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A Mil por Hora
Jueves 05 junio, 2014

El hijo odiando al padre

Resulta inverosí­mil que el secretario de Desarrollo Social gobierne Veracruz cuando trae atravesado un rencor sin lí­mites, creciente, contra su padre

Las confesiones del padre de Jorge Alejandro Carvallo Delfí­n, secretario de Desarrollo Social, sorprenden por la dureza de un hijo que en el fidelato, y ahora en el sexenio próspero, se ha desempeñado como funcionario público.

Luis Velázquez

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Y más cuando fue diputado local. Y secretario particular de un par de gobernadores. Y ahora, titular de la SEDESOL jarocha, pues si un hombre es capaz de odiar a su padre como en el caso de Jorge Alejandro, entonces, nada puede esperarse en generosidad, humanismo, solidaridad, justicia y bondad.

Tampoco, claro, en tolerancia y prudencia.

Incluso, se explicarí­a, sin justificar, que un hijo llegue a odiar tanto, a guardar tanto resentimiento… por el padre, por la madre, es más por los hermanos.

Pero, al mismo tiempo, resultarí­a inverosí­mil que el rencor se conserve y perpetúe en el corazón humano por un año y otro y otro y otro por los siglos de los siglos.

Primero, porque cuando el corazón se alimenta del odio contra los suyos habla de un corazón endurecido, incapaz de perdonar y comprender la naturaleza humana, donde todos tropezamos con la misma piedra.

Y segundo, porque cuando el alma humana y el corazón humano caminan por la vida odiando a los padres y a los hermanos, incluso al resto de la familia, el alma y el corazón envejecen más pronto de lo especificado por la ley biológica.

Desde luego, las lí­neas anteriores en ningún momento son la homilí­a, sino al contrario, resumen el conocimiento y la experiencia de un psicólogo, de un siquiatrí­a, de un neurólogo, cuyo trabajo es profundizar en la condición humana.

Así­, el texto publicado ayer en el blog.expediente.mx sobre la relación entre un padre y un hijo, entre el padre de Jorge Carvallo Delfí­n y Carvallo Delfí­n, electriza el corazón y sorprende la barbarie a que un hombre puede llegar.

EL GRAN ENGAÑO

Sin entrar en un debate innecesario ni tampoco sin cortarse las venas por nadie, si el titular de la SEGOB odia tanto a su hombre, ¿cómo, entonces, de qué manera ha ejercido el poder y gobernado Veracruz, si su corazón vive para el rencor, quizá hasta para la venganza?

¿Cómo creer, por ejemplo, en la sinceridad de su corazón cuando viaja a la sierra de Zongolica para abrazar a las mujeres indí­genas pobres, miserables y jodidas, enfermas, agobiadas por la vida, fatigadas por el cansancio fí­sico, ene millón de veces estafadas y engañadas por los polí­ticos?

¿De qué manera creer en su mesianismo popular de crear un código de ética en la SEDESOL, según él, para combatir la corrupción si, primero, odia a su padre, y un corazón que odia es capaz de todo, y segundo, su propio padre, el hombre que le dio la vida, está seguro de su deshonestidad?

¿Cómo puede un hombre que odia a su padre ejercer el poder polí­tico basado en los valores morales y éticos de que hablaba el mártir priista del siglo XX, Luis Donaldo Colosio?

Es más, ¿cómo puede, podrí­a, digamos, un corazón que odia a su progenitor… ser justo, sólo justo, en el ejercicio del poder?

LA CAMISA DE FUERZA

El padre de Carvallo Delfí­n ha escrito en su facebook que el hijo lo odia… a partir, digamos, del divorcio con su madre.

¡Caray, millones de hijos en el mundo son hijos de padres divorciados y en ningún momento odian al padre, odian a la madre!

Pero, bueno, si en el corazón del titular de la SEDESOL hay espacio y tiempo para el odio (tiempo del desprecio, tiempo del menosprecio, tiempo de la ira), habrí­a de recordar que el primer requisito para ser una buena persona, más allá de un buen polí­tico, es amar y respetar a los demás.

Y desde tal perspectiva, electriza imaginar el trabajo público de un hombre con tales camisas de fuerza…


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