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8 Columnas
Lunes 03 agosto, 2015

Morir de periodismo


•José Cárdenas/Excélsior

  • Rubén Espinosa. El reportero número 17 asesinado

Este tí­tulo ””original del periodista Marco Aurelio Carballo”” sirva para subrayar dos muertes que ponen de luto a nuestro gremio.

Precisamente la del admirado Marco Aurelio ””cronista singular”” y la del fotorreportero Rubén Manuel Espinosa Becerril, asesinado el viernes.

Marco Aurelio fue un “grande” de nuestra generación ””no sólo por su estatura””. Perdió una larga batalla contra el cáncer que lo machucó de cuerpo… y alma. Apenas hace diez dí­as habí­a sido homenajeado por 50 años de meritoria trayectoria atrapada entre dos pasiones: el periodismo y la literatura; un acto mí­nimo de justicia máxima para un modesto, discreto, rudo, duro y riguroso reportero, cuentista, novelista y poeta de calidad formidable.

Esperamos el “mamotreto” de sus crónicas súbitas recopiladas por su viuda Patricia Zama para releerlas junto con el resto de sus obras: Morir de periodismo ””narra la génesis del diario Unomasuno””, Mujeriego, Crónica de novela, Vida real del artista inútil, Muñequita de barrio, Diario de un amor… y Últimas noticias.

Si la muerte de Marco Aurelio Carballo entristece, el crimen de Rubén Manuel Espinosa Becerril enfurece.

El corresponsal de la agencia Cuartoscuro y el semanario Proceso fue torturado y asesinado con saña ””al parecer por sicarios profesionales”” junto a cuatro mujeres, en la colonia Narvarte; una de ellas ha sido identificada como Nadia Vera, exintegrante de la Asamblea Estudiantil de Xalapa y del movimiento #YoSoy132.

La Procuradurí­a General de la República, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la Procuradurí­a General de Justicia del Distrito Federal y la Unidad para la Defensa de los Derechos Humanos, de la Secretarí­a de Gobernación, indagan.

Según la organización Artí­culo 19, la muerte de Rubén Espinosa es la primera ejecución de un periodista desplazado por la violencia.

Hace siete semanas el fotorreportero abandonó Xalapa y vino a refugiarse a la Ciudad de México tras múltiples amenazas del gobierno veracruzano por su activismo ante la muerte impune de 11 informadores
””ahora se suma la suya””. Se le vio en público el 9 de junio pasado en la Plaza Lerdo de la capital veracruzana, donde fue colocada una placa para renombrar el sitio como Plaza Regina Martí­nez, periodista local asesinada en abril de 2012.

La muerte de Rubén Espinosa es otra agresión contra los periodistas, debe leerse como un asunto de Estado, impostergable. Lo contrario serí­a imperdonable complicidad infame.

EL MONJE LOCO: ¡Sin periodistas no hay periodismo; sin periodismo no hay democracia!, claman los “jarochos” decentes. Sumados estamos… furiosos y agraviados.


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