Todo, por la siguiente razón: el filme cinematográfico es una crí­tica impecable e implacable a los medios de información en México… Así­ está centrada en la historia de una televisora, la principal de la república, que se presta a distraer, por interés y conveniencia, la atención ciudadana sobre un escándalo de corrupción en que está envuelto el presidente de la república a partir de un video… Y en tales hechos y circunstancias también, y por añadidura, expone la fuerza polí­tica de la televisora para imponer a un jefe del Poder Ejecutivo Federal, como de hecho y derecho ocurriera con Enrique Peña Nieto, el huésped más importante de Los Pinos… Así­, la sátira arrasa, de igual manera como en su momento La ley de Herodes y El infierno, con una elite polí­tica corrupta, deshonesta, aliada de los carteles, proclive al negocio fácil para el enriquecimiento inexplicable en menos de un sexenio, donde el poder se ejerce por una cúpula privilegiada con sentido patrimonialista que reparte bienes y canonjí­as hasta las amantes en turno y a la que entroniza en el poder con cargos públicos… He ahí­, pues, el contenido de la pelí­cula La dictadura perfecta, cuya idea central naciera de la frase bí­blica del escritor Mario Vargas Llosa, premio Nóbel de Literatura, cuando en un foro internacional en el Distrito Federal dijera que en México se vive tal cual, es decir, con la dictadura perfecta y que en su momento satanizara al peruano…

BALAUSTRADAS: Si Luis Estrada y Demián Alcázar exhibieron la deshonestidad de los polí­ticos en el sexenio del presidente Miguel Alemán Valdés, quien también fuera gobernador de Veracruz, con la pelí­cula La ley de Herodes, y si en El infierno dejaran claro la fuerza policiaca, económica, social y polí­tica de los carteles de la droga, un paí­s maniatado en cada entidad federativa por los malandros, en La dictadura perfecta todos los vicios de la polí­tica quedan al descubierto… Pero, además, la alianza La pelí­cula La dictadura perfecta con Damián Alcázar sólo servirá para el desahogo y el pitorreo de la población, pues el México corrupto de los polí­ticos que desfilan en el filme sigue, implacable e impecable entre las elites polí­ticas con los medios más importantes de la nación, donde, y como dijera el periodista más capaz y más honesto del paí­s, don Julio Scherer Garcí­a, fundador de Proceso, los polí­ticos y los magnates periodí­sticos viven un maridaje, un amasiato, por conveniencia… Se trata de una sátira donde el cinéfilo podrá pitorrearse de principio a fin de la pelí­cula que, bueno, es la única salida de la población ante los latrocinios y trastupijes de los polí­ticos como, por ejemplo, ha quedado comprobado en los últimos meses con Fausto Vallejo en Michoacán con su secretario General de Gobierno cómplice y socio de Los caballeros templarios… Y con la presita derivadora de aguas que el gobernador de Sonora, Guillermo Padrés, se construyó en su rancho… Y con el góber de Puebla, Rafael Moreno Valle, con la inversión millonaria, más de 6 mil millones de pesos, para la construcción de un museo, además, claro, de la rueda de la fortuna más grande del mundo que a la semana siguiente se descompusiera… Y con el gobernador troglodita de Quintana Roo, Roberto Borge, con el reportero crí­tico que envió a la cárcel… Y hasta con los diputados federales que con una orgí­a con mesalinas VIP en Puerto Vallarta celebraron la reforma energética del presidente Enrique Peña Nieto aprobada en el Congreso de la Unión… Etecé, etecé…

ESCALERAS: He ahí­, pues, el México retratado en La dictadura perfecta que, por cierto, ha ganado ya un premio en una exhibición privada… Obvio, Televisa reviró en la alianza empresarial con Luis Estrada para su promoción en Estados Unidos, porque al referirse en la pelí­cula a la televisora más importante de la república está hablando de la Televisa propiedad de Emilio Azcárraga Jean, a la que en cada sexenio presidencial favorecen desde Los Pinos con un montón de concesiones millonarias, de igual manera como también ocurre con TV Azteca de Raúl Salinas Pliego… Es más, aun cuando el tema nacional es el centro del filme cinematográfico, a partir de tal modelo social y polí­tico su repercusión va descendiendo a la provincia, incluyendo a los gobernadores y los presidentes municipales y los diputados locales y federales y senadores de la república… Es decir, si hay trastupijes en el gobierno central como el descrito en la pelí­cula, también en cada entidad federativa… Y si hay una televisora importante en el paí­s ligada a la elite polí­tica en turno el modelito se reproduce en cada rincón nacional, donde unos y otros pactan negocios lí­citos e ilí­citos al cobijo del poder… Por desgracia, la nueva pelí­cula de Estrada y Alcázar sólo servirá para el desahogo nacional y el pitorreo, de igual manera como El infierno y La ley de Herodes, pues nunca como hoy la desigualdad social, económica, educativa, de salud y de seguridad ha alcanzado tanta disparidad, y en donde unas 200 familias son dueñas de más del 60 por ciento de la riqueza nacional, mientras el grueso de la población vive en la miseria, la pobreza y la jodidez, no obstante que hacia finales del siglo pasado y el principio del XXI tuvimos a un Cuauhtémoc Cárdenas, un Andrés Manuel López Obrador y un subcomandante Marcos que sólo azuzaron el advenimiento de un nuevo dí­a tan soñado por los utopistas y quienes pasaron como un ventarrón sin dejar huella…