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Reportajes
Miércoles 27 mayo, 2015

Los desaparecidos de Bermúdez en Coatzacoalcos

Que secuestro de cinco jóvenes es ajuste de cuentas entre malosos dice titular de SSP
Es un insensible reviran familiares
Golpeados salvajemente por elementos policiacos
Seis meses de impunidad

Arturo Bermúdez, secretario de Seguridad Pública (SSP), adujo que las personas que fueron llevadas por la fuerza el 11 de mayo, y en las que...

Laura Rojas

  • Héctor Manuel Facundo Ramos. Desaparecido

  • Eliaquín Alvarado Villafuerte. Desaparecido

  • Jhonit Enríquez Orozco. Desaparecido

  • José Manuel Cruz Pérez. Desaparecido

presuntamente se relacionan elementos de la Policí­a, son desapariciones producto de "ajustes de cuentas".

Pero sus familias dijeron a Liberal del Sur que el funcionario no tiene sensibilidad para ostentar el cargo y únicamente les trae más dolor del que ya cargan ante el paso de los dí­as sin saber si sus seres queridos comen, duermen o enfermaron, y rechazan que sean delincuentes.

En noviembre de 2014, cinco jóvenes -algunos con antecedentes penales -desaparecieron en Coatzacoalcos y sus familias, con amigos, se manifestaron para que aparecieran con vida, pero tiempo después, sólo hubo reporte de exhumación de tres cadáveres.

Habí­an sido golpeados salvajemente, a algunos se les rompieron las extremidades a marrazos o con bate de metal. En todo momento las familias acusaron que elementos del Mando Único de Coatzacoalcos y de la SSP habí­an sido los responsables de la desaparición forzada.

No ha pasado ni un año, y los elementos del general Bermúdez, ahora la Fuerza Civil, de nuevo están en el ojo del huracán ante los señalamientos formales de participar en más desapariciones, así­ lo señalaron en el expediente 234/2015 de la Agencia Segunda del Ministerio Público.

JOSÉ MANUEL CRUZ PÉREZ

De 34 años, taxista, se encontraba en cama la noche del 11 de mayo. Escuchó ruidos en la calle. Pensó en el posible robo del coche de alquiler de su patrón y con el cual trabaja. Salió a ver. Craso error. Afuera estaban sujetos armados golpeando a un vecino. Él vio cuando se lo treparon a la patrulla.

Los sujetos armados que golpeaban al vecino "preguntaron a mi esposo su nombre, dijo quién era. Y se lo jalaron, le pegaron con el arma. Allí­ estaban las patrullas" relata la esposa de la ví­ctima, Raquel Hernández May.

"Le preguntaban si habí­a alguien más en la casa, él dijo que no, que viví­a solo. Fue en eso que tomé a mi hija de meses en brazos y salí­ corriendo por la puerta de atrás, rumbo a un cerro, lleno de monte y espinas" dice.

Cuando cuenta esto, la joven mujer muestra las cicatrices en las piernas, cortaduras y marcas de la sangre seca. Se le altera el ánimo al recordar la última noche que lo vio y en la cual, siente, les salvó la vida.

"Manolo", como le dicen, es taxista y "su sueño era contar con sus propias placas. Ser su propio jefe". No contaba con estudios profesionales, ella tení­a que ayudar en el gasto de la casa trabajando en una taquerí­a.

"No tomaba, no fuma, ni tiene vicios. Es un buen hombre, no es un delincuente, ese señor Bermúdez sólo se lava las manos con la inocencia de nuestros familiares", afirma.

"Nuestro dí­a iniciaba a las cinco y media de la mañana, él se iba a trabajar y yo también, somos humildes, no nos alcanza. Qué delincuentes ni que nada" relató la mujer.

JHONIT ENRíQUEZ OROZCO

Tiene 25 años, y es empleado de una empresa llamada "Sales del Istmo". Sólo estudió hasta la secundaria en la General número dos, "no le gustó el estudio”, siempre ha sido un chamaco que preferí­a trabajar para tener su dinero y ayudar a su familia.

El chico fue llevado de la colonia Villas del Sur cuando andaba en la ví­a pública. La familia reitera que elementos de la Fuerza Civil están involucrados en su desaparición.

"Mi hermano no tiene antecedentes penales, lo pueden buscar, él comenzó a trabajar formalmente desde los 20 años, es soltero, vive con mis papás y él los cuida", relató su hermana, Lenit Enrí­quez Orozco.

El chico, hasta el dí­a en que fue sustraí­do, tení­a un sueño: "él quiere ser un soldador de primera, apenas iba a tomar un curso con el DIF de Nanchital sobre soldadura especializada. Contaba que eso deja mucho dinero y que él deseaba aprender mucho para ganar bien", contó Lenit Enrí­quez.

