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Sábado 18 abril, 2015

El Veracruz de Astrid Elí­as Mansur

•Desintegración familiar...
•Lo peor: a nadie importa

I

El Veracruz de Astrid Mansur es el siguiente:
Un niño de 13 años se suicida en el puerto jarocho... a partir de una decepción amorosa.
Siete, ocho, de cada diez matrimonios jóvenes... están divorciados.
En una reunión de diez mujeres mayores de edad, unas siete, ocho, son divorciadas.

Luis Velázquez

Incluso, hay parejas descarriladas cuando ya tení­an dos, tres décadas de compartir la vida.

Cada vez aumenta el número de padres demandados por la pensión alimentación para los hijos, pues se fueron con otra mujer.

De cada diez estudiantes de secundaria y bachillerato, unas seis, siete, salen embarazadas y la mayorí­a, ni modo, abandonan los estudios para convertirse, incluso, hasta en madres solteras.

Veracruz ha sido ubicado en los primeros lugares nacionales de abortos, y muchos clandestinos, con comadronas, arriesgando la vida, pues, como se sabe, la iglesia lo ha prohibido a los diputados locales.

Veracruz, dice la investigadora Patricia Ponce, es el estado lí­der en el paí­s en la producción de trabajadoras sexuales.


El número de jefes de familia migrantes a los estados fronterizos y a Estados Unidos se multiplica, atrás del paraí­so perdido que significa la tierra jarocha para ellos a partir del desempleo y el subempleo con salarios de hambre.

La infidelidad alcanza niveles insospechados, porque si antes se acusaba a los hombres de tales deslices, ahora también las mujeres, incluso las casadas están involucradas, pues el tema ha dejado de ser un simple asunto de sexo.

Tal cual, la vida en el Veracruz de Astrid Mansur ha terminado en la desintegración familiar.

II

Durante muchos, muchí­simos años, digamos, en el siglo pasado, el DIF siempre fue la institución más generosa del gobernante en turno, pues se aplicaba al fortalecimiento de la familia.

La familia era el eje rector de su vida pública.

Se ignora si todaví­a hoy, pero por mangas o anchas lo anterior está pasando de norte a sur y de este a oeste con la familia, sin que exista, se sienta, perciba, una gran integración, primero, del DIF estatal, y segundo, con los DIF municipales para que en todos los órdenes de gobierno prive la mí­stica, el apostolado y la religión de la familia.

Ah, se olvidaba otro dato alarmante en los La integración familiar ha dejado de ser la mí­stica, el apostolado y la religión del DIF pueblos indí­genas y campesinos de Veracruz: nadie puede negar la migración a Estados Unidos.

Pues bien, las ONG han documentado que una parte considerable de los hombres que regresan del paí­s vecino a sus pueblos, digamos, una vez al año, en navidad por ejemplo, vienen infectados con el VIH.

Y, por añadidura, infectan a sus parejas.

Y, por tanto, el SIDA se ha multiplicado en las regiones étnicas y campesinas de la tierra jarocha.

Es decir, la desintegración familiar en toda su plenitud.

III

Un Veracruz, pues, sin valores, principios, ideales, convicciones.

Influenciado por todo, desde la televisión y la revistas hasta las costumbres y hábitos vecinales, y al mismo tiempo, oh paradoja, el descuido de la tarea pública.

Incluso, en muchos casos, las esposas de los presidentes municipales soñando para brincar a la alcaldí­a.

Metiéndose, pues, a la polí­tica polí­tica.

IV

Ya de por sí­, estamos jodidos.

650 mil personas de 15 años de edad en adelante… analfabetos.

Un millón de paisanos de Veracruz con la escuela primaria incompleta.

Otro millón con la secundaria a medias.

600 mil con el bachillerato a medias.

Veracruz, mudado en un estado migrante por vez primera en su historia.

Unos diez mil, once mil jornaleros agrí­colas de Baja California y estados fronterizos, de los 80 mil en rebelión en el Valle de San Quintí­n, originarios de Veracruz.

La prostitución como fórmula infalible de la polí­tica económica para llevar el itacate a casa.

Baja calidad educativa. Baja calidad en la medicina pública. Peor inseguridad.

Y todaví­a, de ñapa, la desintegración familiar.

¿Qué hace, pues, el DIF de Veracruz para rescatar los grandes valores familiares?

Y más, mucho más, cuando el estribillo en el siglo pasado era que la familia es núcleo social de un pueblo.

¡Cuántas falta hace la revolución cultural de José Vasconcelos en el México de ílvaro Obregón, por cierto el héroe patrio de Enrique Peña Nieto!

POSDATA: A la lista anterior ha de agregarse el secuestro y asesinato de niños en Veracruz, y de feminicidios que ni siquiera, vaya, interesan al secretario de Seguridad Pública ni menos al Fiscal General de nueve años.


1 comentario(s)

Rosario 20 Abr, 2015 - 18:32
Buenísima columna¡. Astrid sin duda es una mujer muy preparada académicamente pero con nula experiencia en esto y cero tacto político, representa a la burguesía inoperante.

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