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A Mil por Hora
Sábado 16 enero, 2016

Exige una madre piedad a Javier Duarte

Susana Tapia Garibo, 16 años, levantada por policí­as de Arturo Bermúdez en Tierra Blanca hace 120 horas
•Durante seis meses ahorró para comprarse unos pantalones en plaza Américas •“Ya me voy, mami”; desde entonces, la cardí­aca espera •“Mami, ya llegué a Boca del Rí­o. Te aviso cualquier cosa" •“Tengo fe en Dios. Mis otros hijos no tienen papá. Y por todos ellos necesito mantenerme fuerte”

Crónica de Miguel íngel León Carmona

  • Última foto de Susana

  • Altar para Susana y sus amigos

  • Un día más sin noticias de los cinco jóvenes desaparecidos

“Quiero que me traigan a mi hija, abrazarla, cubrirla de besos y llevármela a casa. Es lo que me mantiene firme. Me ofrecen pastillas para los nervios, para que me relaje, yo les digo que sí­, pero menos de las que te agarra sueño, debo estar despierta para cuando regrese”.

Carmen Garibo Maciel es una de las cinco madres de Playa Vicente, cornadas por la bestia sórdida de la inseguridad en Veracruz. “No nos iremos de aquí­ hasta que nos traigan a los hijos”, es su grito de protesta desde las instalaciones del Ministerio Público de Tierra Blanca, a escasos 100 metros del sitio donde sus jóvenes fueron grabados con vida por última vez, con base en la denuncia 27/2016.

Hace 120 horas que elementos de la seguridad pública del estado no solamente raptaron a sus hijos, se llevaron también su tranquilidad, su vida misma, declaran sollozas las madres. Desde entonces, incontables plegarias eucarí­sticas han sido ofrecidas por la salud de sus desaparecidos, y a la vez por los agresores, “Pedimos a Dios que les recuerde que también tienen madre y hermanas”.

La entrevistada, es madre de Susana Tapia Garibo, la ví­ctima de 16 años entre los desaparecidos de Playa Vicente. Conserva en el celular la última foto con vida, sonriente, que le hizo llegar el ocho de enero de 2016, a dos dí­as del aberrante suceso, a 24 horas de perderla.

Tirada en el pavimento, sin haber podido dormir 120 horas, desde la dependencia abandonada donde las autoridades del estado alojaron a las madres, desde ahí­, la señora Carmen Garibo comparte su historia, describe además a la menor de edad, a la hija, a la niña agredida por la deslealtad policial.

ME PIDIÓ PERMISO PARA IR A VERACRUZ

Susana Tapia Garibo, despertó a las nueve de la mañana, su madre desatendió un rato la tienda de abarrotes familiar para cocinarle huevos con jamón, desayunó y se bañó enseguida, recogió los trates sucios de la mesa, barrió la cocina. Se estaba ganando su primer permiso para salir de Playa Vicente, Veracruz. “Madre, ¿me das permiso de salir con mis amigos a Boca del Rí­o?”.

La adolescente explicó que se trataba del cumpleaños número 27 de su amigo Mario Arturo Orozco, además irí­a con Bernardo Bení­tez Arróniz, hijo de su maestra durante dos años en el nivel preescolar. Asistirí­an al bar La Berrinchuda, ahí­ escucharí­an música de banda en vivo, la favorita de “Susy”, como llaman los cuatro hermanos a la mujer más pequeña de la casa.

“Órale, mamita, nomás pórtate bien, vete con mucho cuidado“

La jovencita, entusiasmada, comenzó a arreglarse; pasarí­an por ella en punto de las tres de la tarde, mientras aprovechó para aplicar esmalte color negro en las uñas de sus pies, además de alaciar su cabello café castaño oscuro y preparar su par de mudas que usarí­a el fin de semana.

“Todaví­a me dijo que ocuparí­a sus ahorros de seis meses para comprarse pantalones en la Plaza Américas, le dije que estaba bien”, comparte la madre con la mirada perdida. Susana Tapia llevaba consigo tres mil pesos en efectivo, en una cartera color rosado mexicano.

La hora acordada llegó, un claxon proveniente del Jetta, color gris, placas: 566-XNS, de su amigo Mario Arturo Orozco la esperaba afuera de su domicilio. La despedida se dio entonces; fue el último contacto fí­sico que tuvieran madre e hija. No supo doña Carmen Garibo que la bendición que le entregó el sábado ocho de enero de 2016 serí­a lo único que la acompañarí­a en un viaje que lleva siete dí­as sin terminar.

“Ya me voy, mami".

