El Poder Legislativo de Veracruz, comandado por el cacique magisterial, Juan Nicolás Callejas, 33 años dueño único de la sección 32 del SNTE, está a punto de un revés de la Suprema Corte de Justicia de la nación.

La razón de peso es una sola: los 90 amparos interpuestos en contra de la ley que achicara la gubernatura de seis a dos años para el próximo periodo, aprobada por 45 de los 50 diputados locales, nueve de ellos del PAN, y por supuesto, la mayorí­a priista, partido que ha ungido seis veces diputado local y pluri a Callejas Arroyo, además de que en cada proceso electoral el CDE del PRI le obsequia cien regidurí­as y 20 presidencias municipales, aunque las pierda.

Pero oh paradoja, todo está sujeto al sistema polí­tico autoritario que hemos vivido desde Plutarco Elí­as Calles.

En la mirada del politólogo Carlos Ronzón Verónica, si el presidente Enrique Peña Nieto tiene voluntad de tumbar la mini gubernatura, entonces, un telefonema a la Suprema Corte de Justicia (SCJN) será suficiente.

Pero si, por el contrario, el huésped principal de Los Pinos decide mantener el respeto institucional a la SJCN, entonces, dejará que los Ministros decidan, sin que nadie trafique influencias.

Tal es la coyuntura polí­tica.

Además, si por decisión unánime la SCJC echa abajo la mini, ordenarí­a al Congreso jarocho que se recompusiera con otros antecedentes, experiencias y acervo jurí­dico y constitucional.

Pero, al mismo tiempo, si tal fuera, entonces se necesitarí­an dos periodos legislativos en Veracruz, y dado que el proceso electoral para gobernador iniciará el dí­a primero del mes de octubre, 2015, el tiempo les serí­a insuficiente y quedarí­a en el limbo el periodo de dos años como fuera aprobado en la LXIII Legislatura.

Por tanto, la interrogante es si Peña Nieto mudará de opinión toda vez que en el mes de diciembre siempre fue manejada su aprobación para que el Congreso local procediera.

Y/o, por el contrario, si después de ahogado el muerto se muestra respetuoso de la soberaní­a de cada entidad federativa dejará que las cosas lleven su curso, dice Ronzón.

Todo, no obstante, dependerá de las circunstancias como sucediera en otros estados con la nominación de los candidatos priistas a gobernador el próximo 7 de junio.

Por ejemplo:

En Nuevo León, Peña Nieto respetó al candidato del gobernador Rodrigo Medina y en ningún momento se involucró de manera decisiva, de igual manera como también sucedió en Querétaro.

Por el contrario, en Sonora, Peña Nieto dejó manos libres a Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada priista en el Congreso de la Unión, quien nominó a su favorita Claudia Pavlovich.

En Colima y Campeche el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso habrí­a cabildeado para que los candidatos a la gubernatura fueran unos condiscí­pulos suyos del ITAM.

Es decir, la sucesión en cada entidad federativa tiene sus bemoles y en su momento ser manifestará en el caso Veracruz, donde todo indica y por ahora, que hay un cuarteto de ejes centrales:

El gobernador Javier Duarte, quien primero se la habrí­a jugado por Salvador Manzur Dí­az, descarrilado por el Pacto México; y luego, por su secretario de Finanzas y Planeación, Fernando Charleston Hernández, y ahora, todo indica que por el senador Héctor Yunes Landa.

Luis Videgaray, quien estarí­a abriendo la puerta al senador Pepe Yunes Zorrila, su condiscí­pulo en el ITAM y miembro de su primer cí­rculo del poder.

En el imaginario colectivo hay la percepción ciudadana de que el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán aceleró a su alumna Carolina Gudiño Corro para declarar a la prensa que primero serí­a diputada federal y después gobernadora, lo que, bueno, también fue interpretado como un desliz cerebral de la ex presidenta municipal jarocha.

Miguel Alemán Velasco también estarí­a agitando las aguas a partir de un atracón gastronómico en su residencia en el fraccionamiento Las ánimas, de Xalapa, donde se reunió con su gabinete legal y ampliado en la gubernatura y habrí­an decidido impulsar a Tomás Ruiz González, secretario de Infraestructura y Obra Pública.

Todos ellos, anotándose para el periodo de dos años y/o el de seis, y/o uno de cinco como ha replanteado Héctor Yunes. Mejor dicho, listos todos para la que sea.