Veracruz, cuando por vez primera se concentraron unos 50 mil profesores en Xalapa frente a palacio de gobierno y que obligara a un desalojo violento una madrugada con perros amaestrados, toletes y toques eléctricos.

Ellos han continuado el diálogo con el gobierno federal a través del subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda, el polí­tico de más confianza del presidente Enrique Peña Nieto en la SEGOB, sin ningún punto de coincidencia, un acuerdo.

Tal cual el peñismo se mantiene. Habrá evaluación de maestros. Es más, ya fue integrado el comité nacional. Sigue su camino.

Pero la CNTE se empeña y hasta amenazó con bloquear las elecciones en algunas entidades federativas, como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, donde tienen el liderazgo, por encima, quizá, que el SNTE con sus secciones 32 y 56.

Resulta, pues, extraño y raro que la CNTE se oponga a la evaluación.

Y más, en un mundo competitivo.

Más, en un paí­s que según la OCDE está en el sótano de la calidad educativa.

Y, lo peor, con altos í­ndices de analfabetismo donde, y por ejemplo, Veracruz canta muy bien las rancheras.

650 mil personas de 14 años de edad en adelante que no saben leer ni escribir.

Un millón de habitantes de norte a sur y de este a oeste con la escuela primaria inconclusa.

Otro millón con la escuela secundaria a medias.

600 mil con el bachillerato a la deriva.

De cada cien egresados de la escuela primaria sólo diez llegan a la universidad.

Y de los diez sólo uno se titula.

Y, bueno, si así­ andamos, Los maestros de la CNTE se están pasando de tueste. La evaluación, que ellos rechazan hasta amenazando con una huelga nacional, es recurrente en cada empresa privada y pública ya podrá visualizar el lector la calidad educativa de los alumnos.

Por eso, la evaluación.

Pero la CNTE ha equivocado el camino.

Su objetivo es descarrilar el cacicazgo magisterial del SNTE, cuyos lí­deres se han perpetuado en el poder sindical, digamos, como Elba Esther Gordillo, la primera presa polí­tica de Peña Nieto, y Carlos Jongitud Barrios, a quien una simple cachetada bastó para que Carlos Salinas lo derrocara.

II

Los profes de la CNTE lo han dejado claro al subsecretario de Gobernación:

Habrá diálogo si el único tema a negociar es la eliminación del calendario de evaluaciones a los docentes en servicio.

Pero, caray, en todas las empresas del paí­s y del mundo, el primer requisito para entrar es someterse a un examen de evaluación de cualidades, atributos, capacidades, talento, inteligencia, experiencia, visión de la vida, perspectivas, objetivos.

Y a partir de ahí­, cada quien se va abriendo camino.

Es más, siempre ha existido la evaluación en la SEP; pero ahora, digamos, entra en una rigurosidad académica para, a partir de ahí­, otorgar las plazas a los mejores.

Por eso mismo, el gobierno federal integró un comité nacional de evaluación externa con un equipo multidisciplinario donde participan, se entiende, los mejores académicos de la nación.

Se trata, además, de acabar con el tráfico de influencias, el dedazo, el padrinazgo, como ha sido la costumbre, la tradición y el hábito de los lí­deres sindicales del SNTE que otorgan plazas a cambio hasta de favores sexuales.

Es decir, una limpia del sindicalismo magisterial (las Elba Esther, los Carlos Jongitud, etcétera), tan nocivos que han sido a la educación.

Tal cual, la extrañeza con que el CNTE se ha opuesto a la evaluación.

Pero, cuidado, si la CNTE sigue rechazando el diálogo, que nadie quisiera pensar en la mano tendida de Gustavo Dí­az Ordaz a los lí­deres del movimiento estudiantil del 68, entonces, ni hablar, el segundo paso es la legitimidad del Estado de Derecho, bajo un solo principio rector:

Por encima de los CNTE y los SNTE, está la calidad de la educación.

Y como dijo don Fernando López Arias, exprocurador de Justicia de la nación y exsenador de la república, cuando fue candidato a gobernador de Veracruz:

Contra México nunca tendremos razón.