“Órale pues, mamita, te vas con cuidado”, se despidieron de un beso en la mejilla.

Salió aquella tarde, luciendo un vestido holgado, sin mangas, color negro, adornado con flores en tonos rosados, a la altura de las rodillas. Llevó unas sandalias color dorado, dejando al descubierto sus uñas de los pies pintadas de negro.

Susy se caracteriza entre sus familiares por preocuparse siempre por su apariencia fí­sica. Mujer de piel morena clara, ojos color miel, delgada, de nariz afilada, labios diminutos, suele depilar sus cejas. Acostumbra ir al gimnasio, a caminar por la unidad, “Como toda niña no quiere engordar”.

Una señorita alegre, sociable, platicona, popular en el pueblo, es la consentida de la casa, asegura su madre, con una sonrisa que apenas se asoma entre su rostro deprimido. Le encanta bailar reggaeton y música electrónica. Se la pasa escuchando temas de Julión ílvarez, Calibre 50 y La Adictiva. Gusta de escuchar música con sus audí­fonos, platicar en el WhatsApp y Facebook.

“No estaba estudiando, por problemas económicos no pudimos sacar la ficha para ingresar al Colegio de Bachilleres del Estado de Veracruz, (COBAEV) 13, en Playa Vicente. Me dijo que no me preocupara, para este año iba a regresar a hacer la preparatoria abierta en la ciudad de Tuxtepec, Oaxaca.

NOCHES ANTERIORES PRESENTí ALGO MALO

Carmen Garibo Maciel confiesa que noches previas al levantamiento cometido por: René Pelayo Vidal, Luis Rey Landeche Colorado, Omar Cruz Santos y Edgar Omar Ruí­z Tecalco, los cuatro policí­as detenidos por la Fiscalí­a General del Estado, (FGE), ella no pudo dormir, presintió un mal acontecimiento, nunca pensó que se tratarí­a de su pequeña Susy.

“Ya llegué a Boca del Rí­o, mami. Te aviso cualquier cosa, te amo“. Así­ el sábado nueve de enero, comenzó para Susana Tapia Garibo.

Cayó la tarde, la joven avisó que estarí­an en el antro La Berrinchuda, incluso mandó la última fotografí­a ante de salir a cantar música de banda en vivo. En la imagen se le ve planchando una camisa color rosado de uno de sus cuatro amigos, se le nota alegre con su atuendo color negro y saco en tonos dorados, previo a su noche de fiesta.

La noche pasó sin inconvenientes, Susy se reportó con su madre durante toda la noche, tuvo permiso ví­a celular de ingerir bebidas alcohólicas. “Una piña colada, no más”, advirtió la madre.

Se reportó el domingo diez de enero a las diez de la mañana: “Estamos bien, mami, buenos dí­as, voy a ir a desayunar con los muchachos, te amo”. Susana fue a Plaza Las Américas a comprar sus pantalones. El segundo cometido del viaje de fin de semana se habí­a realizado, todo marchaba a la normalidad.

El resto del domingo Susana Tapia lo gastó descansando en la casa donde se hospedó, sus cuatro compañeros asistieron al casino Caliente, ella no los acompañó pues seguramente le impedirí­an la entrada por ser menor de edad.

Así­ terminaba el fin de semana. El grupo de cinco amigos regresarí­a la mañana siguiente. Por su parte, los hermanos de Susy acordaron asar carnes en familia para recibirla, serí­a sorpresa. Sin saber que su hermana, la más pequeña no regresarí­a a Playa Vicente, policí­as estatales lo impedirí­an.

ESTOY EN TIERRA BLANCA, AHORITA LLEGO, MAMI

Salieron finalmente de Boca del Rí­o el lunes 11 de enero a las diez de la mañana. Hora con veinte minutos más tarde su hermana, quien por seguridad será omitido su nombre, se comunicó con ella, “¡Hepa! ¿Qué haces?

Susana dio la última contestación, el último registro que se tiene de los cinco viajeros, la referencia que servirí­a posteriormente para buscarlos en un perí­metro más reducido, para reclamar las grabaciones que hoy tienen detenidos a cuatro elementos de la policí­a estatal.

A partir de ese momento se perderí­a todo tipo de contacto con Susana Tapia Garibo, a las 13:00 horas con 31 minutos los mensajes en WhatsApp no serí­an leí­dos.

El tiempo comenzó a morir, pasaron las tres, cuatro, cinco de la tarde, la preocupación comenzaba a aparecer en la familia, al comienzo, trataron de culpar a la poca señal de teléfono que hay en el tramo carretero Tierra Blanca -Playa Vicente, o una pinchadura en las llantas.

