La historia empezó cuando desde el anonimato cibernético distribuyeron las fotografí­as de las residencias de Miguel íngel Yunes Linares, valuada en 40 millones de pesos, y de su hijo Miguel íngel Yunes Márquez, en 35 millones de pesos, en Boca del Rí­o, a la orilla del Golfo de México.
En respuesta, Yunes Linares denunció que el gobernador Javier Duarte compró una residencia en Estados Unidos y hasta publicitó la dirección y el costo.
Entonces, se acercaba el tiempo del registro de las alianzas polí­ticas y el PAN y PRD, como parte del acuerdo nacional, ni hablar, quedó tronada en Veracruz, tanto por el Instituto Electoral como el Tribunal Electoral y, de paso, desacreditaron por completo al lí­der del sol azteca, Juan Vergel.
La siguiente contraofensiva provino de los Yunes azules a través del senador Fernando Yunes Márquez, cuando denunciara que en base a documentos de la Auditorí­a Superior de la Federación habí­an desviado en el año 2011, el primero de Duarte, unos 5 mil millones de pesos, todos de recursos federales.
Y la ofensiva priista consistió en lanzar al equipo pesado del gabinete legal y ampliado para desmentir el hecho, incluso, con boletines pagados en la prensa escrita del altiplano.
Para la fecha, el búnker priista operaba en algunas latitudes con alerta amarilla para la elección.
Por ejemplo, en Coatzacoalcos convencí­an al doctor Rafael Garcí­a Bringas, con fama pública de socio de Miguel íngel Yunes Linares en gasolineras, de renunciar al PAN y reafiliarse al PRI, pues estaba en la lista del favorito de la oposición azul para diputado local, en mancuerna con el expriista Gonzalo Guí­zar Valladares, como el candidato del PAN a la alcaldí­a.
En el puerto jarocho, los panistas Julen Rementerí­a del Puerto y Julio Saldaña entraban en suspicacia y perspicacia por el bajo perfil como aspirantes a la alcaldí­a, y hasta trascendió que mientras un hijo de Julen habí­a sido plagiado para doblarlo, Saldaña era tentado por el PRD como candidato a la alcaldí­a y así­ quitar votos al exdiputado federal, Rafael Acosta Croda, quien a la postre ganara la contienda interna.
En Estados Unidos, Fidel Herrera era operado de la boca y desde las redes sociales circulaba la versión de que estaba grave, pero estable al mismo tiempo, además de que, incluso, su esposa, Rosa Margarita Borunda, integraba el expediente familiar de la herencia por si las dudas.
Incluso, el góber fogoso se vio obligado a hablar por teléfono en distancia internacional a una estación radiofónica de Xalapa para aclarar la versión de su muerte anunciada.

DE “CABEZA DE LATA” A “SANTO”

Un dí­a antes, Yunes Linares ganaba en la elección interna el 80 por ciento de las candidaturas a las alcaldí­as y diputaciones y, de paso, bombardeaba al delegado federal de la Secretarí­a de Desarrollo Social, Ranulfo Márquez Hernández, de “un operativo burdo y malo”, según lo calificara el politólogo Carlos Ronzón, distribuyendo pantallas de la tienda Coppel a cambio del voto panista a favor de los candidatos a modo.
En respuesta, “El cabeza de lata” como apodan a Ranulfo Márquez, reviró a la mierda que está lloviendo que “es un santo” y, por tanto, reclamaba pruebas de su (presunta) delincuencia cí­vica, mil años metidos en la operación electoral, donde antes de que representara, por ejemplo, al PRI en el IFE en la elección presidencial de Carlos Salinas.
Muchas cosas más han ocurrido en el camino.
Por ejemplo, el epanista Manuel Espino, amigo del góber fogoso, de pronto apareció como el capitán ideológico de la AVE del biólogo exdantista, Alfredo Tress, cachando a los candidatos inconformes de la oposición y armando el tinglado para afianzarse como partido.
Y en el pacto electoral mientras la alianza PAN-PRD fue tronada, desde el sexenio próspero el PRI se quedaba con 158 candidaturas a las alcaldí­as, 20 el PVEM, 28 para el PANAL de la profe Elba Esther Gordillo (con todo y esté encarcelada) y seis para el partido Cardenista.

UNA PASIÓN DESORDENADA

Fidelistas y yunistas en una lucha sin cuartel, dura, implacable, para ganar la elección del 7 de julio. El góber fogoso y el gí¼erito de ojos azules jugando la penúltima pelea estelar de sus vidas cargadas de resentimiento como los únicos actores dueños del escenario jarocho desde hace dos décadas, cuando ambos se enemistaron por un par de cromazos (la Chiquitibum y Alejandra) y en la rivalidad, el odio alcanzó la polí­tica…, todo por un ratito de placer en la alcoba prohibida y clandestina…
Luego, cuando ambos pelearon por las neuronas, el corazón, el hí­gado y hasta el sexo de Patricio Chirinos Calero, la lucha a muerte se recrudeció.
Y ganó Yunes.
Y ganó porque:
1.- En la Secretarí­a de Desarrollo Social y Medio Ambiente, el salinato “en la plenitud del pinche poder”, Yunes trabajaba hasta los fines de semana, sábado y domingo, pendiente de la oficina de Chirinos.
2.- Porque le acercaba las bebidas espirituosas más finas.
3.- Y por añadidura, modelos de primer nivel.
4.- Hablaba al oí­do de Chirinos.
No obstante, ninguno de los dos, ni Fidel ni Yunes, han dado el siguiente paso, como interponer una demanda penal en la Procuradurí­a de Justicia de Veracruz o en la procuradurí­a General de la República.
Se rafaguean en el discurso polí­tico y mediático, algo así­ como el sí­ndrome de Estocolmo, cuando la ví­ctima se enamora del victimario.
Y, al mismo tiempo, se atraen, que al mismo tiempo, según Freud, significa el misterio del amor y la pasión desordenada…