cargando

En twitter:

A Mil por Hora
Lunes 27 abril, 2015

La depresión lo llevó al suicidio

Luego de un tiempo exitoso como empresario, llegaron las vacas flacas y su economí­a se descarriló

Entonces la esposa entró a trabajar de cocinera en una cantina y la hija de mesera, y prefirió ahorcarse de un árbol en la calle de su casa

La peor desgracia que una persona enferma de depresión llega a padecer es el suicidio.
Ernest Hemingway, el más exitoso reportero y escritor de su tiempo, se pegó un tiro en la boca con una de las escopetas que utilizaba para cazar leones y tigres en ífrica.

Luis Velázquez

Pero un vecino que tení­a, dueño de un barco, casado, con dos hijos, la parejita, en uno de sus tantos viajes depresivos una madrugada, llena de insomnio, agarró una reata de lazar caballos, trepó a la rama más alta y fuerte de un árbol en la calle, enfrente de su casa, y se colgó.

Hacia el amanecer, apenas aclarando, un vecino que se levantaba temprano a la caminata, entre 5 y 6 de la mañana, miró asombrado y perplejo su cuerpo colgando del árbol… como si fuera una figura siniestra en medio de la oscuridad.

Y tocó a la puerta de su casa.

Su esposa, una ama de casa sin un estudio universitario, toda la vida encerrada en el hogar para tener una casita limpiecita y ordenada, miró su cadáver atónita y aterrorizada.

Fue en una calle del puerto jarocho, y en donde los vecinos se unieron en un haz de voluntades para bajar el cadáver del árbol.

También se llamaba Ernesto. Ingeniero mecánico. 45 años. Llevaba varios años en la depre, a partir de la disminución del trabajo, pues el barco empezó a desfondarse, y sin ahorritos, los materiales de repuesto costaban tanto que nunca lo reparó y un dí­a, en una tormenta huracanada, el barco zozobró arrastrado por el agua marina.

Fueron varios meses sin el ingreso familiar y aquella mañana sin sol, el barco a pique, el vecino sintió el dí­a del Juicio final encima.

Y el viaje a la oscuridad como le llamaba William Styron a la depre, encontró tierra fértil para crecer.

Se multiplicó más cuando la esposa le dijo que entrarí­a a trabajar en la única puerta laboral que le habí­an abierto y que era de cocinera en una cantina.

Y tocó fondo cuando la hija, de unos 18 años, apenas estudiante universitaria, también pidió empleo en la cantina; pero, ni modo, y dada la juventud, se la dieron de mesera.

Y, por supuesto, arregladita con la falda bien pegada, acentuando sus pompis, para satisfacción de los parroquianos.

Así­, el vecino descarriló en su estado de ánimo, y más, porque lleno de celos imaginaba tanto a su esposa como a la hija en tareas sexuales, luego de cumplida la faena, algún galán que por ahí­ les abordara.

EL TIEMPO DE LAS VACAS FLACAS

Y, bueno, con el mayor número de horas en casa, sólo en la recámara de su casa, esperando que la esposa y la hija regresaran de la cantina, tocó fondo con una imaginación desbordada como caballos sin freno en el carril.

Los pleitos fueron cotidianos. Todos los dí­as. Y más, cuando a la hija la cambiaron al horario vespertino, de tal modo que salí­a hacia las 12 de la noche, y aun cuando las propinas eran generosas, el machismo del papá, revolcado con los celos, lo desplomó.

En los dí­as y años felices de boyante economí­a, el padre era un galán. Organizaba fiestecitas en su barco pesquero con chicas fáciles, teiboleras incluso. Vecina que le gustaba atrás de ella hasta la seducción y la conquista.

Tení­a trabajadores, todos pescadores. Y con frecuencia los enviaba solos a la pesca en altamar y la mañana la pasaba en el gimnasio, haciendo pesas, cuidando su cuerpo, narcisista, enamorado de sí­.

Incluso, y en nombre del ego recurrió a la cirugí­a plástica en la cara.

Fueron muchas las noches cuando llegaba a casa en la madrugada en completo estado etí­lico, oloroso a leña de otro hogar.

En las reuniones vecinales, su plática sólo alardeaba de las mujeres en su vida, desfilando como en un carrusel de caballitos en feria del pueblo, mientras la esposa, llena de resignación, escuchaba en silencio, porque, ni hablar, era la palabra del machito, quien nunca miró la desventura, el barco navegando con vientos favorables, el ingreso asegurado.

Hasta que el barco se desfondó y terminó hundiéndose conoció la otra cara de la realidad. El tiempo de las vacas flacas, las que más suelen predominar en la vida de los seres humanos.


1 comentario(s)

manuel abonce 28 Abr, 2015 - 15:05
a donde iremos a parar ? el precio del pretroleo segun analistas seguira a la baja por lo menos 3 años , el gob fed sin recursos para obra publica , el gobierno de veracruz quebrado a tal grado que los bancos han cancelado las lineas de credito a constructoras veracruzanas por el solo hecho de estar radicadas en veracruz .
lamentable pero casos como el del sr Ernesto que salio por la puerta falsa se habran de repetir .

Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.