"Si algo recuerdo de él, es su bondad y su amor por la limpieza y el orden, cuando él está en casa, siempre tiene todo limpio, es algo raro, pero así­ se porta, le gusta la limpieza", dice su hermana.

La hermana, así­ como la familia, ha perdido la fe en las palabras de las autoridades. Recuerda que la última vez que dialogaron, "nos prometieron tomar acciones. Nos atendió una persona de alto mando, y al momento de darnos sus teléfonos, nos marchamos, cuando quisimos comunicarnos con él, resulta que nos dio el de otra persona".

HÉCTOR MANUEL FACUNDO RAMOS

Una manada de perros, desde hace varios dí­as, no comen bien. Mueven la cola, chillan, oliesquean al viento a la espera de que llegue su amo. Héctor Facundo Ramos no da pistas. El 11 de mayo el dueño de los perros fue sustraí­do con violencia de su casa por sujetos armados presuntamente apoyados por un comando de la policí­a.

Tiene 50 años, cursó únicamente hasta la secundaria y se dedicaba a trabajar para mantener a sus hijos con su primer esposa. Actualmente vive con una joven a la que le lleva casi 25 años.

Vive en una casa rentada en Villas del Sur y el dí­a que se lo llevaron, cuenta su madre, Ignacia Ramos Hernández, de 70 años, la policí­a estaba presenciando los hechos y no hizo nada por detener a los agresores.

"Mi hijo es una buena persona, sabe, se quita la camisa por las personas que la necesitan. Siempre anda al pendiente de quien le falta algo. Con decirle que si ve pasar migrantes cerca los mete a su casa, les da agua y comida. No soporta que otros sufran.

"Es dueño de cinco perros que no paran de buscarlo y llorarle, esos animales son su vida, los ha ido recogiendo en la calle. Se los ha encontrado enfermos o atropellados. Los baña, les da de comer y los cura. Los animales ahora le tienen mucho amor. Y lo extrañan. Lloran y ladran mucho.

"La verdad no entiendo de donde se basa este señor (Arturo Bermúdez), para decir que mi hijo y los otros son unos criminales. No lo sé, trabajaba mucho para ir al dí­a, no entiendo por qué le llama delincuente".

ELIAQUíN ALVARADO VILLAFUERTE

De 31 años, fue llevado por la fuerza de la colonia Obrera, de Coatzacoalcos, el 11 de mayo, al igual que otras cuatro personas de colonias vecinas.

Alvarado Villafuerte tampoco tení­a estudios profesionales, "Es un hombre trabajador, padre de dos hijos jóvenes y el otro es un bebé de seis meses apenas.

"El bebé se la pasa llorando por la ausencia de su papá, y los otros tampoco saben qué hacer. Vienen a las marchas y se preocupan, es un problema ahora la escuela para ellos" dice Trinidad Villafuerte ílvarez.

Mientras la madre del ausente habla, empuja una silla de ruedas. Sobre ella va la abuela, quien carga una cartulina con una foto de su nieto, la única que se mira de él en medio de él en medio de las protestas.

Moreno, de ojos grandes, pensativo, Eliaquí­n Alvarado esperaba una oportunidad para trabajar en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cuando fue llevado por la fuerza.

"Ya faltaba poco para que consiguiera un contrato, habí­a aprendido a manejar la electricidad y hacer trabajo de su padre, quien es electricista. Quiero que regrese para que esa oportunidad se le haga", dice Trinidad Villafuerte.

"Yo espero que sea devuelto, que pronto aparezca por allí­, tras la puerta, pidiendo de comer su adobo de gallina, el pozol y las tortillas con manteca que tanto le gustan", comenta la madre.

ROBERTO GALLEGOS OSORIO

Es un joven obrero de Coatzacoalcos, el dí­a que fue sustraí­do, regresaba del trabajo en un local donde venden pollos enchilados.

La noticia sobre su "levantón" le dio luego luego la vuelta a la manzana hasta llegar a su familia, que de inmediato se movilizaron para buscar pistas sobre su paradero.

Corrieron primero a las cárceles, pensaban que habí­a sido detenido por equivocación después de que se les dijo que elementos de la Fuerza Civil habí­an participado en su detención.

Además, de que habí­an sido llevados otros vecinos de la colonia Villas del Sur. Dos más.

Roberto Gallegos Osorio, así­ como el resto de los desaparecidos, es ignorado por el sistema. Sus familiares han marchado en numerosas ocasiones pero son ignorados, calificados de delincuentes.

Los señalamientos contra las fuerzas del orden están contenidos en la denuncia 234/2015 de la Agencia Segunda del Ministerio Público, atorada en manos de la subfiscalí­a Regional.


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