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Malecón del paseo
24 agosto, 2014

De presa común a presa polí­tica

Los presos polí­ticos sexenales
De Dí­az Ordaz a Peña Nieto

EMBARCADERO: La reportera Maryjose Gamboa ha mudado de una presa del orden común (atropelló y quitó la vida a José Luis Burela López, de 30 años de edad, también egresado de la facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana) a una presa polí­tica... Ella ha quedado en medio de las turbulentas pasiones polí­ticas, donde cada polí­tico busca sacar raja del árbol caí­do... Claro, ella también es corresponsable, porque en vez de actuar con inteligencia y cordura, sigue tirando gasolina al fuego... Y más, cuando su hija de está de por medio... Pero, bueno, su caso se ha insertado como una presa polí­tica, la primera en el sexenio que transcurre en Veracruz... Nunca, jamás, Fidel Herrera, Miguel Alemán Velasco, Dante Delgado, Fernando Gutiérrez Barrios, Agustí­n Acosta Lagunes, Rafael Hernández Ochoa ni Rafael Murillo Vidal, digamos, tuvieron presos polí­ticos... Los tuvo, claro, y por ejemplo, Patricio Chirinos Calero con Dante Delgado Rannauro, Porfirio Serrano Amador y Gerardo Poo Ulibarri... Chirinos también estuvo a punto de tener otro preso polí­tico en el reportero José Pablo Robles Martí­nez, editor, entonces, de los periódicos Diario del Istmo y Sur... Robles, sin embargo, decidió exiliarse para garantizar su vida en libertad y se fue a Estados Unidos, esperando que los tiempos fueran favorables...En el movimiento estudiantil del 68, que en Veracruz correspondió a Fernando López Arias, hubo presos polí­ticos a

Luis Velázquez

nivel nacional; pero en Xalapa el góber de entonces sólo mantuvo en la cárcel durante unos dí­as a uno que otro estudiante que se metiera de lleno a la protesta popular y luego los dejó en libertad, a diferencia, por ejemplo, del presidente Gustavo Dí­az Ordaz que los refundió en el palacio negro de Lecumberri, que fuera construido por el dictador Porfirio Dí­az Mori para recluir a sus enemigos y adversarios…

MURO DE PESCADORES: De cara a la historia, Dí­az Ordaz ha quedado como el presidente con el mayor número de presos polí­ticos… Entre ellos, y por ejemplo, Demetrio Vallejo, el gran lí­der opositor del gremio ferrocarrilero… El pintor David Alfaro Siqueiros… El ingeniero Heberto Castillo… El columnista de la revista Siempre!, Ví­ctor Rico Galán… Y un montón de dirigentes de la UNAM… De acuerdo con los hechos, un preso polí­tico es el acusado por la elite polí­tica en el poder sexenal de varios delitos, todos alrededor de la disolución social y motí­n y sublevación; pero siempre, de manera invariable, crí­ticos de la generación polí­tica en turno… Y como los crí­ticos son implacables, firmes, sólidos en sus ideales y principios, entonces, el Estado responde con toda la fuerza polí­tica, social, económica y policiaca, aplicando, incluso, el llamado artí­culo “Cero” de la Constitución, cuyo clausulado es el siguiente: “Por mis gí¼evos”, y por los gí¼evos del presidente, del gobernador, del alcalde, la persona incómoda es enviada a la cárcel, bajo una vigilancia despiadada para fastidiarle la vida cada dí­a, cada noche, cada hora, cada segundo… Porfirio Dí­az, por ejemplo, tení­a la costumbre de enviar a sus presos polí­ticos a los campos henequeros de Yucatán que parecí­an campos de concentración nazi… También los enviaba a las mazmorras húmedas del viejo castillo de San Juan de Ulúa, donde, incluso, hasta reporteros indeseables tení­a… Por ejemplo, los lí­deres de los trabajadores de la huelga de Cananea y de Rí­o Blanco terminaron en Ulúa y el gran lí­der campesino de Catemaco, Hilario S. Salas, con los suyos, también… La estrategia de entonces, como ahora, era trasladarlos al otro confí­n de sus pueblos para evitar, primero, manifestaciones familiares, y segundo, para el aislamiento, de tal forma que los parientes tuvieran dificultades para visitarlos… Además de que el juicio se prolongaba de manera burocrática por tiempo indeterminado nomás para hacer sentir el peso implacable de la ley y de la justicia en el corazón y en el alma y en las neuronas del preso polí­tico y sus familiares…

ASTILLEROS: El presidente de la república tiene un connotado preso polí­tico… Se llama José Manuel Mireles, es doctor en Medicina, fue migrante en Estados Unidos y también activista de los derechos humanos de sus iguales, los indocumentados… En Michoacán encabezó las autodefensas (en Veracruz les llaman “El vecino vigilante”) para luchar contra los carteles, abatir la inseguridad y garantizar, hasta donde fuera posible, la seguridad en la vida y en los bienes… Pero a juicio de Los Pinos se volvió incómodo y fue detenido en Michoacán y trasladado al penal de Hermosillo, Sonora, acusado de posesión de armas de uso exclusivo del ejército y delitos contra la salud… Pero según el Comité Nestora Libre, Enrique Peña Nieto está llenando las cárceles de presos polí­ticos y a la fecha tiene 350 en las prisiones de Michoacán, Guerrero y Puebla, desde activistas sociales hasta indí­genas y campesinos, todos luchadores sociales y cuyo único delito ha sido protestar en las calles… Por eso, y por ahora, la única posibilidad, quizá, acaso, de que Maryjose Gamboa alcance la libertad serí­a la misma que con Gustavo Dí­az Ordaz con sus presos polí­ticos, es decir, la amnistí­a, el perdón judicial, algún recurso jurí­dico para salir del paso… Y lo anterior solo puede concebirse con la magnanimidad y la misericordia del gobierno de Veracruz, que en ningún momento es desdoro, sino al contrario, máxima expresión de los corazones fuertes y, por tanto, grandeza humana…


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