cargando

En twitter:

Crónicas
Lunes 23 noviembre, 2015

14 meses preguntando en el MP por su hijo desaparecido

Randy Mendoza Campos, de 22 años, fue levantando el sábado dos de agosto de 2014
•“Se fue a la borrachera con los cuates o se fue con la novia o usted se peleó con él" le dijo el Agente del Ministerio Público de Orizaba, burlón, hiriente, ofensivo
•“Señora, aquí­ el experto soy yo" todaví­a le reviró ante la insistencia
•Disfrazada de prostituta hasta en los antros lo ha buscado


Crónica de Miguel Angel León Carmona

  • Randy Mendoza Campos, desapareció en 2014 en la zona Orizaba-Córdoba

  • Randy Mendoza Campos, desapareció en 2014 en la zona Orizaba-Córdoba

  • Randy Mendoza Campos, desapareció en 2014 en la zona Orizaba-Córdoba

“Desde que perdí­ a mi hijo, cada tarde a las cuatro en punto, acudo al maldito ministerio público a solicitar noticias. Llevo un año y dos meses sin faltar un solo dí­a. No sé por qué insisto, si ya memoricé su respuesta: “””Nada, señora”””. Tengo fe de que un dí­a lo encuentren”.

Eloí­sa Campos Castillo no llora, prefiere apretar un trapo de cocina mientras comparte su tragedia. Es otra madre veracruzana del presente sexenio que deambula solitaria por las calles, en busca de los 70 desaparecidos en la región Córdoba - Orizaba.

La mujer de 52 años describe su encierro claustrofóbico en la Agencia Primera del Ministerio Público Investigador Sector Norte, en Orizaba, Veracruz. Además, detalla el monstruo burocrático que 132 madres en Veracruz han enfrentado al denunciar la desaparición de sus hijos.

El sábado dos de agosto de 2014 fue el último dí­a que se vio con vida al joven de 22 años, Randy Mendoza Campos. Doña Eloí­sa tuvo que aguardar 72 horas para que sus llantos fueran socorridos por las autoridades municipales.

No obstante, de acuerdo con el artí­culo 12, cláusula II de la Convención internacional para la protección de todas las personas contra desapariciones forzadas, los mandos municipales deben iniciar una investigación inmediata, aún cuando no se haya presentado una denuncia formal.

Ante la inoperancia municipal, la familia Mendoza Campos realizó una búsqueda exhaustiva durante tres dí­as; visitaron comandancias y funerarias de ocho municipios aledaños. Desde Córdoba a Maltrata, Veracruz, un perí­metro de 100 kilómetros. Pero no habí­a indicios del familiar.

Tomada del brazo de su hijo menor, la madre inconsolable entró a las instalaciones del M.P. en punto de las nueve de la mañana del martes cinco de agosto, agotadas las 72 horas que les habí­an dictado.

“Entras a otra realidad. Nadie se preocupa por ti ahí­ adentro. Luego de 20 minutos llegó el licenciado Miguel íngel Palacios, quién tomarí­a mi caso”. “

-Pase, señora. Nada más usted. Advierto que el proceso no lleva su tiempo.

Al principio tuve confianza. Me senté y le agradecí­. Esperaba una intervención inmediata; que hiciera llamadas a otros municipios, que me pidiera datos especí­ficos, o por los menos que se hiciera el interesado. Fueron las 12 horas más inútiles de mi vida”.
.
-A ver señora, ¿cómo afirma que su hijo está desaparecido?, seguramente está con los cuates de borrachera o se escapó con la novia. Así­ pasa a menudo.

“No licenciado, si vine aquí­ es porque algo anda mal, créame. Nunca mi hijo se habí­a ausentado por tres dí­as, y mucho menos sin reportarse. Tiene una bebé de un año y no puede estar sin ella. No debe andar lejos. ¡Ayúdeme, por favor!

-¿No se peleó con él? ¡Haga memoria!.

