Alcaldes, en la mira
•El fin de semana, un par de ediles tuvieron la visita de los malandros
•Por fortuna, salieron ilesos; pero han recibido el primer avisito
•La ilusión, la utopía, el sueño de un Veracruz tranquilo ha muerto en sus vidas...
Los alcaldes de Amatlán, Miguel Angel Castro Rosas, y de Acayucan, Marcos Martínez Amador, podrán ya exclamar la sentencia bíblica de Arthur Koestler, de que “no hay más tristeza que la muerte de una ilusión”.
Luis Velázquez
El primero, fue asaltado en su domicilio particular en Amatlán. Un par de delincuentes llegaron en una motocicleta. Tocaron a la puerta. Armados con pistola entraron. Y doblaron a la familia. Se llevaron los bienes.
Luego, huyeron.
Y, claro, cuando la policía municipal llegó… “ni el polvo les vieron”.
El segundo, iba en la carretera federal de Acayucan a Sayula de Alemán. El secretario particular lo acompañaba a una ceremonia con ganaderos. El chofer, conducía.
De pronto, una camioneta se apareó y les disparó con tan mala puntería que, por fortuna, y según el reporte, salieron ilesos.
Después, se perdieron en la carretera y por desgracia el chofer del presidente municipal nunca los pudo alcanzar.
Tampoco, y por la sorpresa, ninguno de los tres registró ni anotó ni aprendió de memoria las placas de la unidad móvil.
Luego, el presidente municipal fue internado en un hospital de Acayucan para ser atendido por un ataque de pánico.
Con todo, el par de ediles estará consciente, seguro, cierto, de que la muerte acecha y que unos delincuentes los vigilan y tienen en la mira.
La ilusión de la seguridad en sus vidas y en sus bienes ha quedado por los suelos, no obstante que son la autoridad municipal en sus pueblos.
Y, bueno, sin caer en el alarmismo, pero si tales vivencias padecieron el fin de semana, ya podrá el ciudadano común, el contribuyente, saber el destino que le espera, salvo que, incluso, ya lo sufrieron en igualdad de circunstancias. O peores.
EL PRIMER AVISITO…
Ellos son los alcaldes. Los jefes políticos en sus municipios. Las policías los cuidan. Están, cierto, para garantizar la seguridad en la población, pero de manera distinguida la de ellos y sus familias.
Y no obstante, la incertidumbre y la zozobra acechan en sus vidas.
Habría sido, quizá, un avisito. Quizá los malandros los están apretando para ceder al canto de las sirenas. Acaso pretenden deslindarse. Quizá se han portado a la altura y la contraparte está molesta.
Acaso les están sembrando el miedo para adueñarse más, mucho más, de la población, como en otras latitudes donde han establecido un búnker para sus operaciones.
Quizá han establecido el cobro por el llamado derecho de piso y los ediles los han repelido. Acaso quieran más tajadas del pastel.
Acaso se haya tratado de un hecho aislado y circunstancial.
El caso es que los alcaldes fueron atropellados y violentados en sus legítimos derechos humanos y el Estado de Derecho que representan es desafiado por el Estado Fallido que significan los malosos.
POLíTICOS AMIGOS, A PRUEBA DE BOMBA
Si tal ocurre a los presidentes municipales de Acayucan y Amatlán, peor la estarán pasando los ciudadanos y sus familias.
Habría de revisar el grado de violencia en el par de demarcaciones. Pero con todo, la vida está prendida de alfileres, pues la ilusión, la utopía, la esperanza de una vida tranquila, sin sobresaltos, ha muerto en Veracruz desde hace muchos meses.
Y, lo peor: está visto que el coronel Arturo Bermúdez Zurita ha sido rebasado como secretario de Seguridad Pública, y no obstante, sigue en el cargo.
Muy poderoso ha de ser cuando su permanencia se antepone al destino de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Y como dice el delegado federal del Instituto de Migración, José Tomás Carrillo Sánchez, los políticos se vuelven amigos a prueba de bomba cuando de por medio se atraviesan los negocios, lícitos e ilícitos…