Pero, además, también las ONG, y comisiones de derechos humanos del paí­s y del extranjero han puesto sus ojos en la bamba sangrienta que se vive en Veracruz.

Pero también hemos sido y somos noticia estelar, incluso de portada, porque de igual manera que en otras latitudes de la nación, los señores de la droga disputan la jugosa plaza Veracruz.

Más aún: la prensa extranjera ha abierta sus páginas al territorio jarocho debido a una ciudadaní­a cada vez contestataria ante el estilo personal de gobernar y ejercer el poder de la elite priista en turno.

En el centro del mundo, que es Washington, el Comité de Atención y Protección a Periodistas, se ha ocupado en varias ocasiones de Veracruz, perfilado ya, mejor dicho, amacizado, como el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril, a la altura, digamos, de los paí­ses en tensión bélica.

Baltasar Garzón, el ex juez internacional que confinó al general Augusto Pinochet y lo llevó al tribunal, y el intelectual Jorge Germán Castañeda Gutman, utilizados como productos desechables para defender al duartismo, mejor dicho, al jefe máximo del priismo, el góber más polémico en la historia vigente del paí­s.

Incluso, el multihomicidio en la colonia Narvarte, en el Distrito Federal, sirvió, en efecto, para estrechar los lazos amicales y polí­ticos entre el jefe de Gobierno, Miguel íngel Mancera, y el señor Javier Duarte.

Pero, al mismo tiempo, oh paradoja, el múltiple homicidio (cuatro mujeres y un hombre, declarados trabajadoras sexuales y adicto a la cocaí­na) ha tenido repercusiones tanto interiores como exteriores.

Y si por un lado fue operada desde el gobierno de Veracruz una estrategia mediática para lavar el nombre del duartismo, por el otro, nadie pudo conjurar la polí­tica editorial de los medios extranjeros.

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De nada ha servido que la mayor parte de la prensa en Veracruz tire incienso al duartismo en los dí­as revueltos y turbulentos que padecemos.

Tampoco que una parte de la prensa La confianza del ciudadano en el duartismo está deshecha, sin ninguna posibilidad de reconciliacióndefeña se abra a espacios pagados desde la SEFIPLAN, incluso, hasta con llamada de cintillo y fotografí­a en portada.

La prensa internacional ha rebasado por completo la agenda pública del duartismo y por añadidura se ha convertido en un dolor de cabeza para el peñismo, incluso, desde el año 2012 cuando Enrique Peña Nieto perdiera aquí­ la elección presidencial ante la panista Josefina Vázquez Mota.

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Ningún gobernador como el actual, de hecho y derecho, ha llorado ante los demás, doliéndose de que nadie lo comprende ni lo entiende, porque mientras por un lado logra nueve resultados y nadie los cacarea ni toma en cuenta, por el otro, de pronto, zas, ocurre un error (y un error en el Distrito Federal) y el mundo se ocupa de tales resbalones.

Ningún otro ha insistido en el discurso y la declaración mediática que es inocente, quizá, acaso, porque pocos, excepcionales, le creen, y lo siente y percibe en el imaginario colectivo.

Tampoco ninguno se ha publicitado con tanta insistencia en la prensa nacional para aclarar paradas al grito callejero.

Y tampoco ninguno ha reaccionado de manera tan emotiva cuando la regla de oro es que el polí­tico ha de ser un hombre cerebral, frí­o y calculador.

Y más cuando como en el caso, la confianza ciudadana en la elite gobernante está deshecha, sin posibilidad de una re/conciliación.

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En la prensa extranjera se habla del señor Javier Duarte y su estilo personal de ejercer el poder.

Ningún medio del exterior se ha ocupado, por ejemplo, de la deuda externa, del desorden administrativo y el caos financiero, del pago a los pensionados con cheques de hule, de que el fidelato descarriló las finanzas públicas como dice Flavino Rí­os Alvarado.

Por el contrario, la prensa extranjera ha mirado a Veracruz por el continuo baño de sangre que dura cuatro años con nueve meses y cuatro dí­as.

Y aun cuando en otras entidades federativas (Michoacán, Guerrero, el estado de México y Tamaulipas, por ejemplo), la sangre borbotea con más intensidad, por alguna razón el mundo se ocupa de Veracruz.

Quizá porque aquí­ floreció la frí­a pasión de Marí­a Félix y Agustí­n Lara encerrados en la suite nupcial del hotel Mocambo.

Acaso porque por aquí­ partió Porfirio Dí­az al exilio en el Ipiranga y porque por aquí­ ocurrió, digamos, la invasión extranjera de 1914.

Pero también pudiera deberse a los dí­ceres tan controvertidos del gobernador que lo han vuelto en el primer plano del concierto universal.

Incluso, con todo y la Casita Blanca de “La gaviota”, con todo y Ayotzinapa y Tlatlaya, el señor Duarte es una figura más atractiva para la prensa mundial.

Orgullosos debiéramos todos estar…