Pero Javier Duarte quiso trascender y en el primer año del barco sexenal desapareció 16 organismos y en el caso del Colegio mudó a Comisión.

Su nombre pomposo de ahora puede calibrarse de la siguiente manera:

Ahora, con el secuestro el 2 de enero del reportero y editor, Moisés Sánchez Cerezo, el primero en Veracruz y en el paí­s en el transcurso del año, alguien por ahí­ preguntó su silencio mí­stico y contemplativo a la nueva titular, Benita González, y la presidenta contestó de la siguiente manera bí­blica:

“Ahí­ yo no me quiero meter”.

Hace 208 dí­as, la columnista Maryjose Gamboa fue detenida por el homicidio imprudencial de un también egresado de la facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana, y desde entonces está detenida; ahora en el penal de Tuxpan.

Su secretaria particular, la perredista Blanca Aquino, una gran activista social, es amiga de Benita González, con una relación afectiva que llega a lo siguiente: cada vez que Benita viajaba a Xalapa para atender asuntos oficiales y extraoficiales siempre llegaba a la casa de Blanca, digamos, en base a la confianza; pero también para ahorrarse unos centavitos, y hasta la comida, quizá.

Entonces, cuando doña Benita fue nombrada presidenta de la Comisión de Protección a Periodistas, Blanca Aquino le pidió interviniera ante el gobernador por Maryjose Gamboa.

Y la respuesta fue la misma:

“Ahí­ yo no me quiero meter”.

OBJETIVO ÚNICO: AMURALLAR AL GABINETE DUARTISTA

Doña Benita fue destapada como tal el mediodí­a aquel cuando 22 reporteras comieron pizza con Javier Duarte en la Casa Veracruz y el góber la sentó a su lado, como también a Yolanda Gutiérrez Carlí­n, perfilada entonces como candidata a diputada federal por el distrito de Boca del Rí­o; pero que se le cayó para dar paso al priista de todos los tiempos Sergio Pazos junior, quien ya carga una derrota ante el panismo de los Yunes azules.

Entonces, todos supieron que estaba palomeada para un cargo público donde tendrí­a 22 millones de pesos de presupuesto, además de una camioneta, más chofer, más escolta, más un sueldo de unos 60 mil pesos mensuales que nunca imaginó percibir como reportera de un diario sureño.

Algunas reporteras pensaban que, bueno, dado el origen de doña Benita, sencillo y humilde en la sierra de Soteapan, hija de la, digamos, cultura del esfuerzo, serí­a una La presidenta de la Comisión de Protección a Periodistas de Veracruz, doña Benita González, se ha lavado las manos ante el secuestro del reportero y editor de “La Unión”, Moisés Sánchez Cerezo, diciendo “yo ahí­ no me quiero meter” mujer solidaria con la causa común.

Pero se equivocaron.

Y se equivocaron no obstante conocer su tragedia cuando un dí­a su hermana, que aprendí­a a manejar una camioneta, perdió el control, se metió hasta la recámara donde ella descansaba y le dañó una parte de sus extremidades inferiores, de tal forma que ahora camina como Joseph Goebbels, el súper ministro de Propaganda e Información de Adolfo Hitler, yéndose de lado.

Arropada por Fidel Herrera en el sexenio anterior, llevada al estrellato con Duarte, está claro que doña Benita González llegó a la dependencia como una empleada más del jefe máximo, igual que la estirpe de los Namikos, y ni modo, en su caso, de “ponerse con Sansón a las patadas”.

Bueno, pues, que cada quien se defina, aun cuando queda claro que la dirección de Comunicación Social necesita de otros brazos ejecutores para amurallar al gabinete legal y ampliado, y que ha sido el desempeño de los Namikos.

UN CERO A LA IZQUIERDA

La secretaria Namiko Matsumoto, investigadora de la Universidad Veracruzana, llegó a la Comisión luego de su frustrado intento de asumir la Comisión Estatal de Derechos Humanos, donde le ganara el brinco Fernando Perera Escamilla como premio a su defensa jurí­dica del sacerdote pedófilo de Xalapa conocido como “El lobo estepario”, que fue exonerado por la Procuradurí­a de Justicia local; pero que en contraparte tiene vigente la orden de aprehensión en la procuradurí­a del DF cuando el titular era Miguel íngel Mancera.

Pero como Namiko es tí­a polí­tica de Érick Lagos le abrió el camino a la Comisión cuando fue presidente del CDE del PRI y luego secretario General de Gobierno, donde la ubicaron como secretaria con todas las facultades del mundo para desempeñarse como presidenta.

Durante su tiempo la doctora Rocí­o Ojeda Callado fue tratada por ella hasta con humillación por la Namiko, basada en el tráfico de influencias con su tí­o.

Ahora, doña Benita llegó ahí­, se entenderí­a, como adorno, sólo para cortar el listón en los grandes eventos, pasearse al lado de la elite priista y callar y guardar silencio ante los hechos incómodos.

Por eso, los mejores deseos para que le aproveche, pues sólo quedan por delante unos 22 meses del duartismo y suele ocurrir que cuando el polí­tico lo advierte el sexenio ya terminó…

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