados sobre la carretera federal 145.
El policía cuenta que el día del ataque, como no había patrulla, tuvieron que irse caminando a donde El Maguey. Para cuando se presentaron, tal vez para su suerte, los pistoleros ya se habían retirado. Sólo había alaridos de dolor, llanto y aroma a quemado.
"Y así nos han pasado varias, luego pagamos el taxi o alguien nos da el apoyo para llevarnos a detener a alguien", relata.
"Una vez le sacamos una nota al Presidente porque traía a los policías a pie por todo el municipio, cuando lo volvimos a buscar para que nos diera su respuesta a la nota, dijo burlón que no le hacíamos nada, que ahora era famoso y que el gobernador Javier Duarte estaba bien contento. Que le había felicitado por el innovador programa de traer a pie a los policías, pues era la misma idea de la ”˜policía de proximidad”™ de su gobierno”, relató un periodista de la región.
Aunque la realidad de los oficiales es otra, la patrulla que usan de vez en cuanto es modelo 2003 y ya no le caben más números al tacómetro. La lámina luce picada y el cofre anda amarrado con un cable de plancha. La carrocería se zangolotea sin cesar cuando avanza con la misma gracia y velocidad que un elefante con reuma.
"A veces los delincuentes traen coches más rápidos, cuando eso pasa ya ni los seguimos o mejor le avisamos a la marina, que traen mejores unidades. Dependiendo la situación" relató otro oficial a las afueras de la comandancia, un inmueble que antes era vivienda.
"Nosotros mismos tuvimos que conseguir la pintura azul y blanca para pintar los logotipos oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública, pues somos elementos acreditables. Los 19 elementos cumplimos con el curso en Lencero y ahorita andan potros por allá" sigue.
El problema ahora es que pese a la promesa de subirles el sueldo y darles equipo si pasaban los exámenes, no se concretó. Llevan más de un año como acreditables, y no les suben el salario.
"No tenemos ni armas adecuadas, que se diga chalecos antibalas, el que traigo lo tuve que comprar con mis ahorros", dice el comandante a quien ya no le importa si el alcalde se molesta. Le preocupa la integridad de sus muchachos.
Es conocida la historia del anterior comandante de Villa Azueta, Fredy Montano. Uno que apareció decapitado en el interior de un coche particular, al parecer, víctima de un ajuste de cuentas entre grupos delictivos. Con un mensaje.
Los elementos que hoy vigilan desgastando la suela no quieren terminar ir por el camino torcido. Y a diario hacen toda clase de sacrificios para cuidar la cabecera y no caer en las tentaciones, pero la fe en el jefe ha ido a la baja. Lo último que se sabe del edil, es que la ambulancia donada en meses pasados por la Secretaría de Salud para atender rescates, se la llevó a su rancho y la asignó al trasladado de sus peones.
"Y la otra ambulancia, la viejita, la traen reparando alumbrado público, a veces nos quitan la patrulla de Protección Civil para echar a los lesionados en la batea y trasladarlos a las clínicas", cuenta otro elemento.
En cada entrevista, el titular de la SSP habla sobre el despido de miles de malos elementos en la SSP así como el egreso de una y otra generación de oficiales acreditables, más no se da cuenta si éstos están ganado el salario adecuado, en el caso de las corporaciones municipales, y si cuentan con el equipo adecuado.