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8 Columnas
Jueves 03 septiembre, 2015

Informar e informarse


•Imprescindible, insistir e insistir.

Rafael Arias

Para mejorar y avanzar, es indispensable contar con más y mejor transparencia, acceso a la información pública, rendición de cuentas y evaluación, con y para una más amplia y efectiva participación ciudadana y social.

Las ineficientes y hasta delictivas formas de dominación y prepotencia, de arbitrariedad y abuso gubernamental, también refinan sus representaciones y métodos.

Gobernar al gobierno es vital en toda democracia; es deber ciudadano y social, que no puede ni debe postergarse ni trasladarse y concentrarse en unos cuantos.

¿INFORME? ¿DE GOBIERNO?

Obligación del Presidente de la República, de los Secretarios del Despacho y otros funcionarios, comprometidos todos a decir verdad. ¿Utilizan indicadores de desempeño y presupuesto por resultados?

¿Cumplen con la ley?

Para empezar, con lo relativo a los artí­culos 69 y 93 de la Constitución General de la República.

Pero también con otros ordenamientos, como la ley de Planeación, que en general, no pasa de ser letra muerta o zombi que sólo se utiliza y saca a pasear para decorar.

En el informe, usualmente se integra por un texto polí­tico, el informe escrito y un anexo estadí­stico. Debe contener, tanto la situación general de la administración pública del paí­s, como las acciones realizadas o por realizar, para la consecución de objetivos y metas del Plan Nacional de Desarrollo y sus programas durante el año de referencia.

ADIOS AL RITUAL DE PREPOTENCIA

Cada vez más lejano y sin sentido, el anacrónico ceremonial del servilismo y la abyección, que en gran parte represento y todaví­a representa, el ritual conocido como “dí­a del presidente”.

Según Enrique Toussaint “… Uno de los ritos más simbólicos del presidencialismo mexicano siempre fue el informe de Gobierno. Ese dí­a se paralizaba el paí­s, se suspendí­an las actividades y los niños no asistí­an a la escuela. Todas las televisoras respetaban religiosamente la cobertura en cadena nacional y todo “patriota” tení­a que escuchar

con atención las palabras de autocomplacencia y optimismo del Jefe de Estado. El Congreso mexicano se retiraba las máscaras de la pluralidad y la independencia legislativa, para dar paso a los elogios, los aplausos interminables y la euforia del partido único. Las formas opacaban al fondo… El llamado “dí­a del Presidente” se diseñó como la cúspide del sometimiento polí­tico de los poderes de la unión a la soberaní­a presidencial, un dí­a repleto de “besamanos” e interminables alabanzas a la figura casi monárquica del Presidente” (ElInformador.010813).

En unos años, la imagen del intocable y omnipotente, paso a ser de intenso uso público, rápidamente manoseada por la crí­tica y la burla popular. La oposición, pero sobre todo ahora la población, a través de sus grupos y redes sociales, lo ha convertido, como en lo local a gobernadores y presidentes municipales, en blanco de reclamos y ataques, por inconformidad social, escarnio público o simple diversión.

En la actualidad, por mandato constitucional, con la reforma en 2008 al artí­culo 69, autorizada por el mismo Poder Legislativo, se exime al Presidente de la República a acudir al Congreso de la Unión. Desde entonces, sólo se enví­a un informe escrito sobre el estado general que guarda la administración pública del paí­s.

Esto se ha aprovechado, para reducir al mí­nimo o aniquilar la posibilidad de fortalecer la rendición de cuentas por esta importante ví­a; y se ha perdido la oportunidad de tener, en verdad, un urgente y necesario equilibrio de poderes.

¿Cómo es posible que el Ejecutivo federal no pueda pisar el Palacio Legislativo, ni entablar diálogo y debate abierto y transparente, respetuoso y constructivo? ¿Para qué reproducir el obsoleto besamanos y el monologo presidencial, en un acto especial y fuera de lugar?

Sí­, en cambio, se ha recurrido a la partidocracia, para establecer un pacto que, en muchas formas resulta ofensivo y antidemocrático.

En la Historia va quedando, la distorsión apuntalada por la sumisión y el reconocimiento automático y exagerado, del “excelente e incuestionado trabajo realizado por el primer mandatario”.

Aceptación y dogma, acto más que de fe, de fidelidad y obediencia plena, tanto dentro como fuera del ámbito gubernamental.

Obligados y oportunistas elogios, felicitaciones y reconocimiento a lo que se dice que se hizo y, por si quedara alguna duda, hasta de lo que no se hizo, o fue mal hecho.

Y aunque el costoso acto o ceremonia se repite fuera del ámbito legislativo, en parte, como monólogo aplastante y poco creí­ble. Por fortuna, cada vez queda menos, de esa cultura servil y convenenciera hacia el gobernante en turno.

En su lugar crece la idea y principio básico de que, servidor público es lo que son todos sin excepción.

Informar ahora es una ineludible obligación gubernamental y un derecho ciudadano y social.

Urgente recordar que hay dos caras de la misma moneda. Una informar. La otra es informarse, para participar con responsabilidad y ejercer permanentemente derechos y libertades.

Después de décadas, por fin se empieza a reconocer la importancia de la actividad de informar e informarse. No es ni ha sido fácil lograrlo y todaví­a persiste mucho de opacidad, distorsión y negación, sobre todo en los diversos ámbitos de gobierno.

Y también, hay que decirlo en un amplio sentido de autocrí­tica, debemos reconocer que, con frecuencia, hablamos de lo que no sabemos, alabamos lo que ignoramos y, desde luego, criticamos lo que desconocemos.

¿Cómo apoyar lo que se haga bien y cuesta tanto? ¿Cómo combatir y eliminar grandes males, limitaciones y sacrificios?

Sin duda hay que empezar accediendo a más y mejor información. Haciéndolo responsable y permanentemente.

La información es fundamental para la acertada toma de decisiones. Por eso, más allá de defectos y desviaciones, el informe, todo informe de gobierno, hay que conocerlo, para confrontarlo con los hechos, evaluarlo de frente a la realidad, a la situación que se vive y a los posibles escenarios futuros posibles de prever, controlar y aprovechar.

No hay mejor manera para distinguir acierto de error, avance de retroceso, beneficio de pérdida; para saber separar verdad de mentira, simulación de autenticidad. Diferenciar verdades a medias y medias mentiras.

+Académico.IIESES-UV.RafaelAriasHFacebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez.


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