Las barbies políticas
•Recetario de la astróloga de los Llanos de Sotavento para acceder y mantenerse en la cúpula priista del poder sexenal
Las barbies políticas siguen apareciendo en Veracruz y, como exclamara la barbie Marisol íguila, conductora en Telever, cuando se inscribiera como candidata a reina del carnaval: “Quiero ser diputada”, en muchas se reproduce la experiencia de Henry Kissinger cuando dijera que a cierto tipo de mujeres alucina y encanta el olor a poder y el olor a dinero.
Y por eso mismo, la astróloga de los Llanos de Sotavento emite las siguientes recomendaciones a las barbies tentadas por el poder político para encumbrarse lo más rápido posible:
Luis Velázquez
1) Si en Colombia se sabe, y si se sabe bien, que “sin tetas no hay paraíso”, pues así gustan a los narcos, entonces, y aun cuando tengan el cuerpo de la Diana cazadora, de inmediato bubis y pompis plásticas, pues el Eclesiastés lo escribió hace miles de años: todos los hombres sucumben ante dos cositas: el vino y las mujeres. Acuérdense, los políticos tienen una regla: luego de la tercera copa… mujer al lado.
2) Volverse una barbie mediática que a cada rato publique su foto en la prensa escrita y, al mismo tiempo, navegue en las redes sociales, incluso, y de ser necesario, en videos excitantes mostrando una parte del cuerpo. Las bubis y las pompis… como aquella recién ungida en el trono político.
3) Hacer a un lado el corazón, el hígado y el sexo para centrarse en las neuronas con un ejercicio frío, dispuestas a todo, con tal de encaramarse en el poder. Es decir, volverse unas calculadoras.
4) Ligarse, digamos, a un joven político, así sea de un partido de oposición; pero que al mismo tiempo permita mostrarse en los eventos públicos y pasearse, digamos, ante la elite política en el trono sexenal y/o municipal, para llamar la atención.
5) Una vez que el jefe máximo registre su presencia, y hasta le envíe un celestino, darse a desear. Si, por ejemplo, acepta en la primera invitación perderá la oportunidad de su vida. Deberá controlar sus pasiones desordenadas; pero más aún, su ansiedad y desesperación por treparse a la cúpula. Mínimo, darse a desear un semestre para que el político enloquezca por el deseo reprimido.
6) Logrado el objetivo si, por ejemplo, la barbie tuviera una pareja en turno, un galán, un novio, un amante, al que estuviera unido, digamos, por amor y/o cariño, y/o algún sentimiento parecido, ni modo, si es necesario, dejarlo, y si se puede, ni hablar, compartirlo; pero, claro, con la más absoluta discreción del mundo. Un político enamorado, seducido por unas bubis y pompis plásticas, encaprichado, emberrinchado, es capaz de ordenar el crimen de su rival en amores, y si la barbie se pone briosa, hasta ella sería ejecutada y sepultada en una fosa clandestina para que nadie la encuentre.
7) Entonces, y antes de la primera noche de locura sexual, la barbie habrá de poner reglas definiendo con claridad su objetivo: el político tendrá acceso a su cuerpo y sus placeres; a cambio la barbie leerá la cartilla: primero, recursos ilimitados en cuentas bancarias, unas dos o tres. Segundo, un departamentito, una residencia, digamos, de cara al Golfo de México. Tercero, un cargo público con presupuesto. Cuarto, la prensa a sus pies. En todo caso, dosificaría los puntos de acuerdo.
8) Estar consciente de que el político entre más poderoso más barbies necesita para justificar sus días y noches; pero también, mostrar poder. Así, la barbie habrá de aceptar la realidad: es una más del montón. Y cuidado con celos innecesarios. El que se lleva… se aguanta. Además, cuidadito con embarazarse, porque la curandera del pueblo se encargará de todo. Y luego, ni hablar, será expulsada del paraíso. Más aún si se considera lo siguiente: hay un montón de barbies haciendo cola atrás de las mieles del poder.
Por eso, la astróloga les desea mucha suerte y soñar, pues, con una diputación, una regiduría, una alcaldía, una dirección en alguna secretaría del gabinete legal y ampliado…