El góber imperturbable
•Los alfiles de Duarte
•Seductor de la patria chica
I
Explosivo y bipolar, temperamental, al gobernador de Veracruz el desgaste político le hace, digamos con los clásicos, lo que el viento a Juárez.
Tampoco le quita el sueño el madrazo mediático en la prensa defeña, ni menos, mucho menos, en los medios locales.
Luis Velázquez
Menos lo desvela el rafagueo político del lado del PAN ni le angustia que el ADO exija el pago de más de 20 millones de pesos por el servicio a los deportistas de los Juegos Centroamericanos.
Ni tampoco el fuego amigo porque piensa, se afirma, bursatilizar el dinerito del 2% a la nómina.
Y, bueno, si en ningún momento se angustió cuando el Hay Festival suspendió su pachanguita en Xalapa y hasta anunció un festival más chingón del que, todo indica, se ha olvidado, menos le ocupa ni preocupa que a los campesinos de SOTEAPAN les cancelen el servicio del agua por culpa de un adeudo de SEFIPLAN.
Contra viento y marea (otra vez los clásicos, ni modo), el góber sigue pa”™lante con su trazo de vida.
Primero, entregar, mínimo, 16 diputaciones federales al presidente de la república, y el año entrante, ganar la elección de gobernador con un candidato afín y/o con el que pueda negociar, llámese Pepe o Héctor.
Tal cual todos los días, como decía Lenin, dos pasos adelante, y como afirmaba el ideólogo Vicente Fox, para atrás; pero sólo pa”™tomar impulso.
Atrás del resultado feliz, todo habrá valido la pena.
Y allá los Yunes azules que sigan rumiando… como gruñeron en los años 2010 y 2014, cuando fueron derrotados en las urnas en la disputa por el premio mayor de la lotería.
II
Igual que a Enrique Peña, a quien jamás le importó el descarrilamiento del Pacto México y lo resucitó como Jesús a Lázaro, al góber jarocho tampoco han interesado las derrotas en el camino.
La última, la Auditoría Superior de la Federación con sus cositas irregulares.
Una que le tocó el corazón, la renuncia de su compadre Salvador Manzur Díaz.
Otra más, el despido de Gabriel Deantes Ramos y Édgar Spinoso Carrera.
Otra, la caída en la encuesta de Corintia Cruz Oregón.
Javier Duarte, igual que Peña Nieto, se mantiene imperturbable, con sus alfiles, los suyos, sus operadores.
Gerardo Buganza, su cabildero religioso y su tejedor político para negociar. Arturo Bermúdez, su guerrero ante los malandros.
Antonio Gómez Pelegrín, ahora, su Niño Artillero ante los proveedores.
Ricardo García Guzmán, su boxeador político para golpear a los incómodos, insumisos y rebeldes.
Érik Porres Blesa, el único del gabinete legal y ampliado que domina el idioma inglés, le da un toque cosmopolita a su sexenio.
Y, bueno, quizá Ramón Ferrari Pardiño, el Jo Jo del gabinete, también le cuesta chistes; pero más, chismes, y chismes sexuales, como era su ritual con Miguel Alemán Velasco cuando se perfeccionó en el arte de la aventura insólita y el desparpajo y pitorreo ante la vida.
III
Unos y otros, los enemigos y los adversarios, lo madrean.
Pero, al mismo tiempo, oh paradoja, cada rafagueo lo legitima.
Incluso, y cuando Carlos Loret de Mola publicó que parte del gabinete federal se pitorrea recordando que en Veracruz no pasa naaada, 48 horas después, una misma columna de El Universal, Bajo reserva, repiqueteó las campanas en su defensa.
Y el góber, como Garrick, reía y reía, mirando desde las alturas a los pobres mortales que se despedazan por su trono imperial y faraónico.
IV
Quizá, y hasta donde se recuerda, digamos, de Fernando López Arias a la fecha, ningún gobernador ha salido tan polémico y controversial.
Ninguno, por ejemplo, y a partir del escándalo, ha llegado a los cinco continentes del planeta.
Ninguno, tampoco, ha merecido 55 reportajes de la edición latinoamericana del periódico El País de España.
Javier Duarte, igual que Antonio López de Santa Anna, el héroe infatigable de Fidel Herrera, el seductor de la patria chica.
Y más porque con tantos vientos huracanados desde que se trepó al barco sexenal está llegando al puerto.
Ya veremos si en la sucesión también sale ganando… que será su penúltima pichada en Veracruz.
POSDATA: Según el profe Stephen H. Haber, de la Universidad Stanford, los bancos sólo prestan dinerito cuando están seguros de recuperarlo… Claro, y más como en el caso de los alcaldes y gobernadores del país que solicitan empréstitos a la banca de desarrollo y privada con cargo a las participaciones federales… Y más porque la mismita secretaría de Hacienda y Crédito Público se las descuenta a cada uno antes, mucho antes, de la entrega de tales participaciones…