Desde el mes de septiembre de 2012, la señora Aracely Salcedo espera el regreso de su hija Fernanda Rubí­, secuestrada en el interior de una disco en Orizaba.
Desde el 17 de septiembre de 2011, sus padres, el señor lustrador de zapatos, la señora ama de casa, esperan el regreso de su hijo, el reportero de la fuente policiaca, Gabriel Fonseca, levantado enfrente de la comandancia policiaca en Acayucan.
Desde el 11 de mayo de 2012, los padres y su esposa e hijo esperan el regreso del reportero policiaco, Cecilio Rodrí­guez Domí­nguez, desaparecido en Chinameca.
Desde el 23 de mayo de 2013, los padres de Sergio Lara Rosado, reportero policiaco en Cardel, esperan su regreso a casa.
Tal cual, en el Veracruz de la inseguridad (Arturo Bermúdez) y de la impunidad (Luis íngel Bravo Contreras) y de la indolencia (Javier Duarte), la esperanza para los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente se ha podrido.
Incluso, ellos esperan lo peor.
Por eso mismo, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ya comparó la desaparición de los muchachos con el caso de Ayotzinapa y sus 43 normalistas levantados por elementos policiacos y entregados, de igual forma que en Tierra Blanca, a los malandros.
Por eso mismo, Pepe Yunes, Héctor Yunes, Fernando Yunes y Miguel íngel Yunes Linares, entre tantos otros actores sociales, han planteado la Gendarmerí­a en Veracruz.
24 dí­as después, que cien policí­as rastrean la pista de los jóvenes y, bueno, son tan eficientes que ningún rastro.
Lo peor: siete policí­as, con su delegado de Seguridad Pública al frente, Marcos Condes Hernández, internados en el penal de Cosamaloapan, sujetos a juicio penal por desaparición forzada, aun cuando al mismo tiempo resulta inverosí­mil que ninguno haya declarado datos confiables sobre la entrega a los malosos.
Un presunto maloso, Francisco Navarrete, jefe, se afirma, de un cartel en la plaza Tierra Blanca, está detenido, con su hijo y un sicario, y no obstante, ninguna declaración sobre el destino de los cinco jóvenes, una chica de 16 años y cuatro jóvenes.

BALAUSTRADAS: La seguridad y la justicia en Veracruz están igual de podridas que la esperanza.
El único resultado del duartismo en los cinco años, dos meses y tres dí­as de gobernar y ejercer el poder es el desencanto. El hartazgo. La inconformidad social. El coraje popular. La indignación crónica. El desánimo colectivo.
Y lo peor, la indiferenciad del presidente Enrique Peña Nieto.
Indiferencia que significa complicidad, dejar hacer y dejar pasar, tu gobernador maneja Veracruz como si fuera tu hacienda porfirista, que yo, Los Pinos, te apoyo, basado, digamos, en el principio constitucional de la autonomí­a de los estados federativos.
Mal hecho, porque en contraparte, el peñismo ha “metido la mano” en Michoacán y Guerrero, con el par de gobernadores (Fausto Vallejo y íngel Aguirre) depuestos, además de un Comisionado en Tamaulipas (Egidio Torre acotado) como también el manotazo en Oaxaca (Gabino Cué acotado).
Pero además, el paraí­so terrenal para Miguel íngel Mancera, DF, ahora ciudad de México.
Por eso mismo, el desencanto absoluto en Veracruz, pues no obstante todas las desgracias de la caja de Pandora que está sucediendo aquí­, entre nosotros, el peñismo, un autista polí­tico.
Ni hablar, y aun cuando todo está dicho y como nadie hace caso, nada como aplicar la experiencia de vida de Andrés Gide, insistir una y otra vez.
Lo peor que los padres de Ayotzinapa y de Playa Vicente pueden hacer es dejar morir por inercia a sus hijos.
Tampoco han de permitirlo los amigos ni las ONG ni los colectivos ni menos, mucho menos, los medios, aun cuando, claro, y como dijera el clásico, como “el dueño de los fierros” se enoja, entonces, hay medios que por conveniencia económica se han arrugado y por tanto, olvidado el asunto.
También los senadores de la república y los diputados federales y los diputados locales y la elite eclesiástica de Veracruz se han olvidado de los 5 jóvenes levantados por elementos policiacos de Arturo Bermúdez en Tierra Blanca, a excepción del obispo de Veracruz que mañana oficiara misa en el pueblo.
Y el que calla, expresa el adagio ranchero, otorga. Y se vuelve cómplice.

ESCALERAS: Elena Poniatowska, ella que viviera la masacre de Tlatelolco en el movimiento estudiantil del 68, dice que los desaparecidos… desaparecidos están, ni siquiera vaya, en el limbo, porque nadie conoce su destino.
Desde entonces, la señora Susana Ibarra de Piedra busca a su hijo Jesús, levantado por las fuerzas policiacas en Nuevo León, comandadas por el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, entonces, director de la Federal de Seguridad.
Según el último recuento hay en la república más de 26 mil desaparecidos.
Tan solo en la región de Orizaba tienen documentada la desaparición de 90 personas.
Lo peor: entre los desaparecidos hay niños.
Lo peor: la Fiscalí­a de Veracruz ha ofrecido 250 mil pesos de recompensa a personas que ubiquen datos para localizar a los desaparecidos y ninguna respuesta.
El fracaso total y absoluto, pues.
Tal cual, el legado más abominable de Javier Duarte serán los desaparecidos, a tono con el panista Felipe Calderón Hinojosa, y a tono con Luis Echeverrí­a ílvarez y Gustavo Dí­az Ordaz (la guerra sucia) y Carlos Salinas de Gortari, en cuyo sexenio fueron desaparecidos y asesinados 600 perredistas.
Javier Duarte , en las grandes ligas de la historia.
Augusto Pinochet y Rafael Leónides Trujillo fueron unas caricaturas tirando vivas a las personas en las aguas del mar de la Zona Austral y en el Pací­fico y en el Océano Atlántico y Mar del Caribe.