Sin embargo, la vida cambiarí­a para la familia Tapia Garibo a las 17: 30 horas, cuando la hermana de José Alfredo González Dí­az las llamarí­a para reunirse en casa del otro desaparecido Bernardo Bení­tez Arróniz. Por información de un conocido del pueblo, a los cinco hijos los habí­an levantado, estaban en problemas.

Fue así­ como la intensa búsqueda inició, los hombres salieron en camionetas, las mujeres se quedaron en casa a orar por el pronto regreso de su hija. “Yo no dejaba de marcar a su teléfono; pero nada. Una desesperación horrible, al no saber nada, no tengo palabras, dónde están, qué les pasó. No sabes qué hacer”. Comenta la madre mientras se ahoga en lágrimas.

NO TENGO MIEDO; POR MI HIJA DOY LA VIDA

“Mi niña lleva tos, me preocupa que se pueda poner peor, no sé si está amarrada, tirada en el piso, no quiero que tenga frí­o, no sé si le duela la garganta, son tantas cosas horribles que pienso como madre de una niña de 16 años”.

Doña Carmen enciende una veladora frente a la fotografí­a de su hija sonriendo, realiza lecturas bí­blicas, pregunta si hay noticias a sus conocidos, pero la respuesta es la misma multiplicada por cinco. Doña Carmen tiembla de sus manos, se levanta de momento, rasca su cabeza, está impaciente.

“Algunos dicen que pareciera un sueño todo esto, pero no es así­, estoy consciente, lo estoy viviendo, me duele. Hubiera preferido mil veces que me hubieran llevado a mí­ y no a mi Susy. Tengo la esperanza en Dios que va a aparecer. Debo ser fuerte por mis otros hijos, no tienen papá y todaví­a tengo obligaciones”.

Doña Carmen Garibo Maciel debe terminar la entrevista, preparará pancartas para sus familiares que serán distribuidas en la ciudad de Xalapa, Playa Vicente, Tierra Blanca, sin importar el operativo policiaco y militar que ronda a las afueras del Ministerio Público, ella no dejará de gritar hasta que su hija aparezca. “No tengo miedo. Por mi hija, doy mi vida”.

Para terminar, lanza tres discursos, dirigidos a los agresores que tienen a Susana Tapia, a ella y a las autoridades; palabras de una madre herida de muerte con la desaparición de su jovencita. Frases acompañadas de llanto incontrolable, sus cuatro hijos la toman del brazo para no desfallecer:

“A las personas que la tienen les digo que no sean inhumanos, que se compadezcan de este sufrimiento de madre, que piensen que también tienen mamás y hermanas. Nosotros no queremos problemas con nadie, devuélvanos a nuestros hijos y nos vamos a casa”.

“A las autoridades, les digo que no nos abandonen, que se apiaden de nosotros, que se pongan en nuestro lugar. Estamos aquí­ en el suelo, no se han podido aparecer por acá a darnos la cara. Los estamos esperando, no nos vamos a mover “.

Finalmente, Carmen Garibo, utiliza la entrevista y este escrito como medio de comunicación, pega sus labios húmedos en la bocina del celular y desprende con dificultad: “Mamita, te estoy buscando. Échale muchas ganas, mi niña. Aquí­ está esperando tu madre a que vuelvas. Te quiero mucho, madrecita”.




15 comentario(s)

albañil 21 Jul, 2016 - 11:52
Éste, es un mensaje para todos: PUDRANSE

LAURA 12 Feb, 2016 - 20:41
muy lamentable este suceso y dios quiera y estos padres sean muy fuertes para poder con esta prueba tan grande que se les a puesto. y pues si la verdad yo tampoco entiendo como una mamá pudo aver dejado ir sola a su hija de 16 años con 4 hombres todo un fin de semana la verdad no lo entiendo !!!

CLAUDIA 22 Ene, 2016 - 16:00
Los valores ya se han perdido demasiado. Yo no juzgo pero si debo compartir que esto debe tomarse como una LECCIÓN y no solo para la madre angustiada, sino para TODOS los padres ya que lamentablemente el permitirle ir fue el peor error de esta madrea. A los hijos se les dedica tiempo, se platica con ellos para poderlos conocer, era una jovencita, y como bien dicen arriba: no tenia dinero para la inscripcion pero si para comprar pantalones , ir de farra , no hombre! PADRES: SEAMOS RESPONSABLES pidamos dirección a Dios. Busquemos a Dios no como bombero (en las pruebas, en el fuego del sufrimiento) sino en TODO MOMENTO pues si hubiera sido sabia la madre (la sabiduria integral la da da Dios) no le hubiera permitido ir con 4 hombres y que son mucho mayores que ella. Que pena. Padres, miremos esto como un ejemplo de lo que NO hay que hacer.

