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Barandal
Sábado 06 febrero, 2016

Tres profesiones desprestigiadas

•Polí­ticos, policí­as y reporteros
•Los más corruptos del mundo

PASAMANOS: Los oficios, profesiones, quehaceres, desempeños laborales, más desprestigiados son la polí­tica, la policí­a y el periodismo.
Incluso, según Latinobarómetro, que cada año mide la confianza ciudadana en América Latina, los polí­ticos, los policí­as y los reporteros están atrapados y sin salida en el sótano de la credibilidad pública.
Dice un reportero: “Jamás permitiré que mis hijos estudien periodismo”.

Luis Velázquez

En contraparte, muchos hijos de polí­ticos y policí­as (y también de trabajadores de la información) están metidos en tales oficios.
El ciudadano mira a un polí­tico y la primera imagen en las neuronas es que se trata de una persona corrupta.
La misma impresión causa un policí­a, quien, además, inspira miedo y terror, zozobra e incertidumbre.
En tanto, la imagen de los reporteros, según el ex diputado federal, Rafael Acosta Croda, es de “unos muertos de hambre”, y según Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, policí­a él mismo, “unos pinches”.
Pero el grueso de la población, aun cuando los lee, piensa, siente, cree que un reportero es una persona corrupta.
Desde luego, como en todo y en la viña del Señor, hay excepciones. Se ignora la inclinación de la balanza. Pero en todo caso se trata de casos singulares.
Habrí­a, pues, de preguntarse, si el lector está seguro, en todo caso, de conocer un polí­tico, un policí­a y/o un reportero honesto, í­ntegro, que haya caminado “en el pantano” del que hablaba Salvador Dí­az Mirón y su plumaje nunca haya sido salpicado ni enlodado.
Mucho se duda.
Tal cual, pobre destino de la población.
El polí­tico, encargado de generar el bienestar social, en la corrupción.
El policí­a, encargado de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes, en la corrupción.
El reportero, encargado de mantener informado con toda puntualidad a la sociedad, partiendo de la base de que una sociedad informada a plenitud posibilita la democracia exigiendo sus derechos constitucionales, también corrupto.

BALAUSTRADAS: Cada sexenio y trienios, en el caso de los presidentes municipales, aparecen más polí­ticos enriquecidos a la sombra y cobijo del poder público, y que por añadidura, también significa blindados por los órganos de fiscalización.
Cada vez la imagen de los policí­as está ligada, y por desgracia, a la delincuencia organizada, y aun cuando, y como en Veracruz, la elite duartista se la pasa diciendo que “no todo está podrido en Dinamarca”, se entenderí­a las excepciones, pero al mismo tiempo, casos como el secuestro policiaco de los cinco jóvenes de Playa Vicente en Tierra Blanca, siembran tanto el desconcierto como la certeza de narco/policí­as.
Y en el caso de los reporteros, la historia suele repetirse, incluso, de manera catastrófica, pues si antes (todaví­a hoy), la fama pública registra la alianza, digamos, mercantil, entre polí­ticos y trabajadores de la información, también en el ambiente se habla de reporteros ligados a los carteles, y con quienes suelen cobran su mensualidad.
Se insiste: por fortuna hay grandes excepciones, pero al mismo tiempo, con gran conocimiento sicológico de la naturaleza humana, Fernando Gutiérrez Barrios (el policí­a que mudó a polí­tico, dos de los oficios en la lista negra de la corrupción) aseguraba que en la vida pública solo puede conocerse a un hombre cuando se le coloca en un cargo público donde tiene presupuesto para ejercer, además, claro, de facultades autónomas para el ejercicio del poder.
Con todo, lo peor del asunto es la fama pública.
Por ejemplo, si el ciudadano mira venir en una banqueta a un policí­a y en la banqueta de enfrente a un manifiesto ladrón, ene millón de veces caminar en la acera donde viene el ladrón, porque éste roba y se va, y el policí­a, roba, madrea, detiene y encarcela por vejámenes a la autoridad.
Todos los polí­ticos se declaran honestos a prueba de bomba, nacidos, dicen ellos, para servir al pueblo, “nunca para servirme”, como por ejemplo, hace unas horas publicara Gerardo Buganza Salmerón en su cartita de renuncia a la candidatura independiente.

ESCALERAS: En la lista negra de la corrupción polí­tica, ningún partido polí­tico se salva.
En la fama pública, tan deshonestos los priistas como los panistas y perredistas, y los verdes y los petistas, para referirnos, digamos, a los partidos más antiguos, pues en el caso del Movimiento Ciudadano y MORENA apenas, apenitas están llegando al poder y ya se verá con los años.
En la lista negra de los policí­as municipales, estatales y federales, los estatales, por ejemplo, se curan en salud y tratan de inculpar de todo lo malo a los municipales, cuando en la rebatinga todos se mezclan y entremezclan, y pocos salen ilesos.
Y en la lista negra de los reporteros, como dijera el clásico de la biblia, que cada quien tire la primera piedra, aun cuando como Gerardo Buganza en su cartita de renuncia, se declare así­ mismo una persona honesta.
Hacia el final del dí­a, es honesto quien así­ lo decide, sin necesidad de caer en improperios a partir de alabanzas innecesarias.
El riesgo es que “la mujer del César debe serlo y parecerlo”, y como también reza el dicho ranchero, hay dos cositas en la vida que nunca pueden ocultarse, como son el amor y el dinero.
Por eso mismo, México ocupa uno de los primeros lugares mundiales en corrupción y en tal eje del mal los polí­ticos, los policí­as y los reporteros, incluidos, claro, los magnates periodí­sticos, se mantienen en el ranking.


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