Prensa y gobierno
*El que paga, manda
*El caso Veracruz
I
En el número 1901 de Proceso publican un reportaje de Noé Zavaleta, intitulado “Para el gobernador Duarte, el premio de la vergí¼enza”.
En la página 23, cuenta la historia de un director y/o dueño de un medio de Veracruz, cuya “asistencia (al evento) se debió a una llamada telefónica de Gina Domínguez, quien lo invitó con un tono imperativo y se despidió con un ”˜espero saludarlo en el evento”™.
Luis Velázquez
En Veracruz la publicidad oficial y los pagos de la misma están supeditados a la autorización de Domínguez”.
Y, bueno, el señalamiento resulta indicativo y significativo, pues se deriva que basta un telefonema de la vocera y directora de Comunicación Social del sexenio próspero para que los dueños, directivos y trabajadores de la información (muchos de ellos llamados “sexoservidores de la pluma”) acaten sin chistar el llamado superior.
Todo, se entiende, a cambio de que el convenio mensual de publicidad política esté garantizado.
Pero más aún, el pago correspondiente.
Y es que en la mayoría de los casos, ninguna duda existe de que debido al convenio, el 90 por ciento de la prensa escrita, hablada y digital de norte a sur de Veracruz sobrevive, pero más aún, vive, y vive a todo dar.
II
El corresponsal de Proceso reseña la entrega del premio de la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos al gobernador, y que tanta polémica ha originado, incluso, en el extranjero, como por ejemplo, en el periódico “El país”, de España, que se ocupara del caso.
Bastaría, por eso, revisar en un día cualquiera la primera plana de los medios donde las ocho columnas, salvo un tsunami en Japón con un número incalculable de muertos, es ocupada por una declaración de un político duartista.
Por lo general, una simple postura ante un hecho. La promesa de una obra pública. Es más, hasta vaticinando el futuro de Veracruz en el año 2030, en el sentido de que para entonces la tierra jarocha ”˜”™será una potencia turística”™”™.
Y es que mientras un periódico debiera sostener su autonomía en la circulación y la publicidad comercial y política, y una estación de radio y televisión en el rating para multiplicar la publicidad, en Veracruz, como en otras latitudes del país, resulta lo contrario: la mayoría vive de la clase gobernante en turno.
Y a cambio, desde la cúpula del poder les exigen reciprocidad y lealtad a prueba de bomba.
Por un lado, minimizar los hechos y circunstancias desagradables, en que se consideran las voces disidentes y críticas, también, claro, ocultar, manipular, tergiversar, las marchas sociales; por el otro, tirar el mayor incienso posible al paso del político.
III
De acuerdo con las versiones, y a partir del programa de austeridad decretado por SEFIPLAN, las partidas han sido reducidas para las secretarías del gabinete legal.
Menos a una dependencia: Comunicación Social, donde todo indica los caudales fluyen, sin que nunca la llave haya sido cerrada.
Se trata de garantizar a como dé lugar la fidelidad de la prensa escrita, hablada y digital, como quedara mostrado y comprobado en el sexenio anterior.
Por eso, si un medio se insubordina y desacata la sugerencia diplomática, incluso expresada ”˜”™con tono imperativo”™”™ como describe el corresponsal de Proceso a la vocera próspera, entonces, en el pecado llevará la penitencia, porque en el mejor de los casos el pago mensual del convenio le será regateado, al grado de arriesgar la sobrevivencia.
Eso significaría que mientras exista fluidez de recursos para los medios hablarán bien del jefe político de Veracruz.
Y cuando el embute se cancele a “los sexoservidores de la palabra”, despotricarán a todo lo que se pueda.
Las lealtades construidas con billete fácil… así suelen terminar.

