Y, bueno, Gándara ha sentido que con el góber fogoso tendrí­a allanado el camino al Congreso federal.

Pero, en contraparte, Ortega Galindo se promueve en la prensa escrita y las redes sociales como protegida y ahijada del diputado federal Manlio Fabio Beltrones, coordinador de la bancada priista en el Congreso de la Unión, y de José Murat Casab, coordinador del Pacto México y ex asesor del gobernador Javier Duarte.

Y de ser así­, ni hablar, Gándara está perdido… por las siguientes razones:

Una. El fogoso desearí­a hoy un Pí­pila que le abriera un espacio en el gobierno federal, pues está claro que en Los Pinos le guardan el peor resentimiento del mundo desde el asesinato de los cuatro guardaespaldas de los hijos del presidente Enrique Peña Nieto en el puerto jarocho, cuando Jon Rementerí­a era alcalde.

Dos. Si Ortega Galindo tiene, en efecto, el respaldo de Beltrones y Murat, y si de igual manera goza de la confianza del lí­der petrolero y presidente municipal, tendrí­a amarrada la candidatura.

Tres. Pero, también, por la ley Peña Nieto que otorga el 50 por ciento de las candidaturas partidistas a un puesto de elección popular a las mujeres.

Y si la regidora de Poza Rica tiene, además, trabajo y activismo polí­tico, la carrera polí­tica de Gándara terminará como diputado local y entonces a escribir sus memorias polí­ticas y reporteriles.

Y más porque siempre se ha dolido de que Javier Duarte le puso un tache desde años anteriores, seguro como estaba de que Gándara le moví­a a los crí­ticos en su contra.

Claro, si por algún milagro y/o accidente precipitoso de la vida Érick Lagos Hernández, secretario General de Gobierno, saliera candidato a gobernador por dos años, digamos, Gándara resucitarí­a en automático, pues es su compadre y, además, su cómplice en fechorí­as falderas.

Pero además, están unidos por el mismo lazo con el fogoso, ya que ambos fueron compañeros de pupitre en la llamada Escuela de la Fidelidad, de donde, por cierto, egresaron muchos, demasiados agarra/pendejos.

MUJERES Y HOMBRES MIDEN FUERZA

Más todaví­a.

La disputa partidista por las candidaturas se está complicando en todos los partidos para los hombres.

La ley Peña Nieto de respetar por decreto la cuota de género ha acelerado la bilirrubina masculina, en tanto la militancia femenina siente que por vez primera en la historia tendrán justicia divina, pues el hecho de que Adolfo Ruiz Cortines haya otorgado el voto a las mujeres, nunca significó, hasta la fecha, que también fueran nominadas candidatas a un puesto de elección popular, ni menos a un cargo de confianza.

Y más si se considera que un aproximado del Mientras Juan Alfredo Gándara sólo es apoyado por el góber fogoso para la candidatura a diputado federal, Silvia Adriana Ortega Galindo tiene la bendición de Manlio Fabio Beltrones y José Murat Casab 55 por ciento de la población nacional es femenina.

Por ejemplo, en el PRI los hombres tienen encendida la alerta roja y amarilla y morada y negra.

Adolfo Mota, secretario de Salud, sueña con la candidatura a diputado federal por Xalapa rural; pero enfrente tiene a Érika Ayala, lideresa sindical del COBAEV y exsecretaria general y expresidenta del CDE del PRI, empujando con todo.

Érick Lagos, titular de la SEGOB, sueña con la candidatura por Acayucan; pero de pronto, zas, ha aparecido la presidenta municipal de Acayucan, Amanda Gasperí­n Bulbarela.

Además que de aquí­ a la nominación, tanto a la subsecretaria de Desarrollo Agropecuario, Fabiola Vázquez Saut, como a la directora de Espacios Educativos, Dominga Xóchilt Tress, se les pudieran acelerar las neuronas, no obstante el cargo público que ya les dieron.

En Minatitlán, Flavio Rí­os Alvarado se promueve como candidato, y por eso mismo se entenderí­a el rafagueo en contra de la exalcaldesa Guadalupe Porras, acusada de daño patrimonial en la Procuradurí­a de Justicia por el mismo ayuntamiento que presidiera.

Incluso, en Coatzacoalcos, Marcelo Montiel Montiel se siente ya candidato; pero la diputada local Mónica Robles Barajas, tan ambiciosa como es, tiene espacio y tiempo suficiente para buscarla.

Y más, mucho más porque Montiel es el enemigo público número uno de su familia periodí­stica, y también de su esposo, Iván Hillman Chapoy.

En el puerto jarocho andan aceleradas Carolina Gudiño, Ana Guadalupe Ingram y Ainara Rementerí­a, en tanto el director del Instituto Nacional de Educación para Adultos, Alfredo Llorente Martí­nez, acaricia la posibilidad de tumbar al trí­o.

Y, bueno, en esa lógica partidista, Alfredo Gándara ya tiene una piedrota en el zapato con Silvia Adriana Ortega Galindo, quien, además, se promueve como hechura de Manlio Fabio Beltrones y José Murat.

La rebatinga, pues, por el poder polí­tico, que también engendra el poder económico y el poder social, pues según la fama pública cada seis y tres años aparecen nuevos ricos, nuevas fortunas construidas al cobijo del poder, metiendo la mano al cajón con toda la impunidad del mundo.

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