Los virreyecitos
Los alcaldes de Veracruz salieron mal librados en el Diagnóstica del Desarrollo Institucional de la Auditoría Superior de la Federación, ASF, en materia de transparencia y rendición de cuentas.
Por ejemplo, en una escala de muy bajo a muy alto, pasando por bajo, medio, medio alto y alto, los 212 municipios quedan clasificados de la siguiente manera:
Luis Velázquez
El 2.4 por ciento, muy alto.
El 7.1%, alto.
El 35.8 por ciento, medio.
El 18.4 por ciento, bajo.
El 13.2 por ciento, muy bajo.
Incluso, la ASF da al traste con el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, y la Comisión de Vigilancia del Congreso, y de paso con la Contraloría, obligadas como están a luchar contra la opacidad, por un lado, y por el otro, a airear la vida pública.
Ni lo uno ni lo otro según el documento expedido por la quisquillosa ASF que tantas travesuras ha causado al gobierno de Veracruz, la última, con las irregularidades por 7 mil millones de pesos detectadas, entre otros rubros, en el Seguro Popular y la secretaría de Educación, cuyo titular, por cierto, Adolfo Mota, fue premiado con la candidatura a la curul federal gracias al dedazo del senador Emilio Gamboa Patrón.
Mal, pues, andamos, y más cuando la ASF precisa que “el municipio es el orden de gobierno más cercano a la sociedad, responsable de proveer a la población los servicios públicos”.
Ok.
Más cercano a la ciudadanía; pero en teoría, porque en el terreno de los hechos es el más lejano a partir, entre otras cositas, de la opacidad de los pequeños virreyes en que se han convertido los presidentes municipales.
ENTRE MíS OPACIDAD MíS CORRUPCIÓN POLíTICA
La ASF refiere que los municipios con un nivel muy alto en capacidad administrativa y de transparencia se ubican en los estados de Aguascalientes, el 45.5 por ciento.
Baja California, el 80 por ciento.
Campeche, el 45.5 por ciento.
Y Querétaro, el 38.9 por ciento.
Así, si los cuatro estado anteriores se cotejan con el nivel de transparencia en Veracruz en un nivel muy alto, que apenas, apenitas y llega al 2.4 por ciento de los 212 Ayuntamientos, caray, que vergí¼enza para el Congreso local, el ORFIS y la Contraloría; pero también para el gobernador, que tal cual nos miren desde el altiplano.
Peor tantito si se considera que según la dependencia, especializada en auditar y seguir la huella de los trastupijes con fondos federales y en combatir la opacidad, establece que de los 2,550 municipios del país sólo 245 tienen evaluaciones importantes y en donde, oh paradoja, por ningún lado se asoma Veracruz, ni siquiera, vaya, con una lucecita débil, frágil, tenue… en el túnel.
Tantito peor por lo siguiente:
Entre más opacidad, más corrupción política.
Más ordeña de vacas.
Más, mucho más, metidas de mano al cajón.
Tal cual, entonces, habría de preguntarse el destino de aquella frase bíblica de que no soy tapadera de nadie que el jefe del gabinete político de Veracruz, Gerardo Buganza Salmerón, ha seleccionado como su Eclesiastés.
TAPADERA DE ILíCITOS
Por eso es que los alcaldes son unos virreyecitos manejando el erario.
Por eso es que de igual manera cada fin de un periodo municipal, parte del cuerpo edilicio repite la frase célebre de Sergio Flores Armida cuando dejara la alcaldía de Boca del Río:
“Dejé de ser alcalde y dejé de ser pobre”.
Po eso es que México ocupa uno de los primeros lugares mundial en corrupción política según Latinobarómetro.
Más aún cuando como advierte la Auditoría Superior de la Federación, en el sentido de que de no existir sanciones por cumplir en el reporte de gastos… queda a la voluntad de los gobiernos locales.
Revísese, por ejemplo, el dictamen del ORFIS sobre la cuenta pública anual y advertirá que la cuchilla sólo la tira en contra de los llamados ediles charales, pues nunca, jamás, han procedido contra los tiburones del mar político.
Y es que, bueno, la fama pública de los entuertos es manifiesta.
Por ejemplo, en la víspera cuando Alberto Silva Ramos dejó la alcaldía de Tuxpan para asumir la Secretaría de Desarrollo Social y sentir que el dedo lo había favorecido como el favorito para la candidatura a gobernador el año entrante, el químico contable, Mauricio Audirac Murillo, pasó un buen tiempo a su lado arreglando el desaseo administrativo.
Y más porque, como documentó el exdiputado local Germán Yescas, “El cisne” ocupó el primer lugar estatal en deuda pública y el primer lugar en la frivolidad mediática, a tal grado que solía aparecer en los medios más número de ocasiones que el gobernador.
ALí BABí, REMEDO DE LADRÓN Y PILLO
A la luz de la ASF, está canija la opacidad municipal en el territorio jarocho.
Y, por tanto, nadie dudaría de acuerditos en lo oscuro, por ejemplo, de la Comisión de Vigilancia del Congreso, integrada por once diputados de todos los partidos, donde entre ellos mismos encubren a sus ediles y unos a otros negocian lo que saldrá a la calle.
Y es que, además, la opacidad está ligada al manejo de los recursos municipales propios; pero también, las participaciones federales y estatales, con tantos fondos y subsidios oficiales que Alí Babá es un remedo de ladrón y pillo.
POSDATA: Los estados del país con mayores problemas de inseguridad al día de hoy son Guerrero, Morelos, Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Tamaulipas, Chihuahua, Baja California, Jalisco y México… Entre otras razones, tanto los Zetas como el cartel del Golfo han caminado, solitos, para tales demarcaciones, otorgando un receso a Veracruz…