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Escenarios
Martes 01 octubre, 2013

La hora de retirarse…


•El procurador, harto
•Sueña con otro mundo

I

Es el hombre solitario de su palacio, su búnker.
Suele llegar a las 10 de la mañana, y ahí­ suele comer, y tomar cafecito en la noche, y retirarse de la oficina hacia medianoche, quizá en la madrugada si hay un pendiente.
Nunca sale a comer a un restaurante. Al contrario, la secretaria pide la comida por teléfono, y ahí­, en su despacho, comparte los alimentos con algún compañero de trabajo, analizando el palpitar del dí­a de norte a sur de Veracruz.

Luis Velázquez

De hecho, el palacio es su casa, su vivienda, pues ahí­ vive, acelerando el motor a lo más que se pueda, con el único objetivo de rendir hechos y resultados.

Toda su vida ha caminado en la administración pública: pero ahora, y en el fondo, ya quisiera irse. Le late. Lo ha pensado. Lo sopesa, pues la vida también es reposo.

Y si en alguna dependencia del gobierno hay sobresalto dí­a y noche es en la Procuradurí­a de Justicia.

Y ningún titular se desgasta más que todos como el procurador.

Lí­os de sangre, muertes, fuegos cruzados, secuestros, desapariciones, extorsiones, feminicidas, parricidas, suicidios, etcétera, son el pan de cada dí­a.

Pudiera decirse que Felipe Amadeo Flores Espinosa vive, quizá, con las horas contadas. Los dí­as. Las semanas, acaso.

II

En aquellos dí­as de 2010, cuando diputado federal, los vientos eran favorables.

El lí­der de la Cámara Baja, Francisco Rojas, y el otro pastor, Emilio Chuayffet Chemor, le daban un gran juego polí­tico.

Incluso, para entonces, en varias ocasiones los habí­a acompañado a una plática con el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto.

Es más, el dí­a cuando anunciara la solicitud de La vida se vuelve un infierno, cuando cada mañana cada quien llega a disgusto, molesto, irritado, a trabajar… permiso al Congreso de la Unión para asumir la procuradurí­a, los 499 diputados federales le aplaudieron como nunca antes en su vida, a tal grado que de pronto descubrió y sintió en las mejillas unas gotas de lágrimas que caminaban en tierra fértil.

“Nunca habí­a llorado así­”, confió a uno de los suyos, a tal grado que se escondió en el baño para llorar a gusto… de tanta felicidad.

Ahora, sus dí­as en la procu son difí­ciles, rí­spidos, adversos.

Y no obstante, institucional, buen soldado, sigue en el frente de batalla, añorando los dí­as vividos.

III

Hasta donde se sabe, si se sabe bien, aceptó la procuradurí­a porque pensaba, apreciaba… que se tratarí­a de un paso para acercarse a la secretarí­a General de Gobierno, donde antes ya tuviera un curso intensivo en el sexenio de Agustí­n Acosta Lagunes, cuando fuera el tercer titular, luego de Raúl Lince Medellí­n e Ignacio Rey Morales Lechuga.

Un dí­a, sin embargo, descubrió que su destino estaba en el góber fogoso, el mismito que en el fidelato lo enviara como candidato priista a diputado federal por el distrito de Huatusco sólo para que fuera derrotado por el cacique magisterial, Rafael Ochoa, entonces lí­der nacional del SNTE y senador de la república.

Pero sin escándalos mediáticos ni alardes propagandí­sticos, derrotó a todos en las urnas.

Y fue diputado federal.

A cambio, el fogoso le dejó de hablar durante tres meses, argumentando que lo habí­a dejado mal plantado ante las huestes de la profe Elba Esther Gordillo, encarcelada ahora por el presidente Enrique Peña Nieto.

“Si el objetivo era que perdiera…, me hubieran dicho y me hago pendejo” dijo a uno de los suyos.

IV

Ahora con los dí­as patrios faltó a la ofrenda de la procuradurí­a de Justicia ante el altar de los héroes.

Y como algunos secretarios del gabinete le tienen tanta hambre polí­tica… de inmediato manejaron las columnas asegurando que su renuncia era inminente.

Cierto, faltó a la guardia.

Pero ese dí­a tení­a una audiencia en materia de seguridad en la ciudad de México.

Y, además, los encargados de las guardias a los héroes… son tan chuchas cuereras que avisan al cuarto para las doce.

Y ni modo de cambiar la cita en el altiplano.

Así­, el gabinete de seguridad se quedó, por lo pronto, con las ansias de adueñarse de la procuradurí­a y controlar todo: la hacha, la calabaza y la miel.

V

Con todo, desde hace ratito el procurador tiene otros sueños.

Y como ningún ser humano vino al mundo para ser infeliz, lo mejor es buscar la paz interna en otro lado.

Felipe Amadeo, quien tiene otra formación polí­tica, ya cumplió.

Y, quizá, cierto, sea hora de retirarse, pues la vida se vuelve un infierno cuando el desencanto se atraviesa…


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