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Diario de un reportero
Sábado 04 julio, 2015

Todo mundo es fotoperiodista

•Reporteros ciudadanos
•Robots editores

DOMINGO
Todo mundo es fotoperiodista

Si muchas cornadas da el hambre como tituló Luis Spota a una de sus novelas, muchos cambios está generando la tecnologí­a.
Por ejemplo, un brinco de más de 180 grados en el periodismo.
Tal cual, y de entrada, ha ocurrido con el periodismo gráfico, tan orgullosos que estaban los fotógrafos de que les llamaran fotoperiodistas.

Luis Velázquez

Pero, además, que dada su independencia y autonomí­a de pronto, zas, presentaran a los diaristas como mi reportero en vez de que el diarista los presentara como mi fotógrafo.

Así­, desde el inventito de los celulares con cámara fotográfica, ahora todo mundo es reportero gráfico.

Es más, con gran sentido de la oportunidad histórica para capturar el hecho noticioso en el momento que sucede, como fuera el caso de aquel ciudadano, vecino del exdirector de la CONAGUA, a quien tomó las gráficas cuando se trepaban a un avión federal con su familia para un viajecito de fin de semana.

Incluso, en algunos noticieros televisivos han convocado a los ciudadanos a enviar sus fotos, conscientes y seguros como están que todos ellos han rebasado el trabajo de la mayor parte de los fotoperiodistas que antes tení­an la exclusividad.

LUNES
Reporteros ciudadanos

Pero, además, la marcha de la sociedad ha llegado a lo siguiente. Algún dí­a, pronto, quizá, los reporteros serán sustituidos por los reporteros ciudadanos que también suelen contar historias, y más ahora con el auge de las redes sociales que estemos de acuerdo o desacuerdo, están ganando la noticia a los medios escritos, hablados y digitales.

Más todaví­a, porque en los reporteros ciudadanos y/o ciudadanos reporteros hay libertad, independencia, autonomí­a y soberaní­a para registrar los hechos inmediatos y treparlos al Twitter, Facebook, portal y/o, en todo caso, hasta enviando la noticia al medio de su preferencia.

Así­, nada fácil será que algún dí­a, en el mundo cercano, se publiquen periódicos y transmitan noticieros con ciudadanos reporteros, a quienes, digamos, les paguen por nota enviada, nota transmitida, nota publicada, como aún es la tónica de cientos de medios de norte a sur y de este a oeste de la nación.

Tal cual, si los primeros reporteros del mundo andaban de un pueblo a otro como heraldos contando noticias atrasadas, ahora estamos en el fin de la historia reporteril con un nuevo y renovador concepto periodí­stico de los ciudadanos reporteros.

MARTES
Robots editores

Hacia finales del siglo pasado, en Leipzig, Alemania, hubo, como cada año, una exposición de la tecnologí­a periodí­stica.

Y en la feria exhibieron a un robot que en base a los programas que le habí­an adherido diseñaba las páginas de un periódico impreso.

Primero, en mucho menor tiempo que cualquier diseñador.

Segundo, con más calidad tipográfica dada la calidad de los programas adheridos.

Tercero, y hasta cabecea las noticias con todo y titular y pretí­tulos y bajantes.

En aquella feria aseguraron que pronto aquellos robots saldrí­an a la venta al mercado mundial, de igual manera como antes, en el siglo preanterior, las rotativas más fregonas del mundo las elaboraban en Alemania.

No obstante, todaví­a ahora los medios impresos esperan la llegada de los robots, aun cuando al mismo tiempo quizá, acaso, los estén actualizando con la era del internet, el Twitter y las redes sociales, pues el concepto del mundo se ha modificado por completo.

Así­, los celulares con cámaras fotográficas, el ciudadano reportero y el robot diseñando páginas de un impreso significarán la más alta revolución tecnológica en el periodismo.

