Tal cual lo vislumbra el politólogo Carlos Ronzón Verónica, y más, porque el partido tricolor tiene, con todo y el hartazgo social en contra, el más alto í­ndice de voto duro, una clientela electoral asegurada desde hace muchas décadas.

Y más si, como se afirma, por arriba y debajo de las sucias cañerí­as de la polí­tica electoral circula desde ahora el dinerito fácil y la compra de conciencias y lealtades a través de despensas alimenticias y escolares, lo que significa lucrar con la miseria, el hambre, la jodidez, el desempleo, el subempleo con los salarios precarios y la migración.

Hay descontento social, dice Ronzón. Hartazgo. Coraje popular. Indignación crónica.

Pero, al mismo tiempo, con nueve candidatos en cada distrito el voto se dispersará, además de considerarse, primero, que nunca las diputaciones federales (ni tampoco locales) han despertado el interés ciudadano, y segundo, que por lo regular las llamadas elecciones intermedias del presidente de la república levantan bajas expectativas.

Y más como el caso de los candidatos a la curul federal que ninguna oferta laboral pueden ofrecer porque su trabajo, digamos, es legislar, y salvo excepciones, uno que otro, de manera aislada, cabildea recursos federales para los municipios.

Además, la leyenda popular establece que por aquí­ un diputado federal toma protesta en el Congreso de la Unión se olvida por completo del distrito y a veces sólo ponen una casita de campaña para tapar el ojo al macho, pues, y por lo general, está cerrada, sin una mosca que ande por ahí­ papaloteando.

UN SOLO FRENTE OPOSITOR

El maestro advierte la realidad: con tantos partidos polí­ticos, el voto se dispersa, a diferencia, por ejemplo, en Estados Unidos donde sólo existen dos partidos, el Demócrata y el Republica, aun cuando, claro, en Venezuela hay 50 partidos, lo que de plano significa la locura.

Y todaví­a, de pilón, otros mesiánicos continúan soñando con su partido polí­tico.

Por ejemplo, ya lo anunció Marcelo En cada distrito hay nueve candidatos a diputados federales y, por tanto, el voto se dispersará entre todos, sin un contrapeso polí­tico fuerte y seguro en contra del PRI Ebrard Casaubón, exjefe de Gobierno en el Distrito Federal, luego de paso por el PRD y el PRI.

Y hasta donde se sabe, el exgobernador de Guerrero, íngel Aguirre Rivero, después de su paso por el PRI y el PRD, también se alista para tener su partido polí­tico.

Y en el caso de Veracruz, el senador Héctor Yunes Landa cabildea para seguir los pasos del biólogo Alfredo Tress y convertir su Alianza Generacional en un partido polí­tico.

Es más, hasta Mario Tejeda Tejeda sopesa mudar la Ví­a Veracruzana en otro partido, antes, mucho antes, digamos, de que renuncie al PRI porque han sido muchos, demasiados los años en que sólo le han vendido saliva, esperanzas y promesas incumplidas.

Así­, y en el caso de las elecciones al Congreso de la Unión, un ciudadano inconforme votará, digamos, por el PAN y otro por el PRD y otro por MORENA y otro por el Movimiento Ciudadano y otro por el PANAL y otro por el PT y otro por el PRI, etcétera.

Y sin contrapeso polí­tico, el tricolor terminará imponiéndose en las urnas, aunque sea con una votación baja.

Otra cosita serí­a, digamos, y considerando que el enemigo público número uno a vencer es el PRI, adueñado del poder polí­tico en Veracruz desde la fundación del partido en 1929 por Plutarco Elí­as Calles, es que los candidatos de la oposición declinaran por un único y dieran la gran batalla en las urnas, todos juntos alrededor de un solo abanderado, el mejor posicionado en la encuesta.

Pero, bueno, tales sueños son fantasí­a primaveral ahora con el solazo tan alborotado como anda el polen…

POLíTICOS VOMITIVOS

Ronzón mira otro agravante de que el sufragio se dispersará no obstante el descontento social.

Y es que los jefes de familia, tanto la madre como el padre, están ocupados en el dí­a a dí­a, desde el itacate hasta la ropita y los zapatos para los niños, desde una aceptable alimentación para los hijos hasta unos centavitos para una emergencia médica.

Y por tanto, les vale quien gane en las urnas, pues son demasiados sexenios de engaños y desengaños, estafas y mentiras, y por supuesto, el enriquecimiento inexplicable de los polí­ticos cada cuatro años, en el caso de los alcaldes, y cada seis años, de los gobernadores y presidentes de la república.

Lo peor del asunto es la pobreza moral, ética, social y polí­tica de los candidatos y de sus partidos polí­ticos, pues muchos, más del PRI y PAN, son vomitivos, dice Ronzón, pues ellos han ejercido el poder y han mostrado el diente, en tanto la oposición continúa soñando con el paraí­so terrenal y por eso cuestionan y evidencia, con el riesgo de que algún dí­a cuando lleguen al poder serí­an iguales.

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