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Diario de un reportero
Sábado 22 noviembre, 2014

Grandeza periodí­stica

•El embajador de Torrijos •Gabo, cabildero de Scherer

DOMINGO
Grandeza periodí­stica

Hay reporteros, mudados en escritores, que por el alto nivel de profesionalismo que alcanzan ser vuelven, en sí­ mismos, un poder público, forrados de autoridad moral y grandeza ética, frente a los poderes polí­ticos.
Así­, desde tal perspectiva que enaltece el oficio reporteril, sirven a las mejores causas sociales.
Por ejemplo, durante el llamado “boom literario” de América Latina Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa rompieron con Fidel Castro y sólo Gabriel Garcí­a Márquez y Julio Cortázar mantuvieron la relación con el presidente cubano.

Luis Velázquez

Entonces, los amigos escritores de Fuentes y Vargas se lanzaron contra el Gabo y Cortázar; pero ellos nunca, jamás, cedieron a la crí­tica.

Años después Garcí­a Márquez, el más cercano a Fidel, dirí­a que gracias a la amistad habí­a logrado, aquel entonces, la libertad de unos mil cubanos, todos acusados de delitos polí­ticos, entre ellos activistas de los derechos humanos y escritores y pintores y académicos.

“El Gabo” habí­a obtenido tales concesiones de Fidel en base a la amistad y el respeto mutuo que ningún escritor, ni siquiera, vaya, Julio Cortázar, alcanzara.

Incluso, y en reciprocidad, Garcí­a Márquez fue hasta embajador de Fidel Castro ante Bill Clinton, el presidente de los Estados Unidos famoso en el mundo por la dulce y tierna y gordita becaria, Mónica Lewinsky.

LUNES
El embajador de Omar Torrijos

Graham Greene es otro caso. Escritor, también publicaba largas y extensas crónicas de su recorrido en el planeta, sobre todo, en el continente americano.

Fue amigo del general Omar Torrijos, aquel que lograra ante James Carter la entrega del Canal de Panamá; pero como el Congreso norteamericano estaba en contra después de la firma lo modificaron y causó la más grande frustración polí­tica de Torrijos.

Incluso, el general murió en un avionazo, donde siempre la culpa de Estados Unidos estuvo en el eje central.

Con bastante regularidad Torrijos invitaba a Graham Greene a Panamá (publicó “El poder y la gloria”, un extenso reportaje sobre la época de Tomás Garrido Canabal de gobernador come/curas en Tabasco) y solí­an dialogar sobre el escenario mundial.

Es más, Greene solí­a revisar los discursos de Torrijos que él mismo escribí­a para los eventos mundiales.

Alguna vez, mejor dicho, varias, el escritor aceptó servir de agente diplomático del general, presidente de Panamá, ante el Congreso norteamericano y ante el mismito Fidel Castro.

Es más, a petición de Torrijos sirvió en Europa para liberar a diplomáticos europeos secuestrados en Panamá por la guerrilla latinoamericana.

MARTES
El Gabo, cabildero de Julio Scherer

El gran reporterazo Julio Scherer, director entonces del periódico Excélsior, uno de los más influyentes de América Latina, fue amigo de Garcí­a Márquez, amigo a su vez de Fidel Castro.

Un dí­a Scherer pidió a “El Gabo” le ayudara a tramitar una entrevista exclusiva con Fidel, quien tení­a en su escritorio la solicitud de unos 1,500 periodistas del mundo, muchas de ellas eran mujeres, privilegiadas por Castro Ruz, incluso con varias sostuvo aventuras amorosas.

Y el dí­a llegó. Y Gabo pidió a Scherer tomara el avión de México a La Habana, donde lo esperarí­a para llevarlo con Fidel.

Al dí­a siguiente, temprano, Garcí­a Márquez invitó a don Julio a treparse en el yate preferido de Fidel Castro para irse de pesca con el lí­der cubano y en altamar, en el Golfo de México, efectuar la entrevista, pues, además, tendrí­an todo el dí­a.

A la hora estelar, “El Gabo” dijo a don Julio que Fidel estaba listo para la entrevista.

Scherer retrocedió lleno de timidez.

Y cuando el escritor colombiano le preguntó las razones, don Julio contestó con humildad y devoción:

--Imposible entrevistar a Fidel delante de ti que eres el mejor reportero del mundo.

--Pero somos amigos.

--Pues sí­, pero me cohí­bo.

Y la entrevista se frustró.


MIÉRCOLES
Prestigio de un reporterazo

Don Alfonso Valencia Rí­os ha sido el mejor reportero de Veracruz y del Golfo de México.

Fue maestro fundador y director de la antigua facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana, que iniciara clases en un saloncito prestado de la Preparatoria Nocturna y luego pasara a un localito en el edificio Trigueros del puerto jarocho; después, a una vieja casona, a punto de desplomarse, en la avenida 5 de mayo.

Entonces, Fernando López Arias gobernaba Veracruz, y don Alfonso utilizó su gran prestigio, su indestructible autoridad moral y ética, para solicitarle un edificio para la facultad, hartos todos de andar paseando de un lado a otro, sin ton ni son.

López Arias ordenó construir el primer edificio de la facultad en la calle Arista, esquina Zaragoza, en el centro de la ciudad jarocha, que el gobernador inauguró en una tarde/noche donde el jefe del Poder Ejecutivo se desviví­a, delante de los estudiantes y del gabinete legal completo, por don Alfonso.

Fue, sin duda, una de los mejores logros del profe Valencia a la causa académica.

JUEVES
Vivir de la esperanza

Jorge Arias caminó en el periodismo en el sexenio de Agustí­n Acosta Lagunes y el cuatrienio de Dante Delgado Rannauro.

Mantuvo la relación amical; pero también la distancia sana que el oficio de cada uno significaba, ellos, a la polí­tica; él, al periodismo.

Nacido en Cantarranas, Paso de Ovejas, siempre cabildeó para que uno y otro visitaran la rancherí­a en plan de trabajo, quizá, acaso, para algún servicio público, el agua potable, que entonces la población acarreaba desde el rí­o, una escuela primaria, un parquecito para los niños, un parque de béisbol.

Pero, bueno, la vida es así­, y tanto Acosta como Delgado siempre alentaron la posibilidad de que el dí­a menos pensado lo programaran e irí­an de sorpresa, incluso, a un desayunito “en la casa donde naciste”.

Un dí­a, ni hablar, la relación amical con Acosta Lagunes quedó fracturada en el camino y Dante se pasó los cuatro años alimentando la esperanza…

VIERNES
La mejor causa humana

Tiempo aquel de la guerra sucia en México. El movimiento estudiantil del 68. La sublevación de los médicos del Seguro Social. La guerrilla. El secuestro de Rubén Figueroa Figueroa, candidato a gobernador de Guerrero. Lucio Cabañas y Genaro Vázquez.

Entonces un guerrillero fue secuestrado y desaparecido. Y por más que la joven esposa, embarazada, lo buscó hasta en los sótanos de la temible Dirección Federal de Seguridad, nunca, jamás, ni rastro.

Así­, tocó la puerta de la oficina de don Manuel Buendí­a, el columnista polí­tico más importante e influyente del paí­s y le contó su caso y clamó, pidió, su ayuda solidaria.

En ningún momento la esposa solicitaba de Buendí­a una de sus columnas estrujantes, sino el cabildeo ante las elites del poder para encontrar vivo y sano a su pareja.

Buendí­a, conmovido por el caso, empezó a tocar puertas en todos los niveles, alimentado por la esperanza de la joven señora que creí­a a ciegas en el columnista.

Meses después de silencioso y diplomático cabildeo, Buendí­a logró que las elites polí­ticas y policiacas le entregaran al guerrillero aquel en las mejores condiciones de salud.

El dí­a cuando la niña de aquella pareja nació la bautizaron con el nombre de Manuela en homenaje a Buendí­a y Buendí­a, por supuesto, fue el padrino.

El periodismo, al servicio de las mejores causas humanas, pues no todo lo que brilla es Watergate.


1 comentario(s)

SERGIOTORRRESMARIN 23 Nov, 2014 - 22:05

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