MIÉRCOLES
Heroí­nas anónimas

Uno recuerda, por ejemplo, aquel tiempo cuando el maestro Alfonso Valencia Rí­os solí­a dictar sus notas informativas del dí­a a una secretaria que tecleaba en la máquina mecánica, una vieja Remington, con la velocidad del año luz y que por tanto, nunca, jamás, la velocidad con que el maestro dictaba alcanzaba la pasmosa velocidad de los dedos de la secre, una chica de unos 25 años, a quienes nunca, jamás, se le veí­a sonreí­r… de tan seria que era.

Todos los dí­as el maestro dictaba sus notas en la mañana, al mediodí­a y en la tarde/noche, mientras con las manos cruzadas hacia atrás daba vueltas alrededor de su escritorio y de la secretaria, en una fantástica y mágica escena inolvidable.

Hoy, el profe descansa en paz. Y Dios sabrá el destino de aquella secretaria fiel y leal, que adoraba al maestro como su único héroe.

Pero, al mismo tiempo, se trata de una página superada en la historia del periodismo, con héroes anónimos, las secretarias, a quienes el tiempo ha rebasado, como pronto, también, ocurrirá con los reporteros, y en un descuido hasta con los periódicos, cuando todos los medios del mundo hayan dado el brinco en la historia de hacer periodismo con el concepto de las redes sociales.

JUEVES
Leyenda alucinante

La tecnologí­a también ha archivado, dice el economista heredero de Carlos Marx, Rafael Arias Hernández, la impresión de periódicos.

Antes, mucho antes, por ejemplo, cada texto era capturado por los linotipistas, en aquellas máquinas gigantescas que parecí­an dinosaurios, y en donde cada lí­nea del periódico se fundí­a en metal y de ahí­ salí­an las famosas galeras con que columna por columna con la información se formaban las 8 columnas que entonces tení­an los periódicos.

Luego, el llamado cajista, otro dinosaurio de la linotipia, formaba los titulares y los bajantes de cada noticia a mano, buscando en el archivero letra por letra para irlas acomodando como los niños cuando aprenden a escribir, incluso, como cuenta Pancho Villa que aprendió a escribir a los 14 años de edad, copiando letra por letra hasta lograr una oración.

Ahora, todo se elabora en un dos por tres en la computadora, de donde la página sale diseñada hasta con los anuncios publicitarios, y aquella faena heroica de armar titulares letra por letra forma parte de una leyenda alucinante de la prehistoria del periodismo, apenas, apenitas hacia la mitad del siglo XX, de la que todaví­a hay muchos sobrevivientes.

VIERNES
Asilo de tundeteclas

Es más, al lado de la tecnologí­a… tanto, tanto, tanto está cambiando el periodismo que en Europa la ola geriátrica ya inició, pues los reporteros viejos, aquellos que hemos envejecido en el diarismo y sólo quedamos, quizá, acaso, como reliquias, dinosaurios, momias de Guanajuato, son rechazados en los periódicos.

¡Pinches viejos rucos! exclamarí­an los reporteros de 20 años, quizá menos, que están llegando a los medios.

Es más, de igual manera como sucede en la mayor parte de las fuentes de empleos, la mayor parte de los trabajadores son menores de 30 años, quizá 25, ansiosos de agarrarse a madrazos con el mundo, dispuestos a arrasar con todos para llegar lo más pronto posible a su destino.

Y como los magnates periodí­sticos prefieren a jóvenes para explotarlos de manera irracional, entonces, los viejos tundeteclas son enviados al museo del Seguro Social y a los asilos de menesterosos, y más, mucho más, cuando muchos de ellos huelen a cuerpos viejos, agrios y roñosos por más que cada dí­a se den dos o tres bañitos y se apliquen talco en todos los rincones geográficos del cuerpo.

En fin, que muchas cornadas también suele dar la tecnologí­a…


1 comentario(s)

Sergio Estrada Vargas 06 Jul, 2015 - 23:05
Es cierto que la tecnología avanza, pero los reporteros de 20 años ,30 años también llegaran a su fin, la diferencia es que los viejos pudimos jubilarnos, hablando de este país
y los jovenes quien sabe, por que con las políticas de las empresas de no adquirir antiguedad a los trabajadores o empleados va a ser muy díficil, así que si no juntan su lanita quien sabe de que van a vivir.

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