Las F.A.R.C., “El Chapo” y Veracruz
En el libro “Los malditos”, editorial Grijalbo, el reportero J. Jesús Lemus, preso en el penal de alta seguridad de Puente Grande, Jalisco, cuenta su encuentro con el capo Noé Hernández, apodado “El gato”, cómplice de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Según Jesús Lemus, “El gato” le contó que estuvo en Colombia, donde “fue instruido y capacitado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (F.A.R.C.) a las cuales ingresó por gestiones de su padre, quien por años sirvió a esa organización”.
Luis Velázquez
En Colombia recibió “capacitación para elaborar drogas sintéticas a base de anfetaminas”.
Y con tal maestría y doctorado ingresó a las filas de “El Chapo”, con el mismo objetivo. Años después sus relaciones con las F.A.R.C. servirían para que el barón de la droga construyera una alianza que “comprendía capacitación guerrillera y de combate urbano para las células del cártel”.
Pero también para el suministro de cocaína.
Y en tales circunstancias armaron un plan para introducir la droga de Colombia a México con tres rutas.
Contó “El gato” al reportero: “La tercera ruta de ingreso de droga señalada en este acuerdo comercial fue entrar por el Caribe, mediante lanchas rápidas con alcance suficiente para llegar hasta Cancún; ahí se abastecían nuevamente para arribar a alguna costa de Veracruz, desde donde el cargamento era transportado por tierra hasta la ciudad de Reynosa, en Tamaulipas”.
“De las tres rutas que se comenzaron a utilizar para el trasiego de drogas desde Colombia a México, sólo las que llegaban a Veracruz y a Sinaloa por el mar tenían la garantía de reembolso al cien por ciento, si en el trayecto la droga era incautada por algún retén de autoridades, fueran mexicanas o internacionales, en mar adentro”.
“La ruta que planteó ”˜El chapo”™, quien tal vez dudaba de la capacidad de maniobra de sus socios, fue respetada sólo con la garantía de pagar el 50 por ciento del costo de la droga si ésta era incautada.
“Las rutas marítimas de trasiego de droga fueron apoyadas por dos submarinos que las F.A.R.C. compraron a la entonces Unión Soviética, que eran utilizados con fines científicos en la zona del mar Báltico, y aunque tenían poca autonomía en términos de combustible, la guerrilla rápidamente vio la posibilidad de emplearlos en una actividad más rentable que el estudio del lecho marino o la observación de emigraciones de caracolas y líquenes”.
POLVOS DE AQUELLOS LODOS
J. Jesús Lemus estuvo preso en Puente Grande, Jalisco, de los años 2008 a 2011, víctima de una confabulación del poder estatal y federal, reportero incómodo para la elite panista de entonces.
Pero en el reclusorio aprovechó los días y los meses para entrevistar a las buenas personas, gente V.I.P. que ahí estaban privadas de su libertad, entre ellas, “El gato”, “El mochaorejas”, Arturo Beltrán Leyva, Mario Aburto, Rafael Caro Quintero y Daniel Aguilar Treviño, el asesino confeso de José Francisco Ruiz Massieu.
A unos meses de su absolución por falta de pruebas Las costas de Veracruz fueron utilizadas por las F.A.R.C. de Colombia para enviar droga a Joaquín “El Chapo” Guzmán que carcomieron más de tres años de su vida, Lemus ganó en Holanda el premio internacional “Pluma a la Libertad de Expresión”, otorgado por la fundación no gubernamental Oxfam Novid / Rory Peck.
Y, bueno, su testimonio, entre tantos otros más, sobre Veracruz como ruta para el trasiego de la droga procedente de Colombia, enviada por las FARC a Joaquín “El chapo” Guzmán, ahí está, irrefutable.
Lo indicativo del caso es que durante aquellos años, a finales del siglo anterior, la década de los 80 y 90, nunca, que se recuerde, en la prensa local ni defeña fue publicada información sobre un embargo de droga en las costas de Veracruz, que inician en el sur, en Coatzacoalcos, y terminan en el norte, en Tampico Alto, en la confluencia del río Pánuco con Tampico, Tamaulipas.
Todo, pues, si fue así, como parece, ocurrió en la más avasallante discreción y misterio.
Y más, mucho más, cuando utilizaron submarinos rusos comprados por las F.A.R.C. para servir mejor a “El chapo”, quien se fugara del penal de Puente Grande, Jalisco, días después de que Vicente Fox tomara posesión como presidente de la república.
DEL “ESTADO IDEAL PARA SOÑAR” AL INFIERNO TAN TEMIDO
De entonces a la fecha, muchas cositas han ocurrido en “el estado ideal para soñar”.
Por ejemplo, un trío de carteles (los Chapos, los Zetas y Jalisco Nueva Generación) siguen disputando la plaza Veracruz.
El número de fuegos cruzados, crímenes y secuestros resulta incalculable.
De igual manera, el número de desaparecidos.
Por supuesto, de secuestros exprés y extorsiones.
Y, por añadidura, del consumo de droga cuando antes de Veracruz se afirmaba que sólo servía para el paso de sur a norte del país.
Hay un programa federal llamado “Veracruz seguro”, pero también hay decenas, cientos quizá, de poblados dominados por los carteles, donde de hecho existe un Estado de Sitio, pues las familias se recluyen en sus domicilios particulares apenas anochece.
Cientos, miles quizá, de negocios comerciales, grandes y pequeños, han cerrado sus puertas, hartos, fastidiados de estar pagando una cuota mensual a los carteles.
La prensa escrita, hablada y digital ha sido obligada, quizá incluso como autocensura, a omitir la crónica de los días revueltos y turbulentos.
Es el Veracruz que hoy vivimos, pero peor tantito, padecemos, sin que ninguna lucecita alumbre la oscuridad de los días y los meses y los años.