-Claro qué no. Todaví­a le di de comer el sábado en la tarde. Lo fui a ver a su trabajo y estaba a punto de salir. Nos abrazamos. Era un sábado común y corriente. No tení­a por qué desaparecer.

-¡Qué extraño! ¿Ya le llamó a su teléfono? ¿A la novia? ¿A sus familiares?

-Licenciado, llevo tres dí­as sin saber de él. Créame que no he parado de llamarle, pero me manda a buzón. Ya lo buscamos hasta por debajo de las piedras. ¿Es necesario todo este cuestionamiento?

-A ver señora, aquí­ el experto soy yo. Por supuesto que es necesario.

Habí­an transcurrido tres horas de preguntas banales, a doña Eloí­sa la trasladaron a una oficina oscura repleta de documentos apilados, donde finalmente rendirí­a su denuncia.

-Pase usted, Me debe contestar unos oficios.

“Yo no querí­a entrar, pensé en largarme de ahí­. Correr y buscar a mi hijo, pedir ayuda en las redes sociales, pegar su foto en postes, tení­a tantas cosas por hacer… lo menos que querí­a era sentarme a llenar hojas”.

Finalmente, a las 11: 30 horas del martes cinco de agosto, se abrió el expediente con número 680 / 2014/ s/n. Páginas foliadas comenzaron a llenarse con rastros lagrimales. Eloisa debí­a relatar puntualmente la última vez que vio a Randy Jesús Mendoza Campos.

“Mi pesadilla inició el sábado dos de agosto. Regresé de mi trabajo a las tres y media. Randy ya me esperaba para comer. Preparé su platillo favorito; papas a la francesa con salsa macha. Desde entonces, la receta ha quedado prohibida en casa. Perdí­ el gusto por cocinar y hasta el apetito”.

“Comimos de carrera, mi hijo debí­a regresar a sus labores. Me despidió en la puerta de la vecindad:

-¿Tienen planes para la noche, gorda?”””, “No, mi amor. Te espero a cenar. No llegues tarde por favor.

Randy Mendoza salió de su casa a paso veloz, llevaba unos minutos de retraso. Vestí­a pantalón de mezclilla oscura, camiseta verde cuello en v, botas color café tipo industrial. “Todaví­a, antes de comer pasó con el peluquero. Se fue bien peinado mi muchacho”.

Era una tarde trivial para la familia Mendoza Campos. A las 17:00 horas los rumores de vecindario anunciaron un operativo de seguridad en la calle Francisco I. Madero, cerca de la óptima Vista Joven, el último trabajo del desaparecido.

“Las cosas en ese tiempo ya estaban feas. Dos meses atrás habí­an levantado a un vecino. Decidí­ marcarle al celular y no contestó. Entonces salí­ a buscarlo”.

“Ahí­ estaba mi muchacho, guardo ese último recuerdo; recargado en el mostrador del negocio me miraba sonriendo a lo lejos, abriendo sus brazos para abrazarme”.

“¿Por qué no contestas, hijo?” ”” “Me quedé sin pila, pero no te preocupes, sólo se llevaron piraterí­a y costales de fayuca los ministeriales. Ya casi salgo. ¿Me esperas? ””“. “No, termina. Me adelanto por algo para cenar. Te apuras, mi amor”.

“Todaví­a vi a mi niño media hora antes de salir de su trabajo. “¿Por qué no lo esperé?, ¿Por qué me fui? Eloí­sa estalla en llanto, el lacerante “hubiera” carcome la conciencia de la madre.

-¿No andará en malos pasos el joven, señora?

“Es lo más indignante que alguien te pueda decir en medio del dolor, una falta de respeto. Licenciado, si vine a poner la denuncia es porque conozco a mi hijo, se trata de un joven, no de un delincuente. No tení­an por qué llevárselo”.

-¿Revisó la recámara? Suele pasar que los maleantes esconden sus armas, drogas o fajos de billetes debajo de la cama, o en el ropero.

