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8 Columnas
Martes 31 marzo, 2015

Periodistas con Ayotzinapa


•El ánimo pisoteado...

Alejandro Almazán

  • Alejandro Almazán. Ciudad chilango

Marcela Turati me contó que otros colegas, igual que ella y yo, traí­an el ánimo pisoteado. Hay que hacer algo, le dije a Marcela y ella, que siempre va un cerebro adelante, ya tení­a una salida: escribirles a los normalistas

En octubre fui a Guerrero varios dí­as y regresé a casa hecho mierda. Debió ser la manera en que la policí­a desapareció a los 43 normalistas, debió ser la edad y el futuro quebrantado de los chicos, debió ser el desconsuelo y la rabia que noté en los padres, debió ser la inconstancia y la desfachatez con la que la PGR trató el asunto, debió ser que abandonamos a un Guerrero que se ha tomado el tiempo para trabajar su propia apocalipsis. Lo que haya sido, regresé a casa tragándome el corazón, con ganas de encontrar a alguien con quién compartir la culpa.

Horas más tarde, Marcela Turati me contó que otros colegas, igual que ella y yo, traí­an el ánimo pisoteado. Hay que hacer algo, le dije a Marcela y ella, que siempre va un cerebro adelante, ya tení­a una salida: escribirles a los normalistas. La idea la habí­an masticado Marcela y otros amigos en Iguala, después de haber ido a una fosa donde se descubrieron 28 cuerpos calcinados. Como dice Marcela: “Habí­amos visto de todo, pero nada como esto; o sí­, pero no así­”. Ayotzinapa no solo requerí­a digerir el horror después del horror, también llevó a que en nuestros textos algunos hiciéramos pública una posición: Fue el Estado.

Dicen que lo verdaderamente inolvidable no necesita de un texto ni una fotografí­a para ser recordado. Aún así­, Periodistas con Ayotzinapa es un blog/libro para que cuando lo olvidemos podamos volver a recordarlo. Marcela, Blanche Petrich, John Gibler, Arturo Cano, Emiliano Ruiz Parra, Wilbert Torre, Cecilia González, Lydiete Carrión, Elia Baltazar, Paris Martí­nez, Jacobo Garcí­a, David Espino, Daniela Rea, Daniela Pastrana, Témoris Greko, íngeles Mariscal… y tantos entrañables amigos quizá solo hemos escrito con la esperanza de que el mundo pueda mejorar y de que los 43 nos escuchen, donde quiera que estén.

Por lo pronto, aquí­ les dejo un fragmento del texto de Mardonio Carballo, Hora de no hacer nada:

Quizá sea hora de no hacer nada.

De quedarnos en la cama con la resaca de la pesadilla nocturna.

Quizá sea hora de guardar silencio.

De dejar a los medios de comunicación sin ningún escucha, sin ningún televidente.

O mejor aún, dejar de hacerlos.

(…)

Quizá sea hora de no hacer nada;

no jugar en Xbox juegos donde la sangre sobra,

de no hablar por teléfono, ni móvil ni de casa (…)

Quizá sea hora del silencio.

Quizá sea hora de no ir a la milpa,

de dejar vací­as las centrales de abastos y las mesas citadinas (…)

Quizá sea hora de dejar de fumar marihuana o de inhalar cocaí­na.

De dejar a los que las producen, distribuyen, a los que matan por ellas sin negocio.

Por ofrenda, por el otro, por los otros, aunque sea un dí­a.

No por moral ni demagogia: por el chilango sin rostro. Por los 43 que no aparecen (…).

Quizá sea hora de leer este modesto homenaje a los 43, aunque sea Semana Santa cuando todo mandamos al diablo.


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