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Reportajes
Miércoles 22 octubre, 2014

Vidas paralelas

De Miguel de la Madrid a Javier Duarte
En aquel sexenio sismos naturales y polí­ticos estremecieron a la república, de igual manera como ahora sucede en Veracruz
Una radiografí­a de vasos comunicantes que se empalman para el desencanto de la población

Entre el presidente Miguel de la Madrid y el gobernador Javier Duarte hay vidas paralelas según el politólogo Carlos...

Luis Velázquez

Ronzón Verónica.

Con maestrí­a en Ciencias Polí­ticas en la Universidad Complutense de Madrid, con doctorado en Sociologí­a en la Universidad de Puebla, el profe enumera sus razones históricas:

Una. El México de entonces fue sacudido por sismos naturales y polí­ticos. Por ejemplo, el temblor de 1985, cuando el presidente quedará reducido a un autista. La huelga en la UNAM, con sus lí­deres icónicos, entre ellos, Carlos Imaz. La renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo al PRI. El esplendor de la izquierda radical con Heberto Castillo. La derecha, con Manuel Clouthier, Maquí­o, de candidato presidencial. La resistencia pací­fica del PAN en el norte del paí­s. La explosión de San Juanico. La contaminación en el Distrito Federal que causara la mortandad de aves.

Así­, el profe mira la realidad volcánica en Veracruz con Duarte. La gran disputa de los carteles. Los 36 cadáveres tirados en la avenida Ruiz Cortines, en el paso a desnivel frente a plaza comercial Las Américas. Veracruz, el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril. Veracruz, la peor entidad federativa para el paso de los migrantes de América Central. Veracruz, el cementerio más extenso y largo de migrantes en la nación. Los rí­os Blanco y Coatzacoalcos, convertidos en cementerio particular de los malandros. La ruptura de hecho y derecho con el senador Héctor Yunes y su Alianza Generacional.

Dos. Con Miguel de la Madrid, la década perdida. El detonante de la deuda pública. La inflación que en seis años llegó al mil 200 por ciento. La devaluación del peso.

Y en Veracruz, con Duarte, la tierra jarocha mudada en uno más de los estados migratorios del paí­s. El disparo de la migración a la frontera norte y Estados Unidos. Por vez primera, las mujeres migrando al paí­s vecino, donde según la Unidad de Género de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, eran y son cooptadas por los traficantes de carne humana para 50 actos sexuales solo fines de semana, más entresemana. La deuda pública en un ritmo vertiginoso, como nunca antes, y más si se coteja con los sexenios de Patricio Chirinos Calero y Agustí­n Acosta Lagunes, quienes la dejaron en cero. Más el desempleo y los salarios de hambre.

DE LA TIBIEZA AL VALE MADRISMO…

Tres. El asesinato por la espalda del columnista Manuel Buendí­a. El libro de Rafael Loret de Mola sobre “La jaula de las locas” en el gabinete federal, cuando, dice Ronzón, 21 gobernadores fueron ubicados como miembros de aquella cofradí­a romana. El exilio de la periodista Manú Dornbierer.

Y en Veracruz, los crí­menes (todaví­a impunes) de diez reporteros y fotógrafos, más tres desaparecidos, más los exiliados, más los despedidos de sus medios a petición del gobierno de Veracruz, a través de su vocera. Y por supuesto, la fama pública de la cofradí­a jarocha, que el mundo polí­tico tiene en sus labios; pero que como en el poema del tabasqueño Carlos Pellicer, “nadie se atreve a pronunciar su nombre”, como por ejemplo, lo develó con integridad Ricky Martin.

Cuatro. Con De la Madrid, elecciones cuestionadas, ganadas por el tricolor, con poco margen de maniobra. Protestas por todos los rincones del paí­s. La gran huelga de hambre del PAN en Chihuahua. El cierre de carreteras y puentes. Marchas. Tomas de zócalos en varias entidades federativas.

Y en Veracruz, igual. Presidencias municipales ganadas por el tricolor, con un solo voto. La elección del 2010 de gobernador ganada, cierto, por el candidato priista; pero con un margen escaso, limitado, cardiaco.

Cinco. De la Madrid entró a la galerí­a presidencial de la república como un presidente tibio. Incluso, ajeno a los graves pendientes sociales, económicos y polí­ticos. Claro, encarceló a gente de su maestro José López Portillo, como por ejemplo, Jorge Dí­az Serrano; pero porque le pisó la sombra camino a la candidatura presidencial. Pero el temblor del 85, por ejemplo, lo agarró de sorpresa y sorprendido quedó y cuando se dio cuenta los defeños se habí­an organizado para el rescate de los sobrevivientes.

Y en Veracruz, la tibieza gubernamental ha mudado en indiferencia, apatí­a, vale madrismo. Los problemas se resbalan. Mejor dicho, a nadie interesan, ocupan ni preocupan. Desde luego, a ningún fidelista encarceló Javier Duarte, pues en todo caso, eran los mismos, reciclados, la generación al poder. En contraparte, los carteles alucinaron al gobierno de Veracruz y según los hechos y circunstancias en los últimos cuatro años los rebasaron, por más, mucho más que en el discurso polí­tico y mediático inventen otra realidad. La polí­tica del “no pasa nada”.


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