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Malecón del paseo
Martes 01 diciembre, 2015

Las miradas de Duarte

•La mirada colérica
•La mirada azucarada

TIPOS DE MIRADAS PARA CADA OCASIÓN

EMBARCADERO: Javier Duarte tiene un tipo de mirada diferente para toda ocasión, aun cuando por lo regular predominan algunas, las siguientes:
La mirada colérica: dí­cese de la mirada utilizada en los momentos volcánicos y huracanados, que en los últimos cinco años han sido los más.
Tal mirada ha sido manifiesta, por ejemplo, cuando en las ruedas de prensa se escapa por ahí­ la pregunta incómoda de un reportero.
También, cuando los padres de los desaparecidos se adueñan de la ví­a pública.
Y cuando le bloquean carreteras y autopistas exigiendo obra pública ofrecida, jamás cumplida.
Y cuando la gente lo ha abucheado como el primer dí­a en el Teatro del Estado cuando llegara a un concierto y/o en el estadio Luis “Pirata” de la Fuente en un partido.
Y cuando le mencionan los nombres de Miguel íngel Yunes Linares, Héctor Yunes Landa y/o Pepe Yunes Zorrilla.
Y cuando le informaran que ni modo, Ana Guadalupe Ingram habí­a perdido la candidatura a diputada federal.
Y cuando, por añadidura, perdiera el control de un Jefe de Estado y denunciara que por culpa de un par de polí­ticos enanos (que así­ le hicieron creer), la Barbie legislativa fuera tronada en las urnas.

Luis Velázquez

  • La mirada más famosa de Duarte/Foto de Rubén Espinosa

Y cuando alguno de sus cercanos lo acelera con un informe incómodo.

Y/o cuando reporteros defeños le han preguntado sobre algún trabajador de la información asesinado en Veracruz.

Y/o cuando la rectora de la Universidad Veracruzana le mandó a cobrar a través de Flavino Rí­os Alvarado los dos mil millones de pesos que le deben.

Así­, la mirada colérica de Duarte es la más famosa en el paí­s y también en el extranjero, toda vez que el llamado sexenio próspero ha caminado por el mundo, primero, “como el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”, y luego, como “el panteón de migrantes más largo y extenso del paí­s”.

LA MIRADA DE “A SUS ÓRDENES, SEÑOR”

ROMPEOLAS: Duarte tiene otra mirada. Es la mirada agradable, simpática, feliz, contenta, satisfecha, lecho de rosas, miel con hojuelas, tierna incluso, es más “a sus órdenes, señor”.

Es la que usa cuando está entre los suyos, a gusto, soñando todos con el mundo color de rosa y rosado que abrigan en su utopí­a, ajenos al mundanal ruido de la protesta social, el grito callejero y la indignación crónica.

Es la misma que practica cuando está, digamos, ante el presidente de la república, a quien mira como un niño a su héroe, por ejemplo, Superman, una mirada toda sumisión y vasallaje, sí­ señor, usted manda, usted ordéneme, me tiro al piso, “un menosprecio de usted es peor que el menosprecio de mi esposa”.

Y más, mucho más, cuando suele contar chistecitos y chismecitos y cuando, por añadidura, se vuelve un hombre agradable que hace reí­r a todos, al grado de pitorrearse de sí­ mismo para de tal forma hacer reí­r mucho más.

Ha de ser, sin duda, la mirada complaciente cuando está ante los llamados “Chamacos de la fidelidad”, sus “compañeros de proyectos”, pitorreándose de todo y de todos, creyéndose lo que son, dueños del dí­a y de la noche y del destino común de la población de Veracruz, pero más aún, de los polí­ticos.

¡Ah!, pero entonces, que por favorcito, nadie, absolutamente nadie se le acerque para informarle de un imprevisto (un tiroteo, un muerto, un secuestrado, un desaparecido, una fosa clandestina, un reclamo más de la deuda pública, etcétera), porque entonces, a la velocidad de los años luz la mirada azucarada cambia por la mirada colérica, pues en el fondo es un hombre explosivo, intenso, frenético, bipolar, influenciable.

UN POEMA LA MIRADA DE DUARTE

ASTILLEROS: Se ignora, por ejemplo, el tono de su mirada cuando está ante el góber fogoso.

Y cuando, digamos, juega con sus seis perros, sus mascotas, y acaricia a cada uno y le llama con cariño por sus nombres.

Y cuando está con sus hijos y su esposa.

Y cuando por ahí­, naturaleza humana al fin, se le atraviesa alguna Barbie desconocida.

Y cuando está en privado con el secretario de Seguridad Pública y/o el Fiscal General, y más cuando el Fiscal se pone a cantar con unas copitas.

No obstante, su mirada colérica infunde miedo, terror, zozobra, incertidumbre, y quizá por eso mismo el director de un periódico impreso tiene colgada en su despacho la foto con tal mirada en primer plano, incluso, ampliada y editada, para acentuar la expresión visual, como si fuera, digamos, un actor en una pelí­cula de terror.

Sólo de la mirada colérica de Duarte podrí­a filmarse un cortometraje, escribirse un cuento o un poema, redactarse una crónica excepcional.


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