Diana 20 Ene, 2016 - 01:37
Yo opino lo mismo, lo siento mucho porque no se le desea a nadie pero hay una frase que la hago efectiva y es mejor decirle no a los hijos de que lloren ellos a nosotros porque algo les pase. Señora usted le dió permiso a una menor, de irse 3 dias con puros hombres a un antro (donde se supone no entran menores) y de tomar con ellos aunque sea una piñita, que no pensó que estaria en peligro? que le garantizaba que no le pasaria nada? pjala realmente este viva, regrese y usted deje de dar permisos asi a la ligera. Si es una critica porque soy madre y si no le hubiera dado el permiso quizas no estaria llorando.

Raul 18 Ene, 2016 - 23:21
16 añitos y dejandola ir sola un fin de semana con 5 hombres mucho mayores a otra ciudad esta canijo!!!! Ojala aparezca la niña y enmende su camino y en vez de ahorrar para pantalones ahorre para estudiar y salir avante.

Hugo Santamaria 18 Ene, 2016 - 12:44
Estúpido comentario el de arriba. Criminaliza a las víctimas y presupone actividad criminal en los jovenes. Ahora resulta que entrar a un casino es sinonimo de maldad. Mentalidad retrógrada del que comenta. Da pena ajena.
.

18 Ene, 2016 - 11:38
Que idiota y estúpido tu comentario.

Carmen 18 Ene, 2016 - 06:12
Esta bueno el cuento. La narración no parece noticia.

dios los bendiga y los aguarde yo no jusgo al contrario le pido a dios q se apiade de jente inocente 18 Ene, 2016 - 04:24

Anonimo 18 Ene, 2016 - 03:24
pues sea lo que sea lo que se refleja es el arrepentimiento de una madre sufrida, eso del hubiera ya no existe lo que hubiera hecho, ahora queda el dolor que tiene la seňora y muchas madres porque no es solo el primer "SUPUESTO LEVANTON" QUE hacen ni en el país ni en el estado SEA HUMANO.
Ya ahora no se puede confiar de nadie, porque fuerón supuestos policias. LOS PRIVARÓN DE SU LIBERTAD y que hacen todos? vivir engaňados, el gobierno es lo peor que hay en el pais.

18 Ene, 2016 - 02:46
Que mentalidadtan pobre tienes Gil, dios quiera nunca te pase algo simular para que te tragues tus palabras.

Omar 18 Ene, 2016 - 02:16
Ahora si se preocupa por la tos de la niña, pero que tal le dio permiso para pasar el fin de semana fuera de casa con 4hombres mayores de edad e incluso ir a un bar y tomar "una piña colada nada más"

tania 18 Ene, 2016 - 01:59
ESTE MENSAJE ES PARA GIL:

ERES UNA PERSONA ESTUPIDA, SIN SENTIMIENTOS, TE PONES A CRITICAR A UNA MADRE, A JUZGAR A OTROS Y TU NO ERES UN SANTO PORQUE TE COMES A LOS SEMAJANTES. PRIMERO ANALIZA TU PINCHE VIDA QUE AL PARECER NO TIENES NI QUIEN TE QUIERA, Y ESO ES PORQUE ERES UN POBRE ESTUPIDO.

Rodrigo 17 Ene, 2016 - 23:19
Si bien es cierto que se han perdido algunos límites que nos sirven para evitar estos inconcenientes, también es verdad, que no necesitas ser barco, para que un pobre gato venido a más, por el simple hecho de tener un uniforme y permiso de portar un atma, haga de las suyas, yo creó q hay mucho que aprender de esto, desde muchos aspectos de la vida, pero no creó q sea conveniente apuntar y dar opiniones o comentarios como el de arriba, ya que nada productivo ni útil sale de la recriminación, esperó que jamás se vea el autor de tal comentario en una posición, como la que hoy nos atañe, y para la familia de esta chica, sólo puedo enviarle buena vibra y deseo de que esto termine lo más pronto y mejor posible

Gil 17 Ene, 2016 - 22:33
Para empezar si la hubiera querido de verdad no la hubiera dejado ir a esa edad a vivir la vida loca, y quien sabe en que andaban metidos los supuestos amigos que hasta en casinos se metían,este es el problema de los padres de ahora todo le permiten a los hijos creyendo que les hacen un bien manteniendo olgazanes y hay están las consecuencias.

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