Palos de ciego política migratoria
Tan la política migratoria de México y de Veracruz se ha convertido en una vacilada que bastaría referir dos hechos y circunstancias.
El primero, cuando el gobierno de Veracruz, con su procurador de Justicia, armó un reality show diciendo que demandarían a las empresas ferroviarias, una mexicana y otra norteamericana, porque permiten que los migrantes de América Central se trepen a “La bestia”; pero también permiten que los malandros se trepen para hacer de las suyas.
Y, bueno, luego del show mediático del fanfarrón procurador, nunca, jamás, se conoció el desenlace.
Y el segundo, ahora cuando la Secretaría de Gobernación ha dicho que cabildeó para que las empresas ferroviarias ordenen a sus operadores que cada vez que miren a migrantes a un lado de las vías del tren esperando el paso de “La bestia”, aumenten hasta donde más se puedan la velocidad para evitar que algunos se trepen.
Así, según el gobierno, disminuirá el número de ilegales en el lomo de “La bestia” y, por añadidura, evitarán que los malandros los asalten.
Oh, paradoja.
En contraparte, el sacerdote José Alejandro Solalinde Guerra, director del albergue “Hermanos en el camino” ha advertido que con todo los migrantes se las verán para seguir caminando a Estados Unidos.
Y es que ante la falta de resultados de la llamada política migratoria, ahora se incurre en ocurrencias y/o vaciladas, atentando contra la política humanitaria, moral, ética y social, pues si los migrantes se trepan en ''La bestia'' para viajar, se debe única y sencillamente a la pobreza y la miseria y el desempleo y los salarios de hambre en sus pueblos, pues ni
Luis Velázquez
modo que lo hagan para tener una aventura loca y desquiciante y arriesgar la vida ante los malandros, coludidos, como han denunciado Solalinde, fray Tomás y Rubén Figueroa, con los policías estatales y municipales y con los agentes federales del Instituto Nacional de Migración.
Estamos, pues, ante el rostro duro y autoritario de la llamada política migratoria.
Peor tantito, el rostro deshumanizado de la política migratoria.