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Lunes 07 diciembre, 2020

El duartista suertudo

Gabriel Deantes es un suertudo. Desde que llegó a Veracruz, los vientos a su favor. Gracias a su primo, Alberto Silva, El cisne, entró al corazón y las neuronas de Javier Duarte. Y le fue bien. Muy bien.
Durante un tiempo debió firmar el acta judicial en Pacho Viejo, sometido a un proceso penal en ciernes.
Y en tanto Miguel íngel Yunes Linares como gobernador encarceló a unos treinta duartistas, más a sesenta policí­as acusados de desaparición forzada, hubo quienes la libraron.

Entre ellos, Érick Lagos, Alberto Silva, Adolfo Mota, Jorge Carvallo Delfí­n y Deantes.
En el palenque polí­tico y social agarró fama, entre otras cositas, por su residencia en el Frac. Las Animas, de Xalapa, conocida como “Villa Meona”. “Meona”, porque tení­a montón de baños. Incluso, hasta elevador. Y sala de cine.
Un palacio, pues. Su castillo. Su búnker.
Ahora, cuando MORENA gobierna en Veracruz y en el paí­s, y según el diputado federal, Porfirio Muñoz Ledo, el partido de López Obrador permanecerá dieciocho años en el poder público, Gabriel Deantes cayó, digamos, para arriba.
En todo caso, es hábil. Muy hábil. Vivaracho, quizá.
Por ejemplo, de acuerdo con las versiones, Javier Duarte, el polí­tico preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, habla maravillas de su persona.
“Es muy leal” suele decir el ex gobernador de Enrique Peña Nieto.
Pero…, por si duda existiera, alquiló parte de su residencia en Las Animas, a dos cuadras del Club Britania, en la calle Netzahualcóyotl, a un personaje connotado. Se llama Arturo López Obrador y es hermano del Señor Presidente.
Comparten la mansión. Arturo, casado en segundas nupcias, parece, tiempo cuando para el fiestón, contrató a Margarita, “la diosa de la cumbia” para amenizar el banquete de la boda.
Y aun cuando en el trascendido se habla de una distancia entre Arturo y su hermano Andrés Manuel, “la sangre llama a la sangre”, y de raspón, por añadidura, Deantes estarí­a bendecido, protegido, y en un descuido hasta se mete en el Palacio Nacional y en el palacio de Xalapa, digamos, de cara a la elección de presidentes municipales y diputados locales y federales como operador electoral. Su fuerte.

AMAR AL PRÓJIMO Y AL PRÓXIMO

Hubo un tiempo cuando Arturo López Obrador estuvo en la mira. Fue cuando trascendiera que su primera esposa trabajaba en el sexenio de Javier Duarte. Parece, en la secretarí­a de Educación. Reality-show se armó.
Pero “pasado un ratito”, las aguas desbordadas volvieron a su cauce y ahora, con el hermano en la presidencia de la república, quizá, quizá, quizá, vientos favorables.
Nunca, claro, Jesucristo perdonó a Judas. Perdonó, sin embargo, a Pedro cuando lo negara ante el soldado fenicio. También perdonó en el Gólgota al ladrón bueno.
Y como López Obrador predica “el amor al prójimo” y al próximo, acaso estarí­a dando el ejemplo perdonando a Arturo. Quizá ya. Quizá pronto.
Más, porque la sangre llama.
Por eso, la jugada de Gabriel Deantes.
Incluso, en la versión polí­tica se afirma que otros duartistas están regresando a la cancha pública estatal.
Por ejemplo, Arturo Bermúdez Zurita y Vicente Bení­tez, el hijo predilecto que fuera de Costa Rica.
Ellos, por ejemplo, están enviando correos electrónicos a los amigos avisando que están de regreso.
Por ahora, se ignoran sus destinos. La cancha donde juegan. El nombre del partido al que se aliaron.
Bermúdez ya se publicitó en un programa de TV Azteca. Bení­tez y Deantes, con bajo perfil. Esperando el momento para el zarpazo espectacular.
Ahí­ van.

LOS OTROS DUARTISTAS

El karma se está cerrando. O pareciera. Por ejemplo, que Javier Duarte se puso a dieta en serio y en serie y está hecho un toro. Feliz y dichoso, porque pronto, se asegura, volverá a casarse con la chica de Rodrí­guez Clara. Y la boda será, serí­a en el Reclusorio Norte.
Otros duartistas, sin embargo, con bajo perfil.
Entre ellos, Érick Lagos, de quien se afirma tiene cáncer en el estómago.
Adolfo Mota, parece, entregado a cultivar flores en el negocio familiar y hasta exportando.
Jorge Carvallo, con sus negocios, pian pianito, pero operando con su discí­pulo amado, Marlon Ramí­rez.
Alberto Silva Ramos, soñando con el Partido Verde.
Luis íngel Bravo Contreras, con su despacho jurí­dico en Córdoba y Xalapa, y con rancho impresionante.
Marí­a Georgina Domí­nguez, su vocera, retirada de la polí­tica y el periodismo, parece.
Mauricio Audirac Murillo y Antonio Gómez Pelegrí­n, moviéndose con la discreción posible.
Antonio Tarek Abdalá, el ex testigo protegido de la Fiscalí­a General de la República, que huyendo por nueva denuncia penal.
Karime Mací­as ex de Duarte, exiliada con una hermana en Londres, la ciudad más cara del mundo.
Anilú Ingram Vallines, diputada federal, soñando con la candidatura priista a la alcaldí­a jarocha a la sombra del senador Miguel íngel Osorio Chong, su benefactor.
Después de la Década Perdida, el destino de aquella generación polí­tica que pasó como viento huracanado por la silla embrujada del palacio, tiempo cuando Lagos, Carvallo, Silva y Mota eran los guardias pretorianos de Duarte y que ni el viento dejaban pasar bloqueando a quienes deseaban acercarse al ex gobernador.
Gabriel Deantes, “en los cuernos de la luna”. Hasta como morenista podrí­a reaparecer. Milagro de la morenita del Tepeyac.


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