la LXIII Legislatura, empujado por los secretarios del gabinete legal de Javier Duarte.

Si Érick Lagos sorprendió con tacos al pastor, Pau Pau y un conjunto musical, y Arturo Bermúdez con tamales, pambazos, atole y jugos, ahora, Gerardo Buganza Salmerón, alias “El buga”, también “El curita”, “Bugy”; también “El cardenal”, ha entrado a la conquista del “Pelómetro”.

Así­, y por ejemplo, en vez de un conjuntito musical anticipó su llegada con una banda grupera de nueve artistas (tres trompetistas a todo lo que da) tocando a un ladito de la cerca de púas del Congreso, con su impecable camisa blanca y/o guayabera blanca de manga larga, como si los ángeles y querubines le dieran la bienvenida y alegraran el corazón para dicha de todos.

Pero, además, instaló un perifoneo para tirarse incienso a sí­ mismo y que fue multiplicado con un montón de lonas colgadas de los árboles del camellón de cara al palacio Legislativo.

La romerí­a, pues, con un restaurante móvil para que los 200, 250, 300 campesinos (que, se afirma, llegaron de varias latitudes de Veracruz por voluntad propia) calentaran los huesos con un cafecito gourmet.

Más los adornos navideños instalados ya en el palacio donde los 50 diputados locales debaten las leyes para normar la vida jurí­dica, social y polí­tica de los 8 millones de habitantes de la tierra jarocha.

Más una lona colocada afuera del recinto con dos fotos en los extremos, una de Buga y otra de Javier Duarte, con una leyenda en medio: “Gracias, Buganza”, firmada por un poblado de la sierra de Chicontepec, allá donde los jesuitas de Huayacocotla empujan con discreción el nuevo mundo que algún dí­a habrá de llegar.

La romerí­a, pues.

Pero, además, fiel a su protagonismo mesiánico, su egolatrí­a, enamorado de sí­ mismo, campeón solitario de mil batallas que enfrentó y derrotó al cáncer, nomás para demostrar su puño, Buga llegó solito al Congreso.

Solito. Solitito.

Sin ningún subsecretario de la Secretarí­a de Infraestructura y Obra Pública que fue modificada exprofeso para su aterrizaje.
Incluso, sin ningún apuntador.

Él solito… para quedarse con los aplausos y los ví­tores, niño ególatra, el invencible y todopoderoso, a diferencia de los otros secretarios que por ahí­ han caminado (Mauricio Audirac, Érick Lagos, Adolfo Mota, Arturo Bermúdez, Fernando Bení­tez Obeso y Ví­ctor Alvarado) custodiados por su gabinete.

“El pelómetro”, pues, sólo para Buga, quien ahora, según la crónica oficial, está emberrinchado en regresar a la Secretarí­a General de Gobierno como si el gobierno de Veracruz fuera suyo, de su propiedad, y él fuera, de plano, el Mesí­as sexenal.
Por encima del jefe máximo.

“EL ESTADO SOY YO”

Solito, sin nadie a su lado, todos los reflectores para sí­, Buganza rindiendo cuentas ante el honorable honorable honorable Congreso de Veracruz.

Fue solo, claro, porque es un ególatra que a nadie necesita porque solito, a base de puras curules federales pluris accedió al poder, iniciado en el vicio por el filósofo César Leal Angulo, el mismo que relanzara al PAN en el siglo pasado y terminara en el exilio dorado en Grecia como el embajador de Vicente Fox, luego de un golpe partidista asestado por sus mismos discí­pulos.

Ególatra, pues, (“El Estado soy yo” decí­a Luis XIV), Buga se reprodujo con sus mejores frases bí­blicas, sin apartarse del libreto que antes le ha funcionado: Yo corregí­ lo que estaba mal, dijo, gritó, clamó… para expresar, por ejemplo, que mientras su pastor evangélico y director jurí­dico, Emeterio López Márquez (premiado con la Procuradurí­a de Justicia luego de validar la elección de Fidel Herrera como gobernador), interpuso 28 denuncias penales sin una respuesta, a la fecha, del procurador de Justicia, su rival en egolatrí­a y en “El pelómetro”, Luis íngel Bravo Contreras.

Yo doy la cara, dijo, para magnificarse como el Jesús que toma el látigo para expulsar de su templo a los fariseos y mercenarios y enfrenta a tirios y troyanos para la salud pública.

Yo he reunido en la SIOP a técnicos probos, honestos, honrados y eficientes, quizá, claro, sin duda, como ningún otro secretario del gabinete.

Yo. Yo. Yo.

El yo/yo, en abierto desafí­o con los otros yoyos del palacio, los más ardientes: Luis íngel Bravo Contreras, Alberto Silva y Érick Lagos.

Y es que, bueno, así­ lo establece la Biblia. Sólo puede amarse a los demás… cuando uno se ama a sí­ mismo.

Más impoluto e impecable e implacable que su paisa, el procu (“Apenas tomé posesión, los narcos salieron huyendo de Veracruz”), Buga, derrotado en las urnas en el año 2004 por Fidel Herrera, derrotado en la, digamos, contienda interna de 2010 por Miguel íngel Yunes Linares, se proclamó en la comparecencia como el más honesto de todos los honestos en un paí­s que ocupa uno de los primeros lugares mundiales en corrupción.

Así­, dijo, la SIOP invirtió más de 4 mil 800 millones de pesos en obra pública, y ningún centavo, un solo peso, cayó en el diezmo ni en el doble diezmo ni tampoco, claro, menos, mucho menos, fueron canalizados a constructoras recomendadas.

Ajá.

“Palabra de Dios”.

Por eso, cuando la banda de ayotzinapos, con sus tí­teres con zancos, escuchó la frase bí­blica en los altavoces empezó el diana desde afuera del palacio Legislativo, ocupados como estaban mirando atónitos y sorprendidos la valla metálica para reprimir la irascibilidad social.

Solo faltó que en un anuncio espectacular en la avenida, mejor dicho, en una pantalla de televisión, apareciera la “Z” de Buganza, como en el año 2004, con la imagen del palacio de gobierno de Xalapa de fondo y un Buga sonriente, mirando el porvenir, rodeado del Opus Dei.

Todo “El pelómetro” para Buga.