Plebiscitos en la iglesia
•Que los curas se casen
•Y también gays y lesbianas
I
Ahora que la diócesis de Xalapa convoca a un foro público sobre la ley de convivencia en Veracruz, sólo queda hablar con claridad en más, mucho más puntitos, entre otros, los siguientes:
1.- El plebiscito, la forma de gobernar que fuera aprobada en el sexenio de Miguel Alemán Velasco, para determinar si
Luis Velázquez
los 8 millones de habitantes de Veracruz están de acuerdo en legalizar el matrimonio entre gays y lesbianas, con la facultad de adoptar niños, más, mucho más allá de que la cúpula eclesiástica lo acepte.
2.- Un plebiscito para determinar si la población de Veracruz miraría con simpatía que los sacerdotes se casaran, como ocurre en otras religiones, pues, quizá, acaso, sería abatido de manera considerable el número de curas pedófilos; ahora, incluso, cuando la vida del curita más pedófilo del mundo, Marcial Maciel, perdonado por el Papa Juan Pablo II, se exhibe en la pantalla cinematográfica con la película “Obediencia perfecta”.
3.- Un plebiscito consultando a la población si está de acuerdo en que las monjas también se casen, más allá de que sigan casadas con Dios como afirmaban los curitas en el siglo pasado.
Cuatro. Un plebiscito para saber si la ciudadanía estaría de acuerdo en que los seminaristas pudieran tener una noviecita, casarse, incluso, mientras estudian en el Seminario, para evitar las tentaciones sexuales y los reality show, pero más, mucho más, a tono con el tiempo de hoy.
5.- Un plebiscito para quitar tantos y tantos candados de la cúpula eclesiástica al divorcio que, para disolver la relación matrimonial y casarse de nuevo, requiere ahora hasta el permiso del Vaticano, convirtiéndose en un tráfico de influencias como quedó probado en el caso del divorcio de Vicente Fox y Martha Sahagún cabildeado en Roma por su amigo Marcial Maciel.
6.- Un plebiscito para confirmar si en verdad la población Una medida para abatir de manera considerable la pedofilia de los sacerdotes es que los curas se casen y también las monjas cree en el discurso eclesiástico que el cielo y el infierno esperan a los buenos y a los malos, pues tales camisas de fuerza siguen reprimiendo la libertad humana, llenando de remordimiento a la feligresía para vivir a plenitud.
7.- Un plebiscito para determinar si la población aceptaría que al casarse los sacerdotes pudieran tener el número de hijos que desearan, como el caso de un tío del priista Mario Tejeda Tejeda, que llegó a procrear 40 chamacos, y más cuando la secretaria de Desarrollo, Rosario Robles, ha advertido a los pobres que por ningún concepto ayudarán a las parejas con más de tres hijos.
II
Y es que ahora, por ejemplo, resulta inverosímil que la LXII Legislatura de Veracruz haya prohibido la llamada ley de convivencia para que la gente del tercer sexo se case, cuando en otras entidades federativas los diputados locales autorizaron tales matrimonios, además, del legítimo derecho para adoptar niños.
Y más cuando de norte a sur de Veracruz , “el amor que no se atreve a pronunciar su nombre”, como decía el poeta Carlos Pellicer en el siglo pasado, sigue floreciendo a plenitud, a tal grado que equis número de parejas caminan al Distrito Federal para casarse en el Registro Civil, regresando a la tierra jarocha para seguir viviendo.
Pero, además, resulta paradójico tal oposición legislativa, cuando cada vez personas del tercer sexo están ascendiendo al poder público en los primeros planos, además de que el adulterio está floreciendo en tierra fértil, quizá como nunca, y/o en todo caso, saliendo del clóset como una medida de presión social.
Los tiempos han cambiado y si la iglesia continúa prohibiendo a los sacerdotes llevar una vida monástica, llena de pureza, allá ellos, con el riesgo, como ha ocurrido, de que la cúpula eclesiástica siga pecando millones y millones de dólares a las víctimas sodomizadas para ganar su silencio.
Otra cosita, desde luego, es que el poder Legislativo de Veracruz siga quedándose al margen de la civilización y la modernidad, nomás para quedar bien con los 11 obispos y el arzobispo.

