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Miércoles 07 octubre, 2015

Locura en Venezuela: inflación del 200%

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha puesto cifras al desastre económico de Venezuela. El Gobierno de Nicolás Maduro oculta a sus ciudadanos las estadí­sticas y ha dejado de publicar datos básicos. Pero el panorama que dibuja el informe publicado este martes por el FMI es el de una economí­a en descomposición, con la inflación desbocada y la actividad hundiéndose a un ritmo comparable al de paí­ses en guerra, una crisis que elevará el desempleo a niveles nunca vistos en el paí­s en décadas.

La caí­da del PIB prevista para este año es del 10%, a la que se unirí­a otro descenso del 6% en 2016, según los cálculos del FMI. Es la peor evolución de toda Latinoamérica y una de las peores del mundo, solo por delante de Yemen, en pleno conflicto bélico; Sierra Leona, golpeada por el ébola, y Guinea Ecuatorial. La caí­da es mayor incluso a la de Ucrania, también sacudida por la guerra.

La caí­da de los precios del petróleo ha golpeado duramente la economí­a, pero lo ha hecho mucho más que a cualquier otro paí­s petrolero por la desastrosa gestión económica del Gobierno de Maduro. Tomando en cuenta que el PIB ya cayó el 4% en 2014, la economí­a venezolana va camino de perder una quinta parte en tres años. Eso supone retroceder en 2016 al nivel de actividad de 2006, una década pérdida. Pero, además, el FMI proyecta que el paí­s seguirá en recesión otros tres años más, de 2017 a 2019.

La caí­da de actividad pasará una elevada factura al mercado laboral. El FMI calcula que la tasa de paro pasará del 8% de 2014 al 14% en 2015 y el 18,1% en 2016, más del doble que la del siguiente paí­s latinoamericano, Colombia, con un 8,9%.

Miguel Jiménez/El Paí­s

Ese nivel es el más alto desde 2003, pero el FMI cree que el paro seguirá subiendo en los siguientes años hasta alcanzar niveles no vistos en décadas, superiores al 28% en 2020.

Inflación descontrolada
Donde Venezuela no tiene comparación es en la subida desbocada de los precios. El Banco Central de Venezuela ha dejado de publicar los datos de inflación este año. El Gobierno de Maduro creyó que podí­a bajar la inflación estableciendo controles de precios, pero lo único que ha logrado es provocar un desabastecimiento generalizado de productos básicos, colas enormes en los supermercados que los venden y un mercado negro que hace más rentable en muchas ocasiones la reventa o contrabando de productos intervenidos que los sueldos de trabajos cualificados de la economí­a formal.

El FMI prevé que la inflación se sitúe en el 158,1% este año y que suba al 204,1% en 2016. Con ello, los precios se habrán multiplicado casi por ocho en un plazo de solo dos años. El bolí­var venezolano ha perdido casi todo su valor desde que llegó al poder Nicolás Maduro. Frente al tipo de cambio oficial de 6,3 bolí­vares por cada dólar, en el mercado negro el billete verde se intercambia por cerca de 800 bolí­vares (cerca de 900 euros). Es decir, menos de una centésima parte de su valor declarado. Los pocos que logran que el Gobierno les venda dólares al tipo de cambio oficial, normalmente cercanos al régimen, se hacen ricos al momento simplemente por la diferencia de tipos de cambio.

Un bolí­var hundido

Con ese tipo de cambio paralelo, el billete de mayor denominación, el de 100 bolí­vares, tiene un valor de solo 12 céntimos de euro. Y hay billetes desde los 2 bolí­vares, es decir, el equivalente a 0,2 céntimos. No da para casi nada, salvo en la gasolinera. Con esos 2 bolí­vares se pueden repostar más de 20 litros de gasolina, pues el precio del combustible ha permanecido congelado durante años en medio de la hiperinflación, con lo que en la práctica se ha convertido en gratuito.

En algunos comercios se rechazan los billetes de baja denominación y los de más valor, los de 100 bolí­vares, con frecuencia escasean y no es posible conseguirlos ni siquiera en los bancos. El pago con tarjeta se hace imprescindible para no cargar con enormes fajos. El problema es que los sueldos no han subido ni de lejos lo mismo que los precios (o de lo que se ha depreciado el bolí­var), de modo que un profesional cualificado puede tener un salario que, al tipo de cambio paralelo, equivalga a 20 o 30 dólares mensuales.

Venezuela se ha convertido a la vez en el paí­s más caro y más barato del mundo. Es el más barato según el í­ndice Big Mac que elabora The Economist si se calculan los precios no ya con el bolí­var paralelo, sino incluso con otro tipo de cambio oficial que fija el valor del dólar en unos 200 bolí­vares, el llamado Simadi, que se dijo que serí­a un tipo de mercado, pero que se ha quedado también desfasado. Pero es el paí­s más caro si lo que se usa es el tipo de cambio de 6,3 bolí­vares por dólar. Y todaví­a hay otros dos tipos de cambio más que poder usar. Un estudio reciente del banco de inversión UBS sobre precios y salarios en diversos paí­ses incluí­a a Caracas entre las 72 ciudades a estudio, pero finalmente la eliminó ante las dificultades para hacer un cálculo coherente.

El problema es que en la práctica Venezuela se ha convertido en el paí­s más caro para la inmensa mayorí­a de los locales, cuyos sueldos están en bolí­vares y apenas han mantenido su poder adquisitivo al no haber datos de inflación y el más barato para quienes ahorraron dólares, los logran por ví­as ilegales o llegan al paí­s con ellos.


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