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Martes 30 septiembre, 2014

Menosprecio duartista

•Desoyen clamor social
•Caso Soledad Atzompa

I

Un alcalde, de los 212 de Veracruz, en nombre de su pueblo, Soledad Atzompa, enclavada en la sierra de Zongolica, uno de los nueve municipios más jodidos del paí­s, tocó la puerta del secretario de Seguridad Pública.
Sólo deseaba... que el titular cumpliera su palabra empeñada de que la dependencia, el gobierno de Veracruz, pagarí­a el salario a los muchachos del pueblo que se capacitan para trabajar como policí­as.
Nunca fue recibido.

Luis Velázquez

El alcalde, uno de los 212 de Veracruz, de igual manera tocó la puerta del secretario de Infraestructura y Obra Pública… para solicitar el cumplimiento de la obra pública ofrecida en la montaña negra de Zongolica.

Nunca fue recibido.

El alcalde también pidió audiencia en la Secretarí­a General de Gobierno, la oficina polí­tica polí­tica del duartismo… para pedir su cabildeo, sus buenos oficios, tender un puente de acuerdo.

Tampoco, nunca, jamás, fue recibido.

El alcalde optó por una decisión, digamos, salomónica: hablar con la prensa para recordar a los secretarios los pendientes y diciendo que ni modo, los señores del poder solo dejan como única salida las caminatas, las marchas, los plantones, la protesta social y popular.

Pero además, avisó de una marcha que organizaba.

Y tampoco, ninguno de los tres lo quiso escuchar.

Ayer lunes, con los indí­genas de Atzompa, Xoxocotla y Atlahuilco organizaron una caminata que partiendo de Zongolica pasara por la caseta de peaje de Fortí­n y luego tomara camino a Xalapa, con el único deseo, el limpio deseo, de ser escuchados, y al mismo tiempo, fijar el tiempo, el momento, la fecha, el dí­a, para cumplir la palabra ofrecida.

EL TIEMPO DEL DESPRECIO Y EL MENOSPRECIO

De acuerdo con el cálculo unos tres mil indí­genas caminaban en la carretera federal.

Y de pronto, zas, se les aparecieron unos cien policí­as estatales integrados en un bloque con el único objetivo de frenar el coraje social y reducir la caminata a la nada.

Otros, sin embargo, de plano El alcalde de Atzompa tocó y siguió tocando puertas en el palacio de Xalapa buscando el bienestar común de su pueblo. Y como todas se le cerraron optó por una caminata de indí­genas para ser escuchado. Y lo oyeron, claro; pero con cien policí­as que le enviaron… fueron detenidos, digamos, intimidados, a la altura de Chocamán y Tomatlán.

La Secretarí­a de Seguridad Pública quiso así­ pulverizar la indignación popular.

Entonces, el alcalde de Soledad Atzompa llamó una y otra y otra y otra vez a la Secretarí­a General de Gobierno y nunca, jamás, le fue contestado el teléfono.

Que el secretario está en junta. Que el secretario fue con el gobernador a una cita. Que el secretario salió. Que llame al ratito.

En el fondo el mismo hecho y la misma circunstancia con que el sexenio próspero ha tratado a otros ciudadanos: la indiferencia, el menosprecio, el desprecio, la apatí­a, el valemadrismo… sobre los graves y grandes pendientes de Veracruz.

El mismito con que ayer mismo trataron a los indí­genas del Totonacapan, pertenecientes al Consejo Nacional Ciudadano, quienes fueron, incluso, baleados en los autobuses en que se dirigí­an a Xalapa, a la altura del poblado “El chote”, municipio de Papantla.

DESPIERTA EL VERACRUZ BRONCO

He ahí­, pues, el estilo de gobernar y ejercer el poder de la generación duartista.

El gobernador delega en el gabinete legal y ampliado, pues ellos como secretarios y subsecretarios tienen una tarea, una misión encomendada, una responsabilidad… que por eso mismo, además, usufructúan un salario excepcional, más viáticos, más camionetas escoltas y hasta blindadas, más guardaespaldas, incluso, más negocios lí­citos e ilí­citos.

Y ellos, los titulares, delegan en los mandos medios, y los mandos medios en los mandos inferiores, y así­ la cadenita hasta que el rí­o se desborda.

Y cuando el México bronco despierta, la autoridad recurre a la intimidación, el acoso, la represión, la amenaza para acallar la irascibilidad social.

Así­ han gobernado los duartistas durante casi cuatro años.

En contraparte, más, mucho más gana el gobierno y gana la sociedad y gana la imagen del jefe máximo… si el gabinete responsable de su área escuchara y dialogara con las partes, y establecieran una agenda pública y suscribieran acuerdos posibles de cumplir, y le dieran seguimiento hasta cerrar el capí­tulo correspondiente.

Pero como ninguna de tales posibilidades ocurren, la gente se manifiesta.

Ha sido el caso, como de tantos otros alcaldes, de Soledad Atzompa… que en nombre del pueblo indí­gena habrá de seguir cabildeando.

Y es que nadie desearí­a que luego de la caminata se doblara y/o fuera doblado, como por ejemplo, ocurrió con la presidenta municipal de Rodrí­guez Clara, quien luego de denunciar que el gobierno de Veracruz le adeuda desde varios meses cien millones de las participaciones federales, de pronto, zas, guardó silencio.

Y como también parece haber ocurrido con el alcalde de Tomatlán.

Y con los 15 alcaldes abanderados por el diputado local, el panista Jorge Vera.

Incluso, hasta con el regidor Hugo Vázquez de Gudiño, en el Ayuntamiento de Ramón Poo, de que unas avenidas estaban inconclusas en la pavimentación porque el duartismo les adeudaba las participaciones federales desde meses anteriores.


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