Huyen migrantes de Veracruz
•Caminan por el Pacífico a EU
•Vergí¼enza para el duartismo
I
La política migratoria de Veracruz está, una vez más, bajo sospecha, perspicacia, suspicacia y vergí¼enza.
Por lo siguiente: aun cuando días anteriores de pronto, zas, pasaron por tierra jarocha unos 350 migrantes como “almas que empuja el diablo”, procedentes de América Central, todos ellos han abierto una nueva ruta camino a Estados Unidos, ahora, trotando por Mexicali.
Luis Velázquez
La llamada ruta del desierto del Pacífico, hasta Baja California, constituye la ruta nueva, digamos, de la esperanza, de la confianza, y por tanto, los estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, entre otros, quedan en el descrédito, porque como dice Alejandro Solalinde, les ha faltado un sentido humanista en el ejercicio del poder.
[Desde el fidelato Solalinde ha repetido que Veracruz es un infierno para los migrantes. Pero en la autoridad estatal hay demasiada indolencia!] Y la razón fundamental es una sola: los carteles de los migrantes, Los Zetas, se adueñaron de la plaza Veracruz, además de las otras, y ni modo, los policías estatales y municipales y los agentes federales de Migración sucumbieron a la fuerza hegemónica de la delincuencia organizada.
Cierto, cierto, cierto, en Mexicali, por ejemplo, y según el corresponsal de La Jornada, Javier Santos (7, 1, 2014) les espera otro tipo de violencia, integrada por la policía municipal y privada.
Pero, bueno, el país, en todo caso, se sostiene con alfileres y todo indica que a pocos, quizá a ninguno de la elite política en el poder interesa la política migratoria, no obstante que como en Veracruz las remesas significan el ingreso número uno.
II
La ruta del desierto o del Pacífico hasta Mexicali, Baja California, está plagada, además, de peligros naturales.
Uno: el frío.
Dos: “Dormir en el monte entre plantíos de hortalizas”.
Tres: “Dormir en medio de sembradíos de algodón, a la intemperie”.
Cuatro: el narcotráfico.
Cinco: mendigar agua, comida, una taza de café, cobijas.
Seis: el riesgo de que los carteles también los tiren desde el lomo del ferrocarril.
Como se advierte, se trata de la misma realidad avasallante.
Por eso resulta lamentable y decepcionante que con todos los riesgos hayan caminado por otra ruta. Así han de estar los hechos y las circunstancias en Veracruz que cambiaron el infierno por otro infierno.
III
Por eso resulta entender y comprender el discurso oficial sobre el presidente Enrique Peña Nieto cuando, digamos, premia a Solalinde, y por el otro, uno que otro gobernador menosprecia la política migrante.
Por ejemplo, desde Veracruz han acuñado la siguiente fraseología:
“Con Peña Nieto, México cambió”.
“Con Peña Nieto habrá una nueva etapa de desarrollo y beneficio para el país”.
“Con Peña Nieto, el despertar de una nación exitosa y competitiva”.
“Con Peña Nieto, hemos dejado de lado la confrontación estéril y hemos sido capaces de sumar esfuerzos, conciliar intereses, alinear propósitos y alcanzar acuerdos”.
“Con Peña Nieto, el desarrollo del campo en la lucha contra el hambre, la pobreza y la inequidad está garantizada”.
Lo anterior tomado de La jornada, martes 7 de enero, boletín pagado de un discurso del gobernador jarocho, página 10, primera sección, a 8 columnas.
IV
Desde el fidelato, donde el góber fuera subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación, diputado federal, candidato a gobernador y gobernador, Solalinde ha denunciado el terror y el miedo, la incertidumbre y la zozobra padecida por los migrantes de América Central (Guatemala, Salvador, Honduras y Nicaragua) en su paso por Veracruz.
Y, bueno, habría de referir que todavía Solalinde sigue en pie de lucha…
¿Incapacidad política del gobierno?
¿Falta de voluntad social y policiaca en la política migratoria?
¿Indolencia, menosprecio, desinterés, les vale, se les resbala?
¿Las cuatro hipótesis anteriores juntas, yuxtapuestas, empalmadas?

