Y si Garcí­a Luna filmaba en edición especial para Televisa hechos policiacos, Bermúdez lo copia al pie de la letra.

Y si Garcí­a Luna era el Superman de aquella república, Bermúdez es el Batman del territorio jarocho.

Y si Garcí­a Luna endulzaba el oí­do presidencial diciendo que iban bien, Bermúdez de igual manera.

Más aún, dice Ronzón, de norte a sur y de este a oeste del paí­s, los ciudadanos organizados y las ONG clamaban la renuncia de Garcí­a Luna.

Y no obstante, Felipe Calderón lo mantuvo de principio a fin del sexenio, imperturbable, porque Garcí­a Luna era “implacable e impecable”.

Y, bueno, es el caso de Bermúdez, a quien en las últimas manifestaciones de Coatzacoalcos, Minatitlán y Xalapa, la sociedad civil le exigió su renuncia, basados en que los carteles le han ganado terreno.

Y de igual modo como nunca, jamás, el expresidente cedió a las presiones, terco, terquí­simo, trepado en su cólera, también el gobierno de Veracruz desoye la demanda popular.

Es más, Calderón colocó a Garcí­a Luna por encima, lejos de la inseguridad y la impunidad en el paí­s, de igual manera como ahora ha sido colocado Bermúdez en la cima de la montaña, donde el viento le hace lo mismo que a Benito Juárez.

Por eso, y desde la mirada policiaca, entre otras, el duartismo se parece tanto al calderonismo.

Incluso, alguien dirí­a que dice el profe Ronzón, que en el gobernador de Veracruz hay un panista atravesado.

POLíTICO COLÉRICO EN EL EJERCICIO DEL PODER

Felipe Calderón se aferró a Garcí­a Luna. El gobierno de Veracruz a Bermúdez.

Calderón fue colérico y mantuvo a Garcí­a Luna, igual como está pasando en Veracruz con Bermúdez.

Es más, dice el profe, con maestrí­a en Ciencias Polí­ticas en la Universidad Complutense de España, nadie pensarí­a, en el beneficio de la duda, que entre Calderón y Garcí­a Luna hubo negocios lí­citos e ilí­citos.

Por el contrario, la reacción presidencial de conservar en el cargo a Garcí­a Luna, no obstante la inconformidad popular, se debió a su terquedad, como también pareciera estar ocurriendo con Bermúdez en Veracruz.

Así­, Garcí­a Luna fue a Calderón lo que Bermúdez al gobernador.

Es más, se hablarí­a hasta del principio básico de autoridad.

Es decir, si yo, Felipe Calderón, Así­ como el presidente Felipe Calderón tuvo a un Genaro Garcí­a Luna, el gobierno de Veracruz tiene a un Arturo Bermúdez Zurita renunciaba a Garcí­a Luna ante el reclamo social, entonces, quedarí­a debilitado como presidente de la república, como comandante en jefe de las fuerzas armadas, como tlatoani.

Y, por tanto, la moraleja se aplicarí­a en automático en Veracruz con Bermúdez.

Mal, dice el profe.

Mal, porque 8 millones de habitantes de Veracruz estamos padeciendo un infierno con Bermúdez al frente de la secretarí­a de Seguridad Pública.

Por demás está repetir lo que todo mundo sabe y conoce y sufre.

En el Veracruz de hoy, ningún hogar, ninguna familia está satisfecha con la tarea cumplida por el titular de la SSP, salvo, quizá, acaso, una que otra familia de algún secretario del gabinete legal y ampliado del gobierno local.

KARMA SUPERIOR A LA LÓGICA TERRENAL

En el gobierno de Veracruz un aproximado de 55 funcionarios han sido enrocados y despedidos.

En la Procuradurí­a de Justicia ya van tres titulares. En la Secretarí­a de Infraestructura y Obra Pública, cuatro. En la Secretarí­a de Finanzas y Planeación, cinco. En la Secretarí­a de Desarrollo Social, tres.

Y, no obstante el estado de la inseguridad desde Tampico Alto hasta Las Choapas y Agua Dulce, pasando por la zona conurbada Veracruz/Boca del Rí­o y Xalapa y la región de Córdoba/Orizaba, Bermúdez es mantenido en el cargo, de igual modo, se insiste, como Felipe Calderón conservó a Garcí­a Luna.

Hipótesis uno. En la mirada del góber, el titular de la SSP ha cumplido con eficacia.

Hipótesis dos. Para el góber, el ejercicio del poder se comparte con los amigos, y más si los amigos son eficientes.

Hipótesis tres. El gobierno de Veracruz es capaz de entristecerse si a la mascota le da moquillo y, al mismo tiempo, en rara y extraña paradoja, es indiferente, insensible, le valen los secuestros, los desaparecidos, los ejecutados, los decapitados y los sepultados en fosas clandestinas, sean niños, jóvenes o adultos.

Hipótesis cuatro. La inseguridad en ningún momento es prioridad oficial.

Hipótesis cinco. Allá que el pueblo permanezca indignado. En palacio de Xalapa ni se oyen ni se escuchan.

Hipótesis seis. Entre el góber y el titular de la SSP hay nexos y lazos más allá de la naturaleza humana, donde ni siquiera, vaya, la psicologí­a, la psiquiatrí­a, la sociologí­a ni tampoco la antropologí­a pueden dar explicaciones.

Un karma, pues, superior a la lógica terrenal.

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