Jodido el campo en Veracruz
•Más jodidos indígenas, campesinos y productores
•Jornaleros de 70 pesos diarios
•Remesas, sostén de la economía jarocha
•Migración y trabajo sexual, salidas para llevar el itacate a casa
•La peor educación, la peor salud pública, la peor seguridad y la peor expectativa laboral en las zonas rurales
•Peña Nieto celebrará aquí la promulgación de la ley agraria
Luis Velázquez
El 6 de enero, 2016, el presidente de la república conmemorará la promulgación de la ley agraria aquí, en Veracruz, donde Venustiano Carranza la dictara a su secretario particular, cada tarde, cuando salían a trotar en caballo en Playa Norte.
Y sin embargo el hecho histórico, el campo en Veracruz, como en el resto del país, está convertido en un fracaso económico y social por todos lados.
Uno. Por vez primera en su historia, la tierra jarocha está convertida en una entidad federativa migratoria más, donde los indígenas, campesinos, obreros y hasta profesionales migran a Estados Unidos y a los campos agrícolas del Valle de San Quintín, sometidos a haciendas porfiristas manejadas como campos de concentración.
Incluso, la migración es tan importante que las remesas están consideradas en el sostén de la economía jarocha, por encima de los ingresos de la caña de azúcar, el café y los cítricos, el trío de cultivos tradicionales y básicos.
Dos. La migración a Estados Unidos ha originado una sórdida desintegración familiar en Veracruz. Por un lado, los jefes de familia que se anclan en el otro lado con nuevas relaciones familiares y con hijos. Y por el otro, las familias aquí en Veracruz en el abandono económico y a la deriva social. Y todavía peor, una ONG asegura que la prostitución femenina de las indígenas se ha disparado, buscando el itacate a casa por el camino más fácil, el único, ante la baja calidad educativa y la incapacidad laboral.
Tres. Pero, además, con otra circunstancia: los esposos que regresan en tiempo vacacional a sus casas suelen transmitir el Sida a sus parejas, pues en el otro lado se infectaron con la prostitución barata.
Cuatro. Cada vez la población indígena y campesina migra a las ciudades de Veracruz con mejores posibilidades y se integran en las colonias populares, multiplicando los cinturones de miseria.
Según el CONEVAL, por ejemplo, de cada diez habitantes de Veracruz seis están atrapados y sin salida en la miseria y la pobreza.
Y los municipios punteros en la jodidez son Veracruz, Xalapa y Banderilla.
Cinco. La pobreza indígena y campesina, hombres del campo, se mide así: el jornal desde antes de que el sol aparece hasta que la luna alumbra el surco es de 70 pesos diarios.
Y el fin de semana, día de pago, hacia el viernes y sábado en cada pueblo llegan las trabajadoras sexuales a la cantina para quedarse con la mitad de “la raya”.
Seis. En las regiones campesinas de Veracruz se concentra la población analfabeta, calculada según los Cuadernillos Municipales de la SEFIPLAN y el INEGI, en 650 mil personas de 14 años de edad en adelante.
Pero, además, una buena parte del millón de personas con educación primaria inconclusa se ubican en tales regiones geográficas.
Siete. Los campesinos y los indígenas son migrantes en su propia tierra para, y por ejemplo, el cultivo de la caña, el café y los cítricos, y por lo regular, condenados a vivir en galerones, todos hacinados, y lo peor, confinados.
Ocho. El campo jarocho mudado en siembra de mariguana y estupefacientes en vez de los productos básicos, que solo están quedando y cada vez en reducido espacio, para el autocultivo.
Nueve. La peor educación, en las regiones campesinas e indígenas. La peor salud pública, en el campo. La peor situación laboral, en el campo. El peor sistema de seguridad, en el campo. El peor sistema de justicia, en el campo. Por ejemplo, 900 indígenas están presos en los penales de Veracruz solo por robarse un pollito, una gallinita, para llevar el itacate a casa. Y lo peor, en esta navidad ninguno fue liberado, como ha ocurrido en otros años.
Diez. El penúltimo dato de la jodidez campesina en Veracruz: las teles que la secretaría de Desarrollo Social está regalando para el llamado “apagón analógico” a los indígenas y campesinos… las están vendiendo para tener dinerito en efectivo.
Once. Los carteles que disputan la plaza Veracruz (los Zetas, Jalisco Nueva Generación y Del Golfo, según la DEA y la PGR) se han aposentado en las zonas campesinas e indígenas, donde, además, establecieron sus cuarteles para desde ahí operar a nivel regional.
De paso, dueños de la población a la que en muchos casos mantienen sitiada.
Doce. La indolencia, mejor dicho, el menosprecio, la indiferencia, la apatía y el valemadrismo del duartismo a las zonas indígenas y campesinas se documenta con lo siguiente: en cinco años y un mes del sexenio nunca Javier Duarte ha estado en tales demarcaciones. Tampoco por añadidura la mayoría de secretarios del gabinete legal, incluso, ninguno.
Y cuando ha sido de manera excepcional con tráfico de intereses políticos de por medio:
Gabriel Deantes, por ejemplo, atrás de la candidatura priista a diputado local por el distrito indígena de Zongolica.
Jorge Alejandro Carvallo Delfín, acompañado de un ejército reporteril, para tomarse la foto cuando estuviera en la SEDESOL.
Ni una vez, ni de fin de semana, entrada por salida, los secretarios de Desarrollo Económico, el finito y exquisitito Truman Capote del siglo XXI en Veracruz, Érik Porres Blesa, y de Desarrollo Económico, Ramón Ferrari Pardiño, soñando con imponer a su hijito de candidato pluri a diputado local.
Ni una sola ocasión tampoco Astrid Elías Mansur, directora del DIF estatal, y menos la presidenta.
¡Ah! para el 6 de enero, 5 mil mujeres que del campo serán congregadas para aplaudir a Enrique Peña Nieto en un congreso campesino femenil.