“Señor, mi hijo lleva 60 pesos en su cartera. No bebe, no fuma, mucho menos consume drogas. Tenga piedad, vamos a buscarlo”.

La declaración se volví­a eterna, el licenciado tomaba descansos acompañados de café, Aquella ocasión Eloí­sa Campos llenó decenas de formularios a mano y fotocopió 200 veces el expediente del desaparecido.

“Cuando me di cuenta eran las nueve de la noche. Habí­an pasado 12 horas. No habí­a comido, pero tampoco tení­a hambre. El dolor en mi estómago era de impotencia y de rabia. Perdí­ tiempo muy valioso. A mi hijo se lo habí­an llevado y yo estaba sentada sin hacer nada”.

La declaración, repentinamente culminó. La dependencia municipal aclaró que se harí­a cargo de difundir la información del extraviado en los 32 estados de la república. A partir de ese momento la responsabilidad de indagar en los 212 municipios de Veracruz era ocupación de Eloí­sa Campos.

“Aquella noche salí­ llorando. Me habí­a equivocado. No tuve que haber pisado el ministerio público. Ahora entiendo por qué tantas personas buscan a sus desaparecidos sin rendir declaraciones. Desde que las autoridades te dan la espalda dejas de ser madre y te conviertes en investigador”.

Han transcurrido 476 dí­as desde la desaparición de Randy Jesús Mendoza Campos. Las averiguaciones por parte de los mandos orizabeños siguen en la nulidad. Eloí­sa Campos va perdiendo la razón conforme pasan los dí­as.

Dejó su trabajo y emprendió un puesto de garnachas. Un negocio que no le impone horarios. La madre sale a buscar a su hijo cada que tiene fuerzas. Es miembro del colectivo Desaparecidos Córdoba- Orizaba. Ha estado en todas las protestas junto a Aracely Salcedo, su estandarte de batalla.

Seguramente habrá 26 mil diferentes maní­as en México de las madres que buscan a sus desaparecidos. Eloí­sa Campos, sin haber leí­do a Gabriel Garcí­a Márquez y El Coronel no tiene quien le escriba, posee una agobiante rutina:

Todas las tardes, sin faltar a la costumbre, sus sandalias gastadas avanzan pausado ocho cuadras hasta la Agencia Primera del Ministerio Público Investigador Sector Norte.

-¿Hay noticias de mi Randy, licenciado?”.

-Nada, señora.

-Gracias, señor. Nos vemos mañana.

“Hasta que Dios no me llame seguiré yendo a buscar una señal de vida o muerte de mi hijo. No sé si tenga sentido, tampoco sé si se burlen de mi pena, pero me veo obligada a hacerlo. Es el único lugar maldito que me puede brindar información”.

“La angustia por encontrar a mi hijo me ha hecho visitar lugares tenebrosos. Nunca imaginé pisar una cárcel, una morgue ni mucho menos un prostí­bulo. Aquella noche la maldita desesperación me disfrazó de prostituta. Dios sabe cuánto he buscado a mi niño”.

Quisiera encontrar un lugar solo, donde no hubiera nadie y gritar, gritar y gritar. Quisiera sacar un poquito de este dolor que me quema por dentro. Me lacera el pecho. No puedo resignarme. Saber que no volveré a ver a mi hijo.



Prisionera en una oficina del ministerio público, Eloí­sa Campos rinde la denuncia de su hijo desaparecido.

La mañana del dos de agosto de 2014, la señora Eloí­sa salió a las siete de la mañana de casa. Dejó el desayuno de Randy en el microondas.

“Desde que perdí­ a mi hijo, cada tarde a las cuatro en punto, salgo a buscar noticias al ministerio público. Llevo un año y dos meses haciendo lo mismo. No sé por qué insisto, si ya me sé la respuesta: “Nada, señora”. Pero tal vez, así­ como desapareció, un dí­a de repente lo encuentre".


1 comentario(s)

Gracias a Miguel Leon x su apoyo para ser escuchadas 26 Nov, 2015 - 04:44

Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.