grado de inseguridad que se vive en el estado.

El asesinato del expresidente municipal de este lugar, Cándido Morales, demuestra que la delincuencia, en el “Veracruz del no pasa nada”, cada vez más “Late con Fuerza”; por si fuera poco, el actual alcalde, Salomón Cid Villa, desapareció y dejó acéfala la presidencia.

En este municipio, que colinda con el estado de Puebla, se vive con miedo. Los habitantes casi no quieren hablar del tema, “mucho menos con extraños”; prefieren refugiarse en su casa, que estar en las polvorientas calles de una villa que prácticamente está abandonada, la mayorí­a de ellos andan por los Estados Unidos, “porque allá sí­ hay trabajo”.

El temor es tal que incluso ni el sí­ndico Cándido Carrillo y mucho menos el alcalde suplente Gildardo Martí­nez, quieren asumir el control de la presidencia municipal.

La historia de los hechos, que culminaron con el asesinato del exalcalde Cándido Morales, iniciaron el uno de septiembre pasado, en un operativo cuando elementos de la Secretarí­a de la Defensa Nacional en coordinación con la Policí­a Estatal ubicaron un campo de entrenamiento que la delincuencia organizada tení­a en la congregación de “El potrero”.

Ahí­, fueron detenidos 30 personas, entre ellos algunos centroamericanos que al parecer eran obligados a delinquir a cambio de no matarlos. Otros tres, según el reporte oficial, fueron abatidos cuando intentaron detener el avance de las fuerzas armadas.

Hasta el momento, casi dos meses después, ninguna autoridad informó de la situación legal de los detenidos. Ni siquiera se sabe a dónde fueron trasladados.

A partir de ese entonces, el temor de apoderó del municipio. Patrullas de la Marina Armada de México recorren las calles y vigilan el paso obligado de vehí­culos sobre la carretera federal entre Tehuacán, Puebla, con el centro del estado de Veracruz.

Hay un gran temor, que incluso se siente en el ambiente. La amabilidad de la gente se convirtió en un trato hosco hacia el extraño, pese a que la venta de comida, en especial barbacoa de borrego, es la principal actividad comercial que mantiene a un buen número de familias.

El miedo se multiplicó el pasado fin de semana, cuando familiares del expresidente Cándido Morales confirmaron que el cadáver desnudo, hallado en las aguas del rí­o Blanco, era del exalcalde y aunque el servicio Forense se negó a informar de las condiciones en las que fue encontrado el cuerpo, sí­ se confirmó que presentaba huellas de tortura, además de tres balazos, dos en la cabeza y uno en el estómago.

El avanzado estado de descomposición impidió que el cadáver fuera sometido a la necropsia y casi de inmediato fue entregado a sus familiares, quienes se lo llevaron a Tehuacán, Puebla en donde finalmente lo sepultaron.

Del móvil del asesinato nadie quiere hablar, ni siquiera el propio Ministerio Público, sólo se realizaron las diligencias ministeriales y se procedió a la entrega, y aunque el cuerpo tení­a tres impactos de bala no se inició la averiguación ministerial correspondiente. Se desconoce el motivo.

Al asesinato de Cándido Morales, quien hace un año recibiera el reconocimiento nacional como el mejor alcalde del 2013, se suma la desaparición del actual presidente municipal, también perredista, Salomón Cid Villa.

El hecho sucedió, presuntamente dí­as después del aseguramiento del campo de adiestramiento en el que la delincuencia organizada entrenaba a sus nuevos elementos.

La población, de la noche a la mañana, se enteró de la desaparición de “Chalo”, como conocen al alcalde de este lugar: “Quién sabe qué le pasó” dirí­a doña Hermenegilda, una mujer que vende antojitos mexicanos a pie de la carretera entre Tehuacán y Orizaba. “No más nos enteramos de que dejó de ir a la presidencia”.

La versión fue mantenida en secreto durante las primeras semanas; pero este fin de semana fue confirmada luego del hallazgo del cadáver del exalcalde Cándido Morales.

La desaparición del alcalde es el comentario actual en los comedores del pueblo. “Se fue porque lo iban a detener”, es una de las versiones; otra apunta a que pudo haber sido amenazado de muerte; pero se desconoce quién o quienes lo hicieron.

Lo único cierto es que las labores administrativas del ayuntamiento se empiezan a complicar. Están a la deriva. Nadie sabe qué va a pasar con su empleo y el dinero se empieza agotar en las arcas municipales, “lo peor es que necesitamos de la firma del alcalde para los movimientos bancarios. Ya no tenemos dinero” admitirí­a un empleado municipal que se negó a dar su nombre.

Este es el escenario en uno de los municipios del Veracruz, el estado que según Javier Duarte tiene en la “Fuerza Civil” a la mejor policí­a del paí­s. La entidad, en la que la delincuencia se preocupa por robar “frutsis y pingí¼inos en los Oxxos” como dirí­a quien dice gobernar.

Hasta el momento se desconoce qué hará el Congreso del Estado para resolver la ausencia del alcalde, quien incluso no pidió autorización al cabildo para ausentarse del cargo y mucho menos lo hizo a la Legislatura de